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En España, el ictus afecta cada año a unas 120.000 personas y es la primera causa de discapacidad adquirida en adultos. Conocer los síntomas de alerta es clave para su abordaje así como conocer los signos de alerta que aparecen mucho antes de que se produzca un ictus.
Actualizado a: Martes, 29 Octubre, 2024 10:54:05 CET
El ictus es la segunda causa de muerte más común (después de la cardiopatía isquémica) y la tercera causa más común de discapacidad (en Europa es la primera), según los datos del último estudio Global Burden of Disease (GBD). Actualmente, en todo el mundo se producen casi 12 millones de casos de ictus y más 7 millones de fallecimientos por esta enfermedad.
¿Qué es un ictus? Como informa a CuídatePlus Joan Ferri, director general del Instituto de Rehabilitación Neurológica (IRENEA), miembro del Instituto de Neurociencias de Vithas (INV), presidente de la Sociedad Española de Neurorrehabilitación, y coordinador de la nueva línea estratégica de la Actualización del Plan en Ictus del Sistema Nacional de Salud, “el ictus es una interrupción repentina del flujo sanguíneo al cerebro, privando a las células cerebrales de oxígeno”. Este daño, advierte, “puede causar secuelas funcionales severas o incluso la muerte si no se trata a tiempo por lo que es clave comprender el ictus y sus causas para la prevención y para un tratamiento efectivo”.
En España, según sus datos, “afecta cada año a unas 120.000 personas, con un alto impacto en las mujeres, y es la primera causa de discapacidad adquirida en adultos”. Es una enfermedad que afecta a pacientes de todas las edades, aunque “la prevalencia aumenta con la edad”.
Cada vez más casos de ictus
Según datos de la Sociedad Española de Neurología, en comparación con los datos de hace 30 años, esta enfermedad ha experimentado un aumento del 70% en el número de casos, un incremento del 44% en las muertes y un 32% más de discapacidad. ¿Por qué? “Es cierto que hay un aumento en los casos de ictus, principalmente por el envejecimiento de la población y por factores de riesgo relacionados con el estilo de vida moderno, como la obesidad y el sedentarismo”.
Pero no sólo eso, también “hay más concienciación y más capacidad diagnóstica, lo que nos permite detectar un mayor número de casos”. Según estimaciones, “entre 2015 y 2035 se espera un aumento de aproximadamente un 34% en la incidencia de ictus en la Unión Europea, lo que destaca la necesidad urgente de implementar estrategias integradas de prevención y neurorrehabilitación”.
Síntomas de un ictus
Los síntomas de un ictus suelen presentarse de forma brusca y varían según el área del cerebro afectada. Entre los más comunes están:
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La pérdida de fuerza en la cara, brazo o pierna, especialmente en un solo lado del cuerpo.
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Dificultad para hablar o entender
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Pérdida de visión en uno o ambos ojos
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Problemas para coordinarse o caminar
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Dolor de cabeza intenso.
Como señala el especialista, “reconocer estos síntomas y actuar rápidamente es fundamental, ya que la rapidez en el tratamiento mejora significativamente las posibilidades de recuperación”.
Signos que aparecen mucho antes del ictus
El ictus puede aparecer sin señales previas pero también aparece tras la aparición de signos que deben hacernos sospechar y consultar. “Existen señales previas a un ictus, como los ataques isquémicos transitorios (AIT)”, informa. Estos ataques, detalla, “son episodios breves donde aparecen síntomas similares a los del ictus y que desaparecen en minutos u horas”.
Así, algunos síntomas de estos ataques son:
- Debilidad, entumecimiento o parálisis en la cara, los brazos o las piernas, sobre todo en un lado del cuerpo
- Dificultad para hablar o problema para entender a otras personas
- Pérdida de la visión en uno o en ambos ojos, o visión doble
- Mareos o pérdida del equilibrio o la coordinación
Suelen aparecer de forma brusca y durar entre 2 y 30 minutos. Lo característico de estos ataques es que se resuelven solos y del todo por lo que muchos pacientes no acuden al médico a consultar el problema. Sin embargo, como insiste Ferri, “es esencial tomarlos como una señal de advertencia y buscar atención médica inmediata ya que actuar a tiempo puede prevenir un ictus mayor”.
De qué dependen las secuelas de un ictus
Las secuelas de un ictus dependen de varios factores como “la gravedad del episodio, el área cerebral afectada, la rapidez con que el paciente recibe tratamiento y sus condiciones de salud previas”, señala. Y es que, “cada minuto cuenta, especialmente en la fase aguda, y por ello es crucial un enfoque integral que incluya la rehabilitación temprana”. Trabajar con un equipo transdisciplinar permite adaptar el tratamiento y maximizar las posibilidades de una recuperación funcional, mejorando la calidad de vida del paciente.
Un estudio realizado en IRENEA y publicado en 2017 en la revista Neurología, titulado Las secuelas generadas por un ictus adquieren un carácter multidimensional mostró cómo los ictus provocan secuelas complejas en los adultos, especialmente en los casos moderados a graves. De una muestra de 396 pacientes, la mayoría presentó déficits motores y alto riesgo de caídas al iniciar el programa de rehabilitación. Aunque hubo una mejoría global tras seis meses de tratamiento, solo el 11% alcanzó una discapacidad leve, especialmente quienes tenían buena función cognitiva al ingreso. Los problemas emocionales mejoraron notablemente, mientras que los conductuales presentaron menor avance, destacándose como una secuela significativa a largo plazo.
De hecho, por la importancia de estas secuelas, la nueva estrategia en ictus del SNS, presentada el 22 de octubre de 2024, introduce una línea estratégica enfocada en la ‘Neurorrehabilitación y Vida después del Ictus’.
En ella, “e resalta la importancia de una neurorrehabilitación multidisciplinar desde las fases iniciales del ictus hasta las crónicas”. La estrategia plantea un ‘continuum’ de atención donde el tratamiento debe coordinarse entre equipos agudos, de rehabilitación y de atención primaria para maximizar la recuperación funcional y el bienestar del paciente a largo plazo. Esto “implica la creación de redes especializadas y formación continua para optimizar los resultados y apoyo tanto a pacientes como a sus familias, quienes juegan un rol fundamental en el proceso de recuperación”.