Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se prevé la eliminación de importantes regulaciones ambientales relacionadas con la disminución de los gases de efecto invernadero de las centrales eléctricas y otras cuestiones más.
Y según un análisis del New York Times, basado en investigaciones de la Facultad de Derecho de Harvard, la Facultad de Derecho de Columbia y otras fuentes, contabilizaron más de 100 normas y políticas ambientales derogadas o desmanteladas durante su pasada administración. Y entre ellas muchas normas que regulaban el aire limpio, el agua, la vida silvestre y los productos químicos tóxicos.
Y aunque Trump intento acabar con la Ley de Especies en Peligro de Extinción, la acción legal ciudadana fue la respuesta a dicha postura que obtuvo un exitoso litigio que logro detener la destrucción del hábitat y la caza de trofeos de especies clave.
También se considera que se debilitará el compromiso climático global, y que las emisiones solo se reduzcan un 28% por debajo de los niveles de 2005 para 2030. Mientras que el objetivo actual de EE.UU. en virtud del Acuerdo de París es lograr una reducción del 50-52% para 2030.
Ahora bien, es probable que se recorte el presupuesto en investigación científica y programas medioambientales que protegen el aire y el agua, frenando con ello, el avance en la lucha contra el cambio climático. Al igual que habría recortes presupuestarios para los Fondos Internacionales (en materia de Cambio Climático).
Por otra parte, hay quienes piensan que Trump procederá a desmantelar la Agencia de Protección Ambiental (EPA), el organismo federal con más poder para hacer frente a la emergencia climática y ambiental.
El documento conocido como “Proyecto 2025” es un plan que busca promover políticas conservadoras. Y aunque Trump se distanció del documento, la plataforma de campaña republicana coincide con muchas de esas propuestas”
En opinión de ecologistas “prevén una vuelta a las políticas regresivas en ambos frentes. En sus intervenciones, el exmandatario ha manifestado su escepticismo sobre el cambio climático y parece estar dispuesto a retirar de nuevo a EEUU de los compromisos climáticos internacionales. Además, su enfoque en la expansión de combustibles fósiles y su posición en contra de las regulaciones ambientales pueden aumentar las emisiones globales de gases de efecto invernadero. A su vez, SEO/BirdLife ha indicado que su postura con respecto a las energías renovables es «igualmente problemática», ya que favorece la reducción de apoyos a las industrias de energía limpia en favor de los combustibles fósiles.”
Por otro lado, la organización de ecologistas ha remarcado que Trump ha sido crítico con los acuerdos internacionales sobre conservación y que su administración anterior redujo la protección de espacios naturales y desreguló áreas de conservación. En opinión de la ONG, esta desregulación normativa ambiental podría ser «devastadora» para los esfuerzos globales de conservación e influir de manera negativa en la protección de hábitats críticos a nivel global.
Pero hay otra cuestión, el endeudamiento del país, que contribuye a la crisis de la deuda, del clima y de la naturaleza, ahora se unen en un círculo vicioso (En cuanto a deuda externa, Estados Unidos es el país con mayor deuda, con 32,9 billones de dólares estadounidenses.), pues tendría que adoptar un enfoque basado en el Marco de Sostenibilidad de la Deuda (FSD)
Por ello, es difícil pensar que la política ambiental que se avecina con la nueva administración de Trump, no será sostenible.
No obstante lo anterior, hay temas comunes ambientales entre México y Estados Unidos principalmente en función de la relación comercio-medio ambiente, así como la cuestión de las cuencas entre los dos países, la pesca, el comercio de residuos peligrosos, los corredores de fauna en la frontera norte, el comercio de semillas transgénicas y el glifosato, la calidad del aire (cuencas atmosféricas binacionales: · San Diego/Tijuana · Imperial County/Mexicali · Ambos Nogales · Yuma/San Luis o Colorado · Paso del Norte (El Paso/Ciudad Juárez/Sunland Park).
Y hay que considerar que la frontera entre Estados Unidos y México aporta un ejemplo dinámico y complejo de los desafíos de la gestión ambiental binacional en el contexto de la integración económica. La frontera de aproximadamente tres mil kilómetros alberga a millones de personas que comparten aguas, aire, tierras y ecosistemas bajo estructuras institucionales diferentes y en diversas condiciones sociales.
No obstante, hay antecedentes de cooperación y colaboración ambiental entre ambos países como lo representa el Programa Ambiental México-Estados Unidos (suscrito por la SEMARNAT Y la EPA): Frontera 2025 (Programa Frontera 2025) que culmina hasta el siguiente año (2025), y cuyas metas estratégicas fueron:
Meta 1: Reducir la Contaminación del Aire Meta
2: Mejorar la Calidad del Agua Meta
3: Promover el Manejo Integral de Materiales y Residuos, y Sitios Limpios Meta
4: Mejorar la Preparación Conjunta y Respuesta a Emergencias Ambientales Peligrosas
Y esperamos que se construya otro programa ambiental binacional para el periodo del 2025 al 2030.
Por otro lado, tenemos que la Comisión de Cooperación Ambiental del Tratado entre los tres países, tiene el mandato de “abordar periódicamente el estado del medio ambiente en territorio de las Partes”. Por lo que el próximo año cuando se revise el Tratado, se deberá también abordar las cuestiones ambientales bajo un plan estratégico.
El tema más crítico sin duda será el cambio climático pues América del Norte padece ya graves daños económicos locales, así como alteraciones de los ecosistemas, sociales y culturales sustanciales, a raíz de fenómenos relacionados con el clima, incluidos huracanes, otras tormentas intensas, inundaciones, sequías, ondas de calor e incendios forestales más frecuentes.
Y un tema ambiental común en especial, será el suelo, ya que el aprovechamiento del suelo es una de las manifestaciones más portentosas de la presencia y del impacto físico del hombre en el planeta. Y más aún, el ser humano ha alterado los patrones mundiales y la ocurrencia de especies y ecosistemas. Varios estudios recientes confirman que los ecosistemas dominados por el hombre ya cubren un mayor porcentaje del suelo del globo que los ecosistemas naturales o “silvestres”. Según un cálculo reciente, más de 75 por ciento de los suelos sin hielo del planeta muestran signos de alteración debido a la presencia y a las actividades del ser humano, y menos de la cuarta parte siguen siendo tierras vírgenes. Lo anterior debido a que en el total, casi la tercera parte de la superficie de América del Norte se destina a aprovechamientos agrícolas. Aunque apenas representa 12 por ciento de la superficie agrícola del planeta, pero la región produce el 20 por ciento de los cereales del mundo y un porcentaje igual de carne, para lo cual hay que considerar el incremento de la población en el mundo y en particular en México y Estados Unidos, como un crecimiento en la demanda. En lo particular, resulta que los pastizales son uno de los ecosistemas en mayor peligro de extinción de la región. Y en 2001 alrededor de 55 especies de vida silvestre de los pastizales de Estados Unidos estaban amenazadas o en peligro de extinción. Mientras que en México, el sobrepastoreo está reduciendo la productividad de los pastizales y amenazando la biodiversidad.