El holgado triunfo de Donald Trump en las presidenciales de los Estados Unidos y su regreso a la Casa Blanca a partir de enero también se sentirán en la realidad de la política colombiana y en la situación de miles de connacionales que están en ese país en condición de migrantes ilegales.
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Aunque los dos coinciden en posiciones que pueden considerarse cercanas al populismo, el discurso de derecha dura de Trump choca de frente con el del presidente Gustavo Petro, que incluso fue señalado de tratar de interferir en la política interna de EE.UU. por los dardos que lanzó en contra del hoy electo primer mandatario de los Estados Unidos.
De hecho, en el tema del cambio climático, que es uno de los recurrentes en los discursos de Petro, son antípodas: una de las posiciones más controvertidas de Trump es su negación de ese fenómeno, que es frecuente en la retórica del presidente colombiano para hablar de una supuesta extinción inminente de la humanidad.
La política contra la explotación de petróleo y otros combustibles fósiles de la administración Petro, con sus eventuales afectaciones de empresas de los Estados Unidos que trabajan en ese campo, será entonces uno de los primeros ítems sobre Colombia que empezarán a aparecer en los informes al nuevo presidente de la superpotencia.
Retos en materia de migración
Colombia, señalan los analistas, podría empezar a sentir repercusiones por dos líneas generales del plan político de Trump: la mano dura contra la migración y su idea de gravar con aranceles de hasta el 30 por ciento las importaciones que llegan al mercado norteamericano, que es el principal comprador de productos colombianos (un 29 por ciento de las exportaciones, casi 10 mil millones de dólares este año, fueron enviadas hacia ese país).
En materia de migración, las deportaciones masivas podrían intensificarse a partir del 2025. Aunque en este 2024 el paso de connacionales a través del río Bravo (la frontera con México) ha sido menor, en 2023 la cifra llegó a los 167 mil colombianos detenidos.
Con Trump en el poder, señalan los expertos, también se hace mucho más remota la posibilidad de la eliminación de la visa para los colombianos, que la administración Petro le había pedido, sin mayores avances, al gobierno del presidente Joe Biden.
El nuevo presidente de Estados Unidos alega que la entrada irregular ha elevado la criminalidad en Estados Unidos, pedirá instaurar la pena de muerte a migrantes que asesinen estadounidenses, eliminaría la ciudadanía de nacimiento para los hijos de inmigrantes ilegales, expandiría el veto a personas que provengan de países “plagados por el terrorismo” y reversaría varias políticas aprobadas durante la administración Biden.
De acuerdo con Human Rights Watch en el último año y medio, más de 700.000 migrantes y solicitantes de asilo han cruzado el Tapón del Darién huyendo de la violencia, la persecución y de crisis humanitarias. Ello incluye cerca de 477.000 venezolanos, 60.000 ecuatorianos y 41.000 haitianos.
“Trump ha prometido reactivar programas como Remain in Mexico, aplicar normas de salud pública para reducir los cruces en la frontera, así como reinstaurar políticas como los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP) y el “Acuerdo de Cooperación de Asilo” con países centroamericanos. Estas medidas obligarían a los solicitantes de asilo a esperar fuera de EE. UU. hasta la resolución de su caso, lo que podría disuadir a colombianos y migrantes de otros países que pasan por Colombia”, aseguró el abogado Rodrigo Tannus de la firma Tannus y Asociados.
Relación con Venezuela y el manejo de la droga
Venezuela y los resultados de la lucha contra el narcotráfico serán dos temas candentes en las relaciones bilaterales. La posición tibia de Bogotá frente a las graves evidencias de fraude en las elecciones del 28 de julio, con las que Nicolás Maduro pretende asumir un nuevo periodo de seis años en enero del 2025, no tiene mayor acogida en los cuarteles generales de Trump, cuya primera administración ha sido señalada en discursos internacionales por el presidente Petro como supuesto origen del éxodo venezolano (y no las consecuencias económicas y políticas de la dictadura chavista).
Para el analista político Jairo Libreros un momento clave en la relación de los dos países depende de la posición que tome el 10 de enero Colombia frente a la asunción del poder de Maduro en Venezuela.
“Donald Trump va a hacer un gobierno mucho más centrado en los intereses nacionales, primero Estados Unidos. Pero en temas relacionados con la dictadura de Venezuela, de manera particular, la relación con Cuba y la relación con Nicaragua (las tres dictaduras claramente identificadas), la posición que adopte Colombia va a ser fundamental. Si Colombia desconoce la legitimidad de maduro se abre una ventana de trabajo muy importante con Donald Trump en la casa blanca, pero si no rechaza la legitimidad creo que ese va a ser el primer frente de batalla difícil que va a tener que gestionar la administración de Gustavo Petro”, manifestó Libreros.
Sin embargo, otro de los frentes es en los compromisos compartidos en materia de manejo de las drogas ilícitas.
Con los cultivos de coca por encima de las 253 mil hectáreas, los más altos desde que se llevan registros, con la producción de cocaína disparada también a niveles históricos y la destrucción de coca en sus mínimos (este año, apenas por las seis mil hectáreas), el tema de la lucha contra el narcotráfico probablemente será de nuevo prioritario en la agenda y eventual generador de ruidos entre los dos países.
“Gracias al creciente número de hectáreas de coca cultivadas que viene en un crecimiento desbordado, seremos vistos con desconfianza y algún grado de ineficiencia por el nuevo gobierno, sumado además a la creciente producción de cocaína en el país”, aseveró Gonzalo Araujo, socio de la firma de análisis político Orza.
Y agregó: “Con el crecimiento exponencial de los grupos armados al margen de la ley, y los recursos de cooperación destinados a este frente, estaremos en contaste evaluación y seguimiento”.
MARÍA ALEJANDRA GONZÁLEZ DUARTE
Redacción Política