Los demócratas denunciaron a los altos funcionarios de inteligencia del país por “comportamiento descuidado, negligente e incompetente” al discutir planes militares secretos en un chat grupal.

El martes, el presidente Donald Trump calificó una extraordinaria violación de la seguridad como una transgresión menor, al insistir en que altos funcionarios del gobierno no habían compartido información clasificada mientras discutían planes militares secretos en un chat grupal que incluía al editor jefe de la revista The Atlantic.
“Así que no era clasificada”, dijo Trump sobre la información durante una reunión con embajadores estadounidenses en la Casa Blanca. “Ahora bien, si se trata de información clasificada, probablemente sea un poco diferente, pero siempre digo que hay que aprender de cada experiencia”.
Trump también respaldó a su asesor de seguridad nacional, Michael Waltz, quien había añadido sin darse cuenta al periodista Jeffrey Goldberg al chat de la aplicación Signal, en el que participaban, entre otros, el vicepresidente JD Vance. En el chat, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, compartió información sobre el cronograma, los objetivos y los sistemas de armas que se utilizarían en un ataque contra los militantes hutíes en Yemen, según Goldberg.
“Creo que fue muy injusta la forma en que atacaron a Michael”, dijo el presidente refiriéndose a Waltz.
Exfuncionarios de seguridad nacional expresaron escepticismo de que la información compartida por Hegseth antes del ataque del 15 de marzo no fuera clasificada, dada la naturaleza de vida o muerte de la operación.
El presidente y el secretario de Defensa tienen facultades para afirmar, incluso con carácter retroactivo, que la información es desclasificada. Pero los funcionarios se han negado a responder a preguntas sobre los pormenores de la información o sobre quién, exactamente, determinó que no era clasificada y podía compartirse en Signal, una aplicación comercial encriptada.
Hegseth denunció a Goldberg a última hora del lunes, diciendo que había estado “traficando bulos una y otra vez”. Pero el martes por la mañana, al testificar ante el Senado, los dos principales funcionarios de inteligencia del país admitieron que los intercambios publicados por The Atlantic eran certeros.
Durante la reunión en la Casa Blanca, mientras los periodistas acribillaban al presidente a preguntas sobre la filtración, Trump se dirigió repetidamente a Waltz para que respondiera. Waltz intentó en gran medida redirigir el foco de atención, elogiando los ataques en Yemen y atacando a Goldberg.
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“A este en concreto, no lo conozco, nunca me he comunicado con él”, dijo, y añadió que “estamos investigando y revisando cómo demonios entró en esta sala”.
Trump llamó a Goldberg “canalla”.
Más tarde, el martes, Waltz dijo a la presentadora Laura Ingraham en Fox News “asumo toda la responsabilidad” por haber compartido los planes, y añadió que él había “creado el grupo” e inadvertidamente había añadido a Goldberg, aunque insistió en que “no le envío mensajes de texto, no está en mi teléfono”.
Pero la respuesta general de Trump y sus aliados —restar importancia al episodio y echar la culpa a un oponente— es una práctica trillada que el gobierno y su coro de partidarios han desplegado a lo largo de la carrera política del presidente en su intento de desviar las críticas. Trump se resiste a admitir errores y, aunque algunos demócratas han pedido la renuncia de Waltz y Hegseth, el presidente parece reacio a despedir a su personal. Hacerlo podría echar por tierra su argumento de que los primeros meses de su segundo mandato no han sido más que un éxito.
“Han hecho un gran tema de esto porque hemos tenido dos meses perfectos”, dijo Trump.
La versión del gobierno de Trump contradecía directamente la ofrecida en el explosivo informe de Goldberg publicado el lunes en The Atlantic. En su artículo, Goldberg compartió algunas capturas de pantalla y citas del chat grupal, pero dijo que había optado por no divulgar información más específica sobre planes de ataque y evaluaciones de daños en combate que podrían utilizarse para dañar al personal militar y de inteligencia estadounidense.
Goldberg rechazó las afirmaciones del gobierno de Trump de que no se compartió información clasificada, diciendo simplemente: “Se equivocan”.
Exfuncionarios de seguridad nacional que participaron en operaciones similares en gobiernos anteriores dijeron que se inclinaban a estar de acuerdo, incluso sin haber visto los mensajes.
“Cualquier detalle o hecho sobre una operación, por pequeño que sea, va a ser clasificado, especialmente antes de que la operación tenga lugar”, dijo Chris Meagher, quien fue un alto funcionario del Departamento de Defensa durante el gobierno de Joe Biden. “Con una operación así, no hay manera posible de que reconocer la existencia de esta misión no fuera clasificado”.
Durante una polémica audiencia del Comité de Inteligencia del Senado celebrada el martes, los demócratas denunciaron a los principales jefes de espionaje del país, John Ratcliffe, director de la CIA, y Tulsi Gabbard, directora de inteligencia nacional.
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Ambos estaban incluidos en el chat de Signal en cuestión, aunque Gabbard inicialmente no quiso responder a las preguntas de los senadores sobre si había participado. Cuando Ratcliffe confirmó su participación, ella hizo lo mismo.
“Esta dejadez, esta falta de respeto a nuestras agencias de inteligencia es totalmente inaceptable”, dijo el senador Michael Bennet, demócrata por Colorado, durante la audiencia, que se había programado hace semanas para la presentación de la “Evaluación mundial de amenazas” anual. “Tienen que hacerlo mejor”.
El senador Mark Warner, demócrata por Virginia, que ocupa la vicepresidencia del comité, estaba visiblemente enfadado al decir que los funcionarios de inteligencia y otras personas del chat grupal habían mostrado un “comportamiento descuidado, negligente e incompetente.” El senador Ron Wyden, demócrata por Oregón, sugirió que Hegseth y Waltz deberían renunciar. Muchos demócratas han hecho resurgir clips de Waltz y otros aliados de Trump de hace nueve años, cuando criticaban que Hillary Clinton empleara un servidor privado de correo electrónico cuando era secretaria de Estado.
Trump había hecho de la gestión de esos mensajes internos del Departamento de Estado un tema clave en su campaña de 2016, pidiendo que se realizaran investigaciones penales.
Durante la audiencia, Ratcliffe y Gabbard reconocieron la delicadeza de la información sobre los objetivos de los ataques, pero insistieron en que no se había compartido ninguna información delicada procedente de sus áreas de responsabilidad.
Ratcliffe dijo que correspondía a Hegseth, el secretario de Defensa, determinar qué información podía compartirse en una conversación no clasificada.
Aunque la información no estuviera clasificada, revelarla en un entorno no seguro podría violar la Ley de Espionaje de 1917. Según esa ley, lo que se conoce como información de defensa nacional no necesita estar clasificada para que difundurla sea perjudicial para la seguridad del país. El Departamento de Justicia rara vez persigue las infracciones que no implican material clasificado, y Trump ha conformado su gobierno con partidarios leales que han mostrado poco interés en desafiarlo a él o a sus funcionarios.
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“La nota de The Atlantic no es más que un sector de la comunidad de la seguridad nacional que repite el mismo y manido juego de hace años”, publicó en las redes sociales Steven Cheung, director de comunicación de la Casa Blanca.
Añadió que “en cada paso, las fuerzas anti-Trump han tratado de convertir acciones inocuas en armas y transformarlas en una falsa indignación que los medios de noticias falsas pueden utilizar para traficar desinformación. No dejen que los enemigos de Estados Unidos se salgan con la suya con estas mentiras”.
Otros altos funcionarios y aliados de Trump también han arremetido contra Goldberg.
Pero varios republicanos han expresado su preocupación por la inclusión de Goldberg en el chat y han reconocido que había sido un error. La mayoría, sin embargo, dijo que quería una sesión informativa completa antes de llegar a conclusiones. El senador Roger Wicker, por Misisipi, presidente de la Comisión de las Fuerzas Armadas, dijo que su comisión investigaría lo ocurrido, pero no dio más detalles.
“Estamos definitivamente preocupados”, dijo Wicker a los periodistas, y añadió que él y sus colegas del comité estaban “considerando nuestras opciones”.
El reportaje de Goldberg también planteaba la preocupación de que funcionarios del gobierno utilizaran Signal, una plataforma de mensajería no segura, y configuraran los mensajes para que se borraran automáticamente. La Ley de Archivos Presidenciales, promulgada en 1978, establece que el gobierno “se reservará y retendrá la plena propiedad, posesión y control de los archivos presidenciales”, lo que incluye los materiales que el personal del presidente haya creado o recibido en el desempeño de sus funciones oficiales.
Ratcliffe dijo que la Casa Blanca y la Agencia de Ciberseguridad y Seguridad de las Infraestructuras habían aprobado que altos funcionarios emplearan Signal, insinuando que, al estar cifrado, era más seguro que las líneas telefónicas ordinarias. El año pasado, uno de los principales servicios de inteligencia de China penetró en las redes no cifradas de las principales empresas de telecomunicaciones de Estados Unidos, lo que le permitió acceder a las llamadas telefónicas y a algunos mensajes de texto. Las autoridades han dicho que la medida de fomentar el uso de Signal y otras aplicaciones cifradas formaba parte de un esfuerzo por impedir que China y otros adversarios interceptaran las llamadas telefónicas normales.
Sin embargo, Signal no está aprobada para conversaciones clasificadas. Se supone que estas solo deben tener lugar a través de líneas especiales y seguras, y los interlocutores deben hablar desde el interior de una ubicación segura.
Una de las características de seguridad de Signal es que los usuarios pueden configurar los mensajes para que desaparezcan tras un periodo de tiempo. El martes, el grupo de vigilancia American Oversight presentó una demanda ante el Tribunal Federal de Distrito de Washington solicitando una orden judicial para preservar todos los mensajes de Signal en el chat grupal en cuestión.
Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, respondió a las preocupaciones sobre el uso de Signal.
“La Oficina del Asesor Jurídico de la Casa Blanca ha brindado orientación sobre diversas plataformas para que los funcionarios de alto rango del presidente Trump se comuniquen de la forma más segura y eficiente posible”, escribió en las redes sociales, sin nombrarlas.
Trump dijo que preferiría que los funcionarios se reunieran en persona, pero defendió su uso de Signal y sugirió que la culpa de lo ocurrido recae en la aplicación, no en Waltz.
“Es un equipo y una tecnología que no son perfectos”, dijo.
Colaboraron con reportería Adam Goldman, Julian Barnes, Robert Jimison y Chris Cameron.
Tyler Pager es corresponsal del Times en la Casa Blanca y reporta sobre el presidente Donald Trump y su gobierno. Más de Tyler Pager
David E. Sanger cubre el gobierno de Trump y una serie de temas de seguridad nacional. Ha sido periodista del Times durante más de cuatro décadas y ha escrito cuatro libros sobre política exterior y los desafíos a la seguridad nacional estadounidense. Más de David E. Sanger
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