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Medellín vibró con la alegría de los “runners” en su Maratón, acá la crónica del recorrido

Autor: Brandon Martinez Gonzalez

No hay mucho espacio. Se siente en el cuello la respiración de la persona que está parada detrás. El calor que hace es sofocante. La temperatura corporal es demasiado alta. Más porque, como pudimos, acabamos de calentar siguiendo, en poco menos de un metro cuadrado, las indicaciones que daba por un micrófono el entrenador de un reconocido gimnasio con sedes a nivel nacional.

-“Vamos, muevan un poco las piernas, hagamos skipping bajo. Muy bien, ahora suban más las rodillas. Así es, pónganle un poco más de intensidad. Den pequeños saltos. Eso es. No se queden quietos. Ya empezaron a sentir un poco más de dificultad al respirar. Necesitamos que suban la frecuencia cardiaca y la mantengan arriba”, ordenaba.

Como pudimos intentamos seguir las indicaciones. Hacerlo no fue fácil. Estamos uno encima del otro. Aquí, a pocos minutos de arrancar una carrera, nadie cede nada: no tiene cabida el cuento del espacio personal.

Todos luchamos por mantenernos cerca a la valla de adelante que, por el momento no nos deja pasar. Ese es el muro que trata de contener lo incontrolable. Hay cerca de 10.000 corredores aficionados esperando la señal para empezar la prueba de los 10k de la Maratón Medellín 2024.

Estamos a cerca de 500 metros de donde la prueba empieza en realidad. Adelante están los atletas paralímpicos, quienes con sus prótesis para atletismo, o en sus sillas de ruedas, reciben la orden para empezar la carrera. Para ellos, la espera quedó atrás.

Pero en el lote las pulsaciones no bajan. Cada uno busca un espacio, un carril para puntear en la salida. Se siente la ansiedad de los atletas por comenzar. Las marcas personales, los PR no pueden esperar más. Por eso se sienten pequeños empujones intencionales con la palma de la mano en la espalda, que van acompañados de una breve disculpa. No importa. Al fin y al cabo ya te corrieron un poco para atrás.

El cuerpo también recibe leves codazos que vienen de la derecha, la izquierda. Dan la orden de avanzar algunos metros. El mar de personas se descontrolar. Los cuerpos con la sangre caliente después de más de media hora de calentar, quieren salir a correr a una velocidad desbordada.

La emoción de empezar

“Despacio, despacio”, dice uno de los hombres de seguridad. La voz oficial anuncia que en dos minutos habrá luz verde para arrancar. El lote de corredores avanza un poco más. Entonces las fotos, los videos, los saludos de los familiares que están alentando desde los costados de la calle que separa Plaza Mayor del Edificio Inteligente de EPM.

-”Avancen hasta el arco de salida. Llegó el momento de empezar. No dejen de moverse. Piensen en todos los sacrificios, los entrenamientos que hicieron. Pongan la lista de reproducción que prepararon y disfruten. Ustedes van a hacer el conteo”, dice con gran emoción la voz oficial.

10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3… ya no se escucha más. En la parte de adelante del lote todo el mundo se concentra para arrancar.

Los corredores miran que los zapatos estén bien amarrados. Se animan antes de arrancar. Miran las pancartas de los lados, como esta que dice “tú puedes mamá”, y se motivan más. Ajustan los relojes que les medirán el tiempo. Ese aparato le ayudará a Angie Fandiño, una corredora que vino desde Bogotá, a saber si logra completar el recorrido en los 40 minutos que se puso como meta.

“Uno”, dice la voz y el río de gente rompe la cinta que le pusieron como dique para contenerla. Todos los corredores arrancan a un ritmo azaroso. El espacio sigue siendo poco para tantos corredores. Por eso algunos adelantan por los andenes y se posicionan bien adelante. Poco a poco arrancan su reto los atletas de la última prueba de esta edición de la Maratón Medellín.

Son las 8:40 a.m. de la mañana y la emoción del inicio de una carrera se siente por última vez en los cuerpos de los atletas que corren por las calles de Medellín. Los atletas salen por la avenida Ferrocarril, desbocados, para volver al lugar de donde empezaron y recibir una medalla. Lo hacen bajo un sol fuerte, que reemplazo la lluvia y el frío del inicio de la jornada dominical.

Ni la lluvia los detiene

Son las 5:30 de la mañana. El sol aún no ha salido en la ciudad y parece que se va a demorar. Cae una lluvia leve, nada parecida al aguacero torrencial que, con rayos y truenos fuertes, acompañó parte de la noche y las primeras horas de la madrugada, que llevó a que algunos corredores lo pensaran dos veces para llegar a la salida de los 42 y 21k.

“Pero ya me inscribí, tengo que ir sí o sí”, se dijo Ana María, una corredora que participó en la media maratón. El frío es indolente, penetra los huesos. Mas los atletas experimentados, que dicen que se sienten cómodos corriendo bajo la lluvia, no escatiman ningún esfuerzo. Los corredores de la maratón, que tenían hasta cinco horas y media para terminar los 42 kilómetros, bajan alegres por el puente de la calle San Juan hacia el occidente, mientras que del otro lado de la vía caminan quienes participarán en los 21k.

Quieren ingresar hacia el edificio EPM, pero el personal de seguridad no los deja. Mientras los corredores de la distancia reina no terminen su salida, solo pueden ingresar si pasan por debajo del deprimido de San Juan y luego saltan una vallas que hacen las veces de separador entre la vía y la acera contigua a la entrada norte del edificio EPM.

Muchos trotan a un ritmo leve, que no les quite mucha energía, para llegar a su corral de salida, calentar, estirar, poner el cuerpo a punto. Lo hacen bajo las indicaciones de un par de entrenadoras que les hablan desde la parte de arriba del arco que más adelante será la salida de los 10k.

La lluvia sigue, pero no logra detener a los corredores, que caminan como pueden por el camino que, después de pasar por el camino que hay entre los edificios del Teatro Metropolitano, los llevará a la calle de piedras que hay entre el edificio inteligente y la subida a Parques del Río.

Cuando llegan ahí, todos se pelean por conseguir un espacio, un carril, que les permita empezar a correr, iniciar la lucha entre el dolor de las piernas, lo pesado de la camiseta mojada y la idea que tienen en la cabeza de terminar, de cruzar la meta, de cumplirse, que los impulso como gasolina extra a un carro. Algunos, como el corredor colombiano Mauricio González (el de la foto con camiseta naranja), lo terminaron en un suspiro. El colombiano, que fue el único criollo que se quedó con el triunfo en las pruebas de Maratón y Media Maratón, terminó el recorrido en una hora, cuatro minutos y 10 segundos. Fue el primer corredor, de la jornada dominical, que logró cruzar la meta.

Después fueron llegando más: la ganadora de la Media Maratón femenina, los ganadores de los 42 kilómetros (ver módulos), y luego un mar de corredores en todas las distancias que debieron batallar por un espacio, como al principio de esta crónica, para poder terminar con la alegría desbordada de cumplir un anhelo personal.

24.000

deportistas se inscribieron en esta edición de la maratón de Medellín en todas las distancias.

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