Trump puede acabar (también) con el emblema de Estados Unidos

Como ya ocurrió durante el primer mandato de Donald Trump, la protección de la naturaleza y el cuidado del medio ambiente vuelven a estar seriamente amenazados en Estados Unidos. Bajo el pretexto de recortar el gasto público, el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) creado por el presidente Donald Trump y dirigido por el multimillonario Elon Musk, está revirtiendo las normativas medioambientales y desmantelando las agencias federales para la protección de la vida silvestre con miles de despidos. Uno de los organismos que se está viendo más afectado es el popular Servicio de Parques Nacionales (NPS), cuyo asalto está provocando acampadas ciudadanas frente a los centros de visitantes y manifestaciones ante los concesionarios de Tesla…

Otra de las medidas contra la naturaleza que está perpetrando el dueto Trump/Musk es la supresión de la Ley de Especies en Peligro de Extinción (ESA). Esta innovadora normativa conservacionista fue impulsada por el Dr. Lee Talbot, uno de los ecologistas más célebres de todos los tiempos, creador de los grandes parques nacionales africanos, como el Serengueti y el Masái Mara. Aprobada por unanimidad en el Congreso en 1973, bajo el mandato de Richard Nixon, gracias a su aplicación se logró salvar a numerosas especies amenazadas. Imitada por otros países que la adaptaron a su legislación medioambiental, la ESA es una ley fundamental en la lucha contra la pérdida de biodiversidad.

La ESA permitió salvar a numerosas especies que se encontraban a punto de desaparecer, como el cóndor de California, el manatí de Florida, la nutria marina o el lobo gris. Aunque uno de los casos más célebres es el del águila calva: la famosa rapaz que figura en el Gran Sello de la nación y que aparece en documentos oficiales, emblemas, billetes y en la bandera presidencial ante la que el propio Trump aparece luciendo la firma de sus polémicos edictos.

Considerada como animal sagrado por las tribus indígenas norteamericanas, que la veneraban y la protegían de cualquier amenaza, en la década de los sesenta apenas quedaban cuatrocientas parejas. Acosada por los cazadores furtivos y la destrucción de sus hábitats, y ante el rápido avance de la contaminación por DDT, cuyo uso como insecticida se había extendido por todo el país, la especie parecía abocada a la extinción. Hoy en día, gracias a las medidas impulsadas por la ESA, la población de águila calva ronda las catorce mil parejas reproductoras. Pero como alertan científicos y conservacionistas eso no significa que esté a salvo.

Para el biólogo John Kanter, responsable de la National Wildlife Federation, “La ESA ha jugado un papel crucial para salvar a esta especie y al resto de la vida silvestre en mayor riesgo de nuestra nación”, por lo que “cualquier paso atrás volvería a amenazarla”. En su lugar “deberíamos continuar construyendo sobre el legado de esta ley, comprometiéndonos con la recuperación de especies a través de la legislación”. Algo que no parece que vaya a ocurrir durante esta administración.

Llega el ‘Escuadrón de Dios’

Entre las amenazas a la protección del medio ambiente anunciadas esta vez por Donald Trump destaca la activación del denominado ‘Escuadrón de Dios’, un comité formado por representantes de la administración, fieles a Trump, así llamado por su capacidad para vetar y revertir cualquier normativa que se interponga entre la obligación de proteger la naturaleza y los planes del presidente.

Por ejemplo, una de las obsesiones de Trump es la de multiplicar la producción nacional de madera mediante talas indiscriminadas, incluso en espacios protegidos y aunque afecten a especies amparadas por la ESA. Y lo mismo ocurre con su cacareado impulso a la minería y a las explotaciones de petróleo y gas (“Drill, baby, drill”). Nada puede interponerse a la voluntad presidencial de hacer a la industria americana ‘más grande otra vez’, aunque sea a costa de su patrimonio natural, de la salud del medio ambiente y de sus habitantes o incluso amenazando la supervivencia del emblema de la nación.

En declaraciones al diario británico The Guardian, el prestigioso abogado ambientalista Drew Caputo, representante legal de la organización ecologista Earthjustice, denunciaba estos días que “la industria estadounidense no puede soportar que su capacidad para crecer de forma ilimitada y multiplicar sus beneficios se vea limitada por la necesidad de proteger la vida silvestre, una vida que ha estado evolucionando en la Tierra durante millones de años”. A juicio de este analista tanto los representantes de la industria como los del Partido Republicano llevan años intentando derogar la ESA y el resto de leyes que protegen la naturaleza, pero gracias al fuerte respaldo social sus artimañas han “fracasado estrepitosamente”. Hasta ahora.

Para éste y otros observadores la puesta en marcha del ‘Escuadrón de Dios’ podría representar la mayor amenaza gubernamental para la biodiversidad. Según Caputo, esta herramienta presidencial “puede llegar a comportarse como Dios y decidir qué especies existen y cuáles no”. En el caso de las medidas conservacionistas amparadas por la ESA, los miembros del también llamado “Escuadrón de Trump” son los que deciden si los beneficios económicos de sus planes superan los beneficios que supone el bienestar de las especies protegidas. Si deciden que sí, las especies se pueden dar por sentenciadas: aunque salgan en el escudo de quien firma la orden.

Entre las víctimas inminentes del Escuadrón estaría el salmón real o Chinook. Esta especie amenazada, a la que el mandatario calificó como “un pez esencialmente insignificante”, perdería su área más importante de reproducción si el anunciado proyecto de Trump de trasvasar agua desde el río Sacramento, situado al norte del estado de California, hasta el sur sale adelante. Además de ese modo lograría imponerse en el pulso que mantiene con el gobernador Gavin Newsom, al que muchos dan como el futuro candidato demócrata a la presidencia.

¡Todos los guardabosques a la calle!

En los últimos días Musk ha comunicado a Trump la idoneidad de proceder al despido del 40% de la plantilla del Servicio de Pesca y Vida Silvestre, otra de las instituciones que gozan de mayor apoyo entre la opinión pública estadounidense. Todo ello sin hablar del ataque frontal contra la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés) que ha supuesto colocar al frente de esta prestigiosa institución al polémico Lee Zeldin: uno de los mayores negacionistas climáticos del país, firme defensor de los combustibles fósiles y promotor de oleoductos.

En su primer día en la Casa Blanca, tras culminar su amenaza de retirar a Estados Unidos del Acuerdo climático de París, Donald Trump anunció 31 medidas para limitar la actividad de la EPA y favorecer la vía libre a la contaminación de las centrales térmicas y los motores de combustión, eliminar los objetivos de descarbonización en la industria, desincentivar el tratamiento de las aguas residuales y relegar muchas otras normas cruciales para preservar la salud del medio ambiente y de las personas.

Para Ben Jealous, director ejecutivo del Sierra Club, la mayor organización mediambiental de los Estados Unidos, “el pueblo estadounidense debería estar furioso. La EPA existe para protegernos de la contaminación que pone en peligro nuestras vidas y promover el cuidado del medio ambiente y la naturaleza, pero Trump y Musk intentan convertirla en la mejor aliada de las industrias contaminadoras”.

Un último detalle. El águila calva fue declarada oficialmente ave nacional de los Estados Unidos el día de Nochebuena de 2024, durante una de las últimas firmas ejecutivas del presidente Joe Biden. Muchos se preguntan si el empeño en desproteger a ésta y al resto de las especies salvaguardadas por la ESA no obedecerá a esa obsesión personal de Donald Trump por deshacer todo cuanto hizo Biden, incluso en un tema tan sensible para el pueblo estadounidense.

Como ya ocurrió durante el primer mandato de Donald Trump, la protección de la naturaleza y el cuidado del medio ambiente vuelven a estar seriamente amenazados en Estados Unidos. Bajo el pretexto de recortar el gasto público, el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) creado por el presidente Donald Trump y dirigido por el multimillonario Elon Musk, está revirtiendo las normativas medioambientales y desmantelando las agencias federales para la protección de la vida silvestre con miles de despidos. Uno de los organismos que se está viendo más afectado es el popular Servicio de Parques Nacionales (NPS), cuyo asalto está provocando acampadas ciudadanas frente a los centros de visitantes y manifestaciones ante los concesionarios de Tesla…