- Autor, Redacción
- Título del autor, BBC News Mundo
Desde Israel hasta México y Guatemala pasando por Canadá, Lev Tahor se ha ido mudando de un país a otro por más de tres décadas para evadir el control de las autoridades.
Pero no siempre lo ha conseguido.
El pasado viernes, las autoridades guatemaltecas rescataron a 160 niños de un asentamiento de esta controvertida secta judía ultraortodoxa en la localidad de Oratorio del departamento de Santa Rosa, unos 60 kilómetros al sureste de la Ciudad de Guatemala
El allanamiento tuvo lugar después de que cuatro menores de edad escaparan del lugar a mediados de noviembre y denunciaran las condiciones presuntamente abusivas a las que se hallaban sometidos.
El Ministerio Público (Fiscalía) de Guatemala justificó la operación en la sospecha de varios delitos de “trata de personas en la modalidad de embarazo forzado, maltrato contra personas menores de edad y violación“.
Durante el registro de la propiedad de Lev Tahor también se localizaron “osamentas en cajas“, aunque los fiscales matizaron que “no se puede brindar más información hasta tener los resultados finales”.
La secta, que en 2016 se asentó en Oratorio tras ser expulsada de un pueblo maya por conflictos con los locales, niega todas las acusaciones y califica como “persecución religiosa” las acciones de la justicia guatemalteca.
Analizamos cuáles son los orígenes, trayectoria, valores y costumbres de este grupo religioso al que los medios llaman el “talibán judío”, y sus problemas con la justicia en diferentes países.
La secta itinerante
Lev Tahor, cuyo nombre en hebreo significa “corazón puro”, fue fundada en Jerusalén en 1988 por el rabino Shlomo Helbrans.
La secta, que contaría con entre 250 y 500 miembros, según estimaciones, ha enfrentado desde entonces múltiples acusaciones de abuso infantil, pedofilia, secuestros y negligencia de menores.
Esto ha llevado a sus miembros a cambiar de ubicación constantemente para evitar las intervenciones de la justicia.
En 1990, Helbrans trasladó al grupo a Estados Unidos, donde estableció una escuela judaica en Brooklyn.
Pocos años después, Lev Tahor enfrentaría sus primeros problemas con la ley.
En 1993, Helbrans fue arrestado en Nueva York acusado de haber secuestrado a un adolescente que estaba estudiando con él para prepararse para su bar mitzvah, el ritual religioso que marca el inicio de la transición a la adultez en el judaísmo.
Los padres del menor acusaron a Helbrans de intentar “lavarle el cerebro” a su hijo, mientras que el rabino les acusó de abusar del niño.
Al final, un tribunal condenó por secuestro a Helbrans, quien pasó dos años en prisión hasta conseguir la libertad condicional en 1996.
En el año 2000, el rabino fue deportado a Israel, donde no permaneció mucho tiempo pues decidió establecerse junto a su comunidad en la provincia de Quebec (Canadá).
La secta, entonces, se asentó en Sainte-Agathe, un pequeño pueblo de unos 10.000 habitantes, ubicado a unas dos horas de distancia por carretera de Montreal.
Pero allí también surgieron nuevas denuncias en contra del grupo, que fue acusado en 2013 por los servicios sociales de negligencia infantil.
Según informó la prensa local en aquel momento, las autoridades canadienses estaban preocupadas por la salud e higiene de los menores, así como por su educación pues -al parecer- estos niños que son educados en casa no estaban adquiriendo las competencias básicas en matemáticas.
Guatemala y México
Poco después, los miembros de la secta abandonaron el país para establecerse en San Juan La Laguna (Guatemala), una localidad habitada principalmente por indígenas mayas.
En ese lugar no fueron bien acogidos. Tras varios meses de desencuentros, el consejo de ancianos de San Juan decidió expulsar al grupo por considerar que sus miembros rechazaban a los pobladores locales, se negaban a saludar, mezclarse e incluso hablar con los habitantes.
“Nos sentimos intimidados por ellos en las calles. Pensamos que quieren cambiar nuestra religión y nuestras costumbres”, declaró entonces Miguel Vásquez Cholotio, un integrante del consejo de ancianos a la agencia Reuters.
Para forzar su salida, las autoridades locales les dieron un ultimátum y les amenazaron con cortarles el acceso a los servicios públicos.
La secta decidió reubicarse en Ciudad de Guatemala, donde su sede fue luego allanada por fiscales del Ministerio Público que investigaban si allí había casos de maltrato infantil.
En 2016 volvieron a trasladarse a la localidad de El Amatillo, en el municipio de Oratorio, a unos 80 kilómetros de Ciudad de Guatemala.
Un año más tarde, la prensa israelí publicó informaciones sobre la muerte de Helbrans, supuestamente ocurrida mientras realizaba un ritual religioso en un río en Chiapas (México).
El liderazgo de Lev Tahor quedó entonces en manos en manos de Nachman Helbrans, el hijo del fundador, considerado aún más extremista.
Un caso de secuestro de dos menores en 2018 -que fueron llevados a Nueva York por su madre luego de escapar de la comunidad asentada en Guatemala- terminó con nueve miembros de Lev Tahor acusados y cuatro de ellos -incluido el hijo del fundador de la secta y actual líder, Nachman Helbrans- en prisión.
Helbrans era hermano de la madre de los niños.
También en 2018, integrantes del grupo llegaron a solicitar asilo en Irán tras jurar lealtad al líder supremo Alí Jamenei.
En años recientes intentaron asentarse en países de Europa del Este y los Balcanes, como Rumanía, Turquía y Macedonia, de donde fueron deportados.
Dieta y vestimenta estrictas
El grupo practica muchas de las costumbres del jasidismo, una corriente ortodoxa y mística del judaísmo, pero en su aplicación son incluso más estrictos.
Lo mismo en su vestimenta: las mujeres deben estar cubiertas con ropa negra de pies a cabeza, apenas dejando a la vista su rostro, mientras los hombres visten de negro, usan sombrero y nunca se afeitan la barba.
Su alimentación se basa en una dieta que sigue las leyes del kashrut, el conjunto de normas bíblicas que establecen cuáles son los alimentos aptos (kósher) que pueden ingerir los practicantes del judaísmo.
Sin embargo, en esto también siguen una versión más extrema. La mayor parte de sus comidas son hechas en casa con el uso de ingredientes naturales y no procesados.
No comen pollos ni huevos de gallina, por considerar que han sido manipulados genéticamente. Sí consumen, en cambio, gansos y sus huevos. Tampoco comen arroz, cebollas verdes o vegetales con hojas, por temor a que tengan algún insecto.
En el caso de los demás vegetales y las frutas, siempre le quitan la piel antes de consumirlos, incluso en el caso del tomate.
En cuanto a las bebidas, solamente beben leche de vacas que ellos mismos puedan ordeñar y elaboran su propio vino.
Los niños, por su parte, no pueden comer golosinas que hayan sido compradas en una tienda; sus dulces deben limitarse al consumo de chocolate hecho en casa o a frutas, frutos secos y semillas.
Su relación con la tecnología también está extremadamente limitada, pues evitan el uso de aparatos electrónicos, incluyendo la televisión y las computadoras.
Antisionistas y austeros
Su postura política es contraria al sionismo por el temor a que la fe judía sea reemplazada por el nacionalismo secular en el Estado de Israel.
Pese a sus posturas extremas, los miembros de esta secta consideran que operan plenamente dentro de las fronteras de la tradición y de las normas religiosas judías y que, en realidad, no hay nada nuevo ni diferente en lo que hacen.
“Ellos se ven como los únicos que están siguiendo el verdadero camino, como los guardianes de las murallas, como los defensores de la última llama que queda en el mundo judío. Sienten desprecio por otras ramas del jasidismo, a las que consideran como demasiado transigentes y las califican como despreciables y degeneradas”, escribió Shay Fogelman, un periodista del diario israelí Haaretz que en 2012 tuvo la rara oportunidad de pasar cinco días conviviendo con los miembros de la comunidad Lev Tahor.
Especificó que el requisito básico exigido a los miembros de Lev Tahor es “venerar y servir a Dios en todo momento, con toda su alma y corazón. Sus bibliotecas solo tienen libros judíos. En sus casas no hay televisores, radios o computadoras. Conceptos como el de tiempo libre, ampliar los propios horizontes o buscar el desarrollo personal, en su estricto sentido occidental, no existen aquí”.
“Las paredes de sus casas carecen de cualquier decoración; no hay fotos, amuletos, fotografías de rabinos. En la mayor parte de los casos, los únicos adornos son los candelabros, las menorás o los objetos religiosos de plata, todos guardados en una caja de vidrio”, agregó.
En paralelo a esta descripción de la vida austera de entrega religiosa de la secta han surgido en los últimos años varias acusaciones en torno al uso de formas extremas y violentas de control sobre sus miembros, incluyendo el uso de castigos corporales contra menores y el matrimonio forzoso de mujeres menores de edad con hombres mayores.
Estas denuncias han sido formuladas por exmiembros de la secta y de sus familiares.
“La comunidad es acusada también de promover el matrimonio entre menores de edad. Pero nosotros nunca lo hemos hecho. Eso es una cosa personal. Si alguien se siente con la capacidad y listo para poder forjar una familia de acuerdo a sus principios religiosos, es decisión de cada quien. No se puede prohibir el derecho de querer casarse”, declaró a BBC Mundo uno de sus miembros en 2019.
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