Si fuma, si bebe, si va a Glastonbury, Rose Ferguson (Londres, 1975) no le juzgará por ello. “No soy una santa. La mayor parte del tiempo intento cuidarme; como bien, apenas bebo alcohol —aunque diré que los refrescos son menos saludables— pero de vez en cuando salgo de fiesta. No hay nada que me guste más que bailar toda la noche con mis amigos y levantarme al día siguiente con la sensación de haberlo pasado mejor que nunca”, reconoce la consultora de Bienestar de Dior. El, probablemente, secreto del éxito de la “reina del reset”, como la describe el Financial Times
Rose Ferguson en el Royal Scotsman, el tren de Belmond que cuenta con un spa de Dior en uno de sus vagones.
Modelo antes que gurú, Ferguson vive desde 2010 en los Cotswolds con su marido, el artista Jake Chapman, sus tres hijas —de 24, 18 y 17 años— y sus cuatro perros, dos dachshunds y dos staffies “geniales”. Desde su granja en la campiña inglesa —en la región preferida por los ricos y famosos que quieren alejarse del mundanal ruido de la city— y rodeada de obras de arte de
Gilbert & George, Damien Hirst o Mat Collishaw, Rose asesora en términos de salud y nutrición a su amiga la cineasta Sam Taylor-Johnson, a la actriz Samantha Morton, al diseñador Kim Jones o a su íntima Kate Moss, la top con quien definió el canon de belleza de los años noventa fotografiadas por Corinne Day. Por aquel entonces su lema era “estar guapa, sentirme bien, salir mucho, dormir lo justo”, ha declarado. Por eso hoy se muestra indulgente con sus clientes, lo que no ha hecho sino acrecentar su fama. “Bueno, supongo que hay un par de cosas por las que marco la diferencia; uno, mi experiencia en la moda. La gente puede sentirse identificada conmigo porque sabe que no soy una santa”, insiste. “Viví unos años bastante agitados, por eso quienes vienen a mi consulta sienten que no voy a sentenciar su estilo de vida. Otro aspecto sería mi formación: he estudiado Nutrición naturopática, pero también Medicina funcional”, enumera. Sus seguidores suelen acudir a ella preocupados por la longevidad o la menopausia, o por estrés y fatiga. “Hay un dicho en medicina funcional: ‘No importa el problema, todo se trata igual porque actúas sobre todo el cuerpo”, aclara.
Aunque cuide de Kate Moss, la inglesa está decidida a democratizar la salud desde una perspectiva holística.“Me cabrea que el bienestar sea considerado elitista”, lamenta. “Me considero una persona curiosa y me gusta ayudar a la gente. Me parece un privilegio que alguien acuda a mí para mejorar su vida y tener la capacidad de conseguirlo”, desarrolla. Por eso, cuenta con su propio canal de bienestar digital, R Health Club, cuya membresía cuesta 19 libras al mes, y copresenta un pódcast, The Wellness Breakdown, que cualquiera puede escuchar. Además, sus consejos son en general muy fáciles de seguir. “Levántese y tome una ducha fría; sé que cuesta, pero es una de las cosas más sencillas que puede hacer para empezar bien el día, porque mantendrá sus niveles de dopamina estables durante la jornada”, subraya. “Haga una lista de tareas, y de las cosas por las que debería sentirse agradecido”, prosigue.
Hija de una kinesióloga, su abuela regentó uno de las primeros herbolarios de Inglaterra, por lo que las herramientas con las que trabaja siempre estuvieron presentes en su entorno y en su educación. La naturopatía era el remedio infalible a casi todos los males. Así que, cuando empezó a cansarse de viajar constantemente y del estrés de las semanas de la moda y las sesiones de fotos, Rose Ferguson tuvo diametralmente claro a qué se dedicarse. “Fue un compendio de cosas, pero al alcanzar la treintena sentí que era el momento de empezar una nueva etapa. Y la nutrición fue mi medio de curación”, admite. De vez en cuando, eso sí, retoma su oficio original. Hace seis meses, por ejemplo, desfiló en París para Miu Miu, la marca para la que, retratada por Corinne Day, protagonizó una de sus primeras campañas en 1994. “Vuelve la chica cool original”, tituló Vogue. Ella lo considera “una inmensa suerte”.
