Animales con millones de años, cubiertos de ámbar: un guiño interesante a Jurassic Park. Investigadores de la Universidad Normal Capital de Pekín han descubierto una especie de avispa que data de hace 99 millones de años; vivió durante el Cretácico y se extinguió. Su cuerpo es similar al de una avispa actual, pero la mitad posterior de su abdomen se asemeja al de una planta carnívora, la Venus atrapamoscas.
En su estudio, publicado en la revista BMC Biology, los autores han categorizado a esta nueva especie como Sirenobethylus charybdis. El nombre proviene del monstruo mitológico Caribdis, que se cree utilizaba su abdomen para atrapar a sus presas.
Con métodos innovadores como el análisis de ADN ambiental y técnicas tradicionales de pesca, los investigadores buscan respuestas sobre la población actual de ajolotes en su hábitat. Las cifras son alarmantes: en 1998 había 6,000 por km², en 2004 solo 1,000, en 2008 la cantidad se desplomó a 100 y, en el último censo de 2014, apenas se registraron 36. Ahora, en 2025, más de una década después, un nuevo censo intenta revelar su situación. Todo apunta a que la cuenta regresiva hacia la extinción continúa.
¿Qué hallaron los científicos?
Los investigadores del Museo de Historia Natural de Dinamarca y la Universidad de Pekín encontraron los restos fosilizados de 16 avispas hembras adultas en la región de Kachin, al norte de Myanmar. Estos restos fueron conservados en ámbar de tal manera que permitieron ser analizados y descritos como una nueva especie. Todas presentaban un abdomen bastante extraño: “No se conoce nada similar en ningún otro insecto. El aparato abdominal redondeado, combinado con las cerdas a lo largo de los bordes, recuerda a la atrapamoscas (Dionaea muscipula), una planta carnívora que utiliza dos hojas opuestas para capturar presas”, reza el estudio.
Qiong Wu; Universidad Normal Capital de Pekín
Se comprobó que el extraño abdomen de la avispa estaba recubierto de cerdas peludas, lo que sugiere su función de agarre, a modo de mandíbula. A partir de ahí, los expertos plantearon varias hipótesis: podría haber servido al insecto para atrapar presas o para sujetar a un ejemplar macho durante el apareamiento. No obstante, la hipótesis más probable es que la avispa fuera una especie parásita, es decir, depositaba huevos en el cuerpo de sus huéspedes para incubarlos.
Un nuevo estudio de la Universidad de Richmond explica que a medida que aumente la temperatura global, la situación actual y futura no hará más que empeorar, con algunas excepciones.
Una especie extinta de avispa parásita
En el abdomen de esta nueva especie de avispa, las aletas convergen alrededor del ovipositor, el órgano a través del cual se depositan los huevos. Se cree que la función más probable de su extraña anatomía era inmovilizar temporalmente a criaturas como moscas y luego poner huevos en su interior, al igual que muchas avispas parásitas modernas.
“Imaginamos que habría esperado con su aparato abierto, lista para abalanzarse en cuanto un huésped potencial desencadenara su respuesta de captura”, añaden los autores del estudio. Sin embargo, consideran que es complejo comprobar qué hipótesis es la más correcta, dado que no hay ejemplares machos de la nueva especie de avispa para hacer una comparación y llegar a conclusiones.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.