Los corredores que van a estar el domingo (8.15 horas, Vamos, Teledeporte y À Punt) en el Maratón de Valencia aclaman a Kenenisa Bekele después de la presentación en la que el etíope, nadie sabe muy bien si en serio o en broma, afirma, a sus 42 años, que sigue en activo porque aún espera, no en Valencia, pero sí quizá el año que viene, batir el récord del mundo. Un poco antes, sentado en unos sillones blancos junto a Sisay Lemma, el vencedor el año pasado —en estas calles se convirtió en el cuarto maratoniano más rápido de todos los tiempos—, que mira al público y saluda con los brazos extendidos, como una estrella, y Sebastian Sawe, un tímido debutante que espera dar la sorpresa, Bekele asegura estar “muy triste” por lo que ha pasado en Valencia y manda sus condolencias a todas las familias afectadas por la dana.
Todos los atletas se acuerdan de los damnificados. También la popular Sara Hall, la rubia californiana, otra veterana de 41 años, que va a correr en Valencia su cuarto maratón en once meses antes de escaparse de viaje con su marido, Ryan Hall —estará dándole el avituallamiento—, el único maratoniano estadounidense que ha bajado de las dos horas y cinco minutos, por Andalucía para visitar la Alhambra y escalar el Mulhacén, el pico más alto de la península (3.478 metros).
Juan Botella, el director de la carrera y un enamorado del atletismo en la pista, se regodea frente a Bekele, triple campeón olímpico, cinco veces ganador en Mundiales y explusmarquista de 5.000m y 10.000m, un día después de ponerse muy serio para justificar la decisión del Maratón de Valencia. “Nunca tuvimos dudas, ni por un segundo, de que había que hacerlo. La carrera ayuda a la imagen de Valencia, a la recuperación de una economía vapuleada, al turismo y al comercio. Y ayuda, además, a todos los afectados. Si fuera posible organizar dos maratones, lo haríamos”.
Botella dice esto después de que la carrera llevara recaudados 80.000 euros este viernes, además de la promesa de donar tres euros más por cada atleta, de los 35.000 que hay inscritos —una cifra nunca alcanzada hasta ahora por un maratón en España—, que cruce la meta el domingo.
El Maratón de Valencia, una prueba deportiva con más de siete millones de euros de gastos fijos, “da de comer” a 600 trabajadores y 400 proveedores (un 75% valencianos). Botella informa de que parte de ese dinero recogido estos días servirá para impulsar la recuperación de los clubes, escuelas e instalaciones de atletismo de los municipios afectados.
La organización ofreció a los 1.900 corredores procedentes de las poblaciones afectadas la posibilidad de devolverles el dinero. Cerca de 1.100 decidieron conservar su dorsal para correr a pesar de no haber podido tener una preparación idónea y después de pasarse un mes sacando barro de sus casas y de las calles de sus pueblos. No hay duda, va a ser el maratón de las emociones. Antes de la primera de las nueve salidas habrá un homenaje a las víctimas y un minuto de silencio.
Después sonará el disparo y Bekele, Lemma, Sawe, Daniel Mateiko y Hillary Kipkoech, la liebre de Lemma hace un año y hoy otro debutante del que se espera algo grande, se irán a por el triunfo con la idea de pasar por el medio maratón en una hora y un minuto. Luego habrá que ver si alguno es capaz de mantenerse y bajar de las dos horas y dos minutos.
La etíope Megertu Alemu es la favorita entre las mujeres en una carrera en la que la organización ha sufrido el efecto disuasorio que produjo el récord del mundo sideral de Ruth Chepngetich en el Maratón de Chicago hace mes y medio. La keniana dejó la plusmarca femenina (2h 9m 56s) lo más cerca que ha estado nunca de la masculina. “Es una marca que ya es complicada para algunos hombres. Debemos estar atentos a las mujeres porque se han colocado realmente cerca”, celebra Bekele.
Los españoles estarán un escalón por debajo, pero Carlos Mayo y, sobre todo, Majida Maayouf cumplirán con la tradición de poner en peligro en Valencia el récord nacional de maratón. El aragonés, que se enamoró del atletismo de niño, cuando viajaba con su padre, Juan Carlos Mayo, para verle correr maratones en Madrid, San Sebastián, Berlín o París, donde llegó a correr en 2h 31m, debuta al fin en la distancia después de una lesión que le impidió estrenarse hace un año, y de un grave accidente de coche en el que, pese a que dio varias vueltas de campana, él y su novia salieron ilesos. Mayo, como Ibrahim Chakir, intentarán también hacer la mínima para el Mundial de Tokio —2h 06m 30s—.
Maayouf correrá detrás de su liebre para intentar alcanzar la meta en menos de 2h 21m 27s, el récord de España que estableció en este mismo circuito hace un año. Un poco más atrás estará la extremeña Laura Luengo, que confía en ser capaz de correr por primera vez en menos de 2h 25m 30s, la marca mínima para el Mundial de Tokio.