El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, será investido el próximo 20 de enero, pero ya ha empezado a seleccionar a quienes formarán parte de su equipo en su segundo mandato. El republicano no guarda buen recuerdo de las decisiones que tomó cuando llegó por primera vez a la Casa Blanca. Ahora conoce los resortes del poder y está dispuesto a utilizarlos desde el principio. Sus primeros movimientos dejan señales preocupantes sobre su disposición a usar los poderes que han recibido los republicanos para forzar las costuras institucionales, al tiempo que marcan la línea dura con la que Trump planea iniciar su mandato.
Tras nombrar jefa de Gabinete a la fiel y controladora arquitecta de su campaña, Susie Wiles —la primera mujer que ocupará el cargo, que en EE UU es una especie de primera ministra en la sombra—, lo siguiente que hizo Trump fue señalar dos descartes: la exembajadora ante la ONU, Nikki Haley, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, en lo que sonó como un aviso a navegantes: quienes le han criticado en algún momento no se sentarán a su mesa. Trump ha elegido a Tom Homan como “zar de la frontera” —y tal denominación dice tanto como su trayectoria— partidario declarado de redadas en los centros de trabajo para ejecutar deportaciones masivas de inmigrantes en situación irregular y que ya aplicó medidas como separar a los niños migrantes de sus familias. Además, ha ofrecido a la ultra Elise Stefanik, que considera que la ONU es una “institución antisemita”, el puesto de embajadora ante Naciones Unidas.
Los primeros nombramientos de Trump, tras los mensajes autoritarios de su campaña, arrojan dudas sobre si se encontrará, como en 2016, con personas que se mantengan fieles a la Constitución antes que al líder e intenten frenar sus excesos. Tan preocupante como el perfil de los primeros elegidos es el hecho de que Trump pretenda usar de forma generalizada los “nombramientos en receso” para saltarse el procedimiento de confirmación por parte del Senado con un atajo legal. Cuenta para ello con la complicidad de algunos de los candidatos a liderar el grupo republicano en la Cámara, incluido Rick Scott, al que apoya Elon Musk, cuya creciente influencia está fuera de duda. Al tiempo que forma su equipo, Trump prepara las medidas que aprobará en su primer día, ese en el que dijo que sería un “dictador”. Que los decretos inaugurales se excedan o no de las competencias constitucionalmente atribuidas al presidente será otra señal clave de lo que cabe esperar de los próximos cuatro años.