“El proceso sinodal ha supuesto para mí un enriquecimiento al poder caminar junto a otros miembros del Pueblo de Dios, viviendo la comunión, promoviendo la participación de todos los bautizados, con vistas a la misión común
Recién concluida la segunda fase de la asamblea del Sínodo de la sinodalidad, quien fue su coordinador en la Iglesia en España valora para Religión Digital su participación en este histórico evento eclesial
“El proceso sinodal ha supuesto para mí un enriquecimiento al poder caminar junto a otros miembros del Pueblo de Dios, viviendo la comunión, promoviendo la participación de todos los bautizados, con vistas a la misión común“. Recién concluida la segunda fase de la asamblea del Sínodo de la sinodalidad, quien fue su coordinador en la Iglesia en España valora para Religión Digital su participación en este histórico evento eclesial.
El arzobispo emérito de Zaragoza y actual administrador apostólico de las diócesis de Huesca y Jaca, ha participado también de manera activa como padre sinodal en las sesiones del año 2023 y 2024, lo que, señala, le ha “servido para experimentar la armonía en la diversidad junto a personas de toda raza, lengua, pueblo y nación”.
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¿Qué está significando para usted el acontecimiento eclesial del Sínodo?
Desde mi función como coordinador del Equipo Sinodal de la Conferencia Episcopal Española en la fase diocesana, continental y universal (2021-2024), he podido profundizar en la comprensión del misterio de la Iglesia, que es universal por vocación y misión, sin límites ni fronteras, difundida por todo el orbe, pero que se encarna en las Iglesias particulares y echa sus raíces en contextos culturales, sociales y humanos, tomando en cada lugar del mundo expresiones diversas, como muy bien afirma san Pablo VI en la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, n. 62.
El proceso sinodal ha supuesto para mí un enriquecimiento al poder caminar junto a otros miembros del Pueblo de Dios, viviendo la comunión, promoviendo la participación de todos los bautizados, con vistas a la misión común.
El método de la conversación en el Espíritu, algo novedoso en este Sínodo, me ha servido para practicar la escucha activa, el diálogo respetuoso y el discernimiento lúcido para buscar lo que Dios quiere para su Iglesia en este momento de la historia. No obstante, este método no debe ser el único, sino que habrá que conjugarlo con otros métodos experimentados en la historia de la Iglesia.
La articulación entre el trabajo en los círculos menores y las congregaciones generales, presididas ordinariamente por el papa Francisco, ha servido para experimentar la armonía en la diversidad junto a personas de toda raza, lengua, pueblo y nación. El escenario del Aula Pablo VI con diversas mesas es como una imagen y parábola de la Iglesia, una y única.
El clima de oración personal y comunitaria, la celebración de la Eucaristía, los días de retiro espiritual con sabias meditaciones bíblicas y teológicas han favorecido mucho la escucha de Dios y de los hermanos y nos han preparado para el trabajo sinodal.
En estos días he vivido el afecto colegial y la amistad con mis hermanos obispos representantes de la Conferencia Episcopal Española. He podido convivir también con otros sacerdotes, miembros de vida consagrada y fieles laicos de España, que por diversos títulos participan también en el Sínodo. Nuestra Iglesia que peregrina en España ha tenido una digna representación con intervenciones de sus miembros en diversos momentos en el Aula sinodal.
¿Qué significa el Sínodo para la vida y misión de la Iglesia?
Todo el proceso sinodal desde el año 2021 al 2024 ha estado guiado por esta pregunta fundamental: “¿Cómo se realiza hoy, en los distintos niveles (desde el local al universal), ese ‘caminar juntos’ que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio, según la misión que le ha sido confiada; y qué pasos nos invita a dar el Espíritu Santo para crecer como Iglesia sinodal? En definitiva, ¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?
El Instrumentum Laboris, instrumento de trabajo, preparado para esta segunda sesión (octubre de 2024) ha servido para completar el discernimiento iniciado en el año 2021, sobre la base del largo camino de escucha y consulta para ofrecer al Santo Padre el Papa Francisco el Documento Final, que será aprobado al terminar esta Asamblea.
Durante los días de trabajo y reflexión hemos ido identificando mejor los temas que merecen ser retenidos y acogidos en el Documento Final y los temas que pueden y deben se profundizados corregidos o descartados
Durante los días de trabajo y reflexión hemos ido identificando mejor los temas que merecen ser retenidos y acogidos en el Documento Final y los temas que pueden y deben se profundizados corregidos o descartados. Pero, sobre todo, la tarea de la Asamblea ha sido indicar los pasos que hay que dar para crecer como Iglesia sinodal en relación con los temas propuestos en el Instrumentum Laboris: los fundamentos teológicos, pastorales y canónicos; las relaciones; los itinerarios y los lugares.
Los fundamentos. Se ha destacado el tema de la Iglesia como Pueblo de Dios, signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano; la unidad como armonía en las diferencias; la llamada a la conversión y a la reforma, que no puede limitarse únicamente a las estructuras, sino que debe arraigarse en la conversión personal y comunitaria. La Eucaristía, que es la culminación de la iniciación cristiana, manifiesta y alimenta la vida sinodal misionera de la Iglesia en la que se realiza la corresponsabilidad diferenciada de todos para la misión común.
Las relaciones. Una Iglesia sinodal es una Iglesia relacional. A lo largo del camino sinodal y en todos los continentes ha surgido la exigencia de una Iglesia que no sea burocrática, sino capaz de alimentar las relaciones: con Dios, entre nosotros, en la familia, en la comunidad cristiana, entre los grupos sociales. En esta red de relaciones se transmite la fe.
Los itinerarios. Hemos destacado los itinerarios o caminos centrados en distintos ámbitos complementarios: la formación permanente integral y compartida; el discernimiento para la misión; la transparencia, rendición de cuentas y evaluación, que favorecen la credibilidad de la Iglesia y del proceso sinodal.
Los lugares. La vida y la misión de la Iglesia sinodal no pueden prescindir nunca de la realidad concreta de un lugar, es decir, de un contexto social y de una cultura determinada. Ahora bien, el lugar no puede entenderse en términos puramente geográficos y espaciales, sino que se refiere a una red de relaciones. La Asamblea ha reflexionado en los espacios y territorios que debemos recorrer juntos, señalando, entre otros, la urbanización, sin olvidar el mundo rural; la movilidad humana en un mundo globalizado; las migraciones; la cultura digital, especialmente entre los jóvenes.
¿Qué se espera después del Sínodo?
El camino sinodal ha tenido varias etapas: la diocesana, la continental y la universal con dos sesiones. Ahora se abre la etapa de la recepción y aplicación del Sínodo. Esperamos y deseamos que el Sínodo no sea el final, sino la continuación del camino emprendido. Se trata de una llamada y compromiso para que el Sínodo inspire el estilo de un modo de ser y de vivir de la Iglesia constitutivamente sinodal. La semilla está echada y tiene que dar fruto con el riego de la gracia del Espíritu Santo y de nuestra obediencia fiel y generosa a la voluntad de Dios.
El Documento Final ofrecido al Santo Padre, el Papa Francisco, señalará el horizonte para responder a la pregunta guía: ¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión? En una Iglesia sinodal, que escucha al Espíritu Santo y está atenta a los signos de los tiempos, como pidió el Concilio Vaticano II, todo el Pueblo de Dios, pastores y fieles, estamos llamados a convertirnos y a renovarnos, para ser testigos vivos de Cristo y de su Evangelio en la Iglesia de Dios en camino hacia el Reino.