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SANTIAGO SIGUERO
Actualizado
Cinco goles en dos partidos ha encajado el Madrid, que ha respondido con seis, lo que le ha dado para ganar un partido y dejarse en Vallecas dos puntos de esos que luego se echan de menos a la hora de hacer el conteo final. La entrada de Tchouaméni por Asencio no ha potenciado el eje central, y los laterales, con los dos titulares lesionados, siguen siendo posiciones manifiestamente mejorables en la mesa de operaciones de de la T4 de Valdebebas. Cinco goles que se ha llevado Courtois, al que no se discute, pero cuyas actuaciones paranormales tanto se echan de menos en este tramo crucial de la temporada.
La puesta en escena del Madrid fue tétrica, digna de una película azerbayana de serie Z. El equipo se descosió por los laterales (no en vano va el club a por Alexander-Arnold y Davies), los medios no ayudaron en las llegadas de la segunda línea rayista y el ataque, de puro líquido, se convirtió en gaseoso. Courtois tenía cerrada esta vez la sucursal de los milagros y encajó dos goles casi idénticos que sancionaron la enorme superioridad del Rayo en el primer tercio del partido.
Cabe reprocharle a Fede más aplicación defensiva, como a Modric, pero lo cierto es que el pedernal que tiene en la bota derecha fue el salvavidas que salvó al agonizante Madrid justo tras el 2-0 de los locales. Siempre está para un roto y un descosido, aunque quizá quepa reprocharle que no saque más el fusil a pasear.
De Frutos le hizo un lío tremendo a Fran García en la jugada del 1-0, que prolongó con un excelente centro al segundo palo. Su denominación de origen Valdebebas hace pensar qué hubiera sido de su carrera si, en el momento adecuado, se hubiera producido la circunstancia justa para permitirle progresar en el escalafón del Madrid. En cualquier caso, hay futbolista de sobra para brillar en Primera, una condición que comparte muchos compañeros de cole, pero nunca tantos como para hacer cambiar el plan del Madrid con la cantera.
Jude Bellingham ha cogido el DeLorean y se ha trasladado al arranque de la temporada 23-24, esa que arrancó con un promedio de un gol por partido que no se veía en el Madrid desde los tiempos de Cristiano. Su explosión multiplica de forma exponencial las opciones del Madrid de seguir soñando en grande, al tiempo que es árnica para el quejumbroso Mbappé, que con números superiores ofrece sensaciones menos saciantes.
Hubo penalti de Mumin a Vini. Martínez Munuera y González Fuertes lo liquidaron en nanosegundos. Vayan preparando las palomitas.