Cuando acariciaba el tercer triunfo consecutivo en la Premier League que confirmaba un cambio de tendencia del Manchester City, el equipo de Pep Guardiola dejó escapar la victoria en el minuto 92, reencontrándose con su cruda realidad de la temporada cuando el vuelo de Ortega no detuvo el cabezazo de Norgaard para el empate 2-2 contra el Brentford.
Esta es la dinámica en la que está inmerso un City errante. Asomaba la cabeza amparado en su efectividad en casa del Leicester y goleando al West Ham. Vapuleando, marcando ocho al modesto Salford, sin concesiones y con necesidad de goles que curasen heridas. Y se sintió en dinámica al fin ganadora. Por primera vez en su temporada, cuando Foden rescató la imagen del goleador decisivo del pasado curso.
Manchester City Foto:EFE
Amparado en la insistencia de Kevin De Bruyne, generador de fútbol hasta que encontró la conexión del gol con Foden. A los 66 minutos, cuando los méritos del City ya le hacían merecedor del premio. Un equipo que se rompe desde la fragilidad de su defensa. Salvadores Gvardiol y Aké en dos acciones decisivas que eran goles. Nadie apareció para hacerlo en el tiempo añadido.
El Brentford, que llegaba de ser eliminado de la FA Cup por el colista de la segunda división inglesa, pasó por varias fases en el partido. Encerrado por momentos con dos líneas, en un 6-4 de resistencia cuando el City apretó, pero sin renunciar nunca al peligro que genera la asociación de Mbeumo con Wissa.
Por momentos cómodo para probar a Stefan Ortega, que sacó una mano abajo para frenar el disparo de zurda de Mbeumo tras su carrera. Estaba cómodo el conjunto londinense, con las ideas claras, tambaleándose solamente cuando De Bruyne encontraba una zona por la que generar peligro. La encontró desde la izquierda con un centro que fue la primera aparición de Haaland, al segundo palo con un testarazo pegado a la madera.
Cuando aceptó el Brentford que el duelo fuese un correcalles sintió que tenía más que perder que ganar por la distancia en calidad y el momento Savinho. Así perdonó el brasileño la primera y Nunes la más clara. Así aparecía en carrera Haaland para chutar de zurda en un disparo que avisaba que no era la mejor de sus noches.
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Los momentos de apuro locales aumentaron en la reanudación tras acariciar ponerse en ventaja. En una falta lateral de Jensen que cabeceó Collins. El susto dio paso a una reacción con una contundencia olvidada por el City. Se topaba con el poste Savinho, elegante en su carrera, letal con su zurdazo cruzado. Lo tuvo cerca De Bruyne.
El partido ya era un intercambio de golpes. Si Mbeumo perdonaba, también lo hacía Haaland con un testarazo centrado. Si Ortega detenía el disparo de Janelt, Haaland desesperaba ante el individualismo de Savinho que estrellaba su chut en el lateral de la red con dos compañeros libres de marca para hacer gol. Y en ese pulso, tras un gol anulado a Damsgaard por fuera de juego, decidía la calidad de Foden. Con un toque repleto de finura de interior, acomodando el cuerpo, pegó al poste la definición de zurda al centro desde el costado derecho de De Bruyne.
Era el minuto 66 y el City lo merecía. Por insistencia. Y logró ampliar ventaja tras la acción salvadora de Aké cuando el estadio entero celebraba el empate. Bajo palos salvaba el disparo de Wissa con Ortega ya superado. De nuevo Savinho, en velocidad, dejó en evidencia a Roerslev, disparó con potencia y el rechace del portero lo mandó a la red Foden.
Restaban doce minutos y los dos goles de ventaja hacían pensar que todo estaba visto para sentencia. Así lo debieron sentir los pupilos de Guardiola que se relajaron en labores defensivas. Como muestra el primer tanto del Brentford, con despiste de Bernardo Silva a su espalda a un balón colgado, prolongado por la marca laxa de Aké a Wissa que marcaba a placer.
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El partido estaba resucitado y el final fue el más imprevisible porque el City pudo marcar el tercero con su rival volcado. Perdonaron De Bruyne y Savinho, McAtee rozó la escuadra, y en el minuto 92 el centro de zurda desde la derecha de Lewis-Potter presentó un balón perfecto al potente remate de cabeza de Norgaard tras un salto imponente. La estirada de Ortega, que tocó el balón, no evitó la vuelta a las andadas del equipo de Guardiola.
Al final del partido, el técnico español descargó toda su furia contra el arquero Ortega, al frente de las cámaras de la transmiión oficial del partido. Pep perdió los papeles, gritó a su guardameta y lo golpeó con fuerza en el pecho, tras los reclamos eufóricos.
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