Cuando Disneyland Anaheim en California se inauguró el 17 de julio de 1955 como el primer parque temático de Disney de la historia, había dos nombres que aparecieron como los artífices de todo: Walt y Roy Disney. La compañía no tenía problemas en mencionar en aquel momento a otros grandes colaboradores como Buzz Price, un economista cercano a la compañía. Pero el nombre que se esforzaron concienzudamente en que no conocieras es el de alguien que llegó a ser vicepresidente.
Cornelius Vanderbilt Wood (conocido como C.V. Wood) era un desarrollador y empresario americano al que los hermanos Disney contrataron a principios de los 50 desde su Instituto de Investigación de la Universidad de Stanford para que estudiara la viabilidad de su futuro parque temático. Desde el principio, Wood demostró ser un brillante pensador con una visión clara para los proyectos, pero desde la compañía muchos se refirieron a él como un estafador.
Mucho ruido y pocas nueces
Claro que Walt siempre ha tenido una visión paternalista por sus empleados, lo que en el pasado ya le había metido en problemas. En los años 30 le llevó a una de las huelgas más significativas de la historia de la animación que para siempre contaminaría la imagen que sus empleados tenían de él. Durante el desarrollo de Disneyland, sin embargo, Wood y Disney llegaron a hacerse muy amigos. Wood tenía mucha labia y carisma, y acabó haciéndole ganarse un puesto de vicepresidente de Disneyland.
Sus responsabilidades eran amplias. Desde asesorar a Price con la localización, contratar a personal clave del parque, supervisar la construcción… Mientras se camelaba a muchos empleados en tiempo récord, otros en Disney seguían sin confiar en él. Era un hombre muy misterioso fuera del trabajo, y era el tipo de empresario que valoraba el dinero por encima del arte. Entre sus estrategemas a lo largo de los años se llegó a descubrir que había falsificado su título de la universidad, justo aquel por el que los hermanos Disney lo habían contratado.
Walt tardó en ver todo esto, pero en algún momento lo vió. Quienes lo conocían decían que era un hombre muy serio, y topar con alguien como Wood chocaba fuertemente con sus férreos ideales. Como habría hecho el propio Wood, se encargó de barrer su presencia de la compañía debajo de la alfombra. Cuando Disneyland se inauguró Wood fue despedido y considerado a partir de ese día persona non grata para la compañía.
Su carisma atrajo a otros en la compañía al exilio con él, y no tardarían en ponerse manos a la obra con una nueva empresa, Marco Enternainment, en la que vendiéndose como “el principal desarrollador de Disneyland” ante los inversores (algo que Disney desmentía) consiguiendo poner en marcha otros grandes proyectos de parques temáticos, siendo el principal de ellos el polémico y fallido Freedomland. Un ambicioso parque temático dedicado a la cultura americana y destinado al fracaso que resultó ser una estafa para abaratar el terreno.
