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Trump barre la era Biden con una avalancha de decretos contra la inmigración, la agenda verde y la diversidad

Autor: Miguel Jimenez

Donald Trump decidió no esperar a instalarse en la Casa Blanca para empezar a gobernar. El presidente se hizo instalar un escritorio en el escenario del Capital One Arena, el estadio cubierto desde el que sus fieles siguieron a través de pantallas la toma de posesión, para firmar allí sus primeros decretos, recién llegado del Capitolio. La multitud llevaba horas esperándole y le aclamó a su llegada con gritos de U-S-A y “lucha, lucha, lucha”, las palabras que pronunció tras sufrir un intento de asesinato. En la tribuna, junto a mienbros de su familia y de su equipo, presenció un desfile de tropas de casi una hora, encabezado por el casco y el uniforme del bombero que murió aquel día del atentado. Luego, tras un discurso en el que se colgó la medalla del mérito del alto en fuego en Oriente Próximo y repitió algunos de sus bulos habituales, se dirigió al asiento rojo donde había un montón de carpetas apiladas y empezó a firmar decretos.

El primer decreto fue la derogación de 78 órdenes ejecutivas de Joe Biden. El segundo, una congelación regulatoria para que las agencias federales no emitan más normas. El tercero, congelando las contrataciones de funcionarios. Con el cuarto, suprimió el teletrabajo para los empleados federales. El quinto pidió a las agencias del Gobierno trabajar para combatir la inflación, sin mucha concreción. El sexto y séptimo, la reirada del Acuerdo de París sobre emisiones. El octavo, uno para supuestamente restaurar la libertad de expresión. El noveno, para acabar con la persecución de adversarios políticos. Luego, Trump se fue a la Casa Blanca a fimar una montaña de decretos más.

Ya antes, en el discurso en el que proclamó el inicio de una “edad de oro” en Estados Unidos, anunció una “marea de cambio”. Su alocución concretó, mucho más de lo habitual en los discursos de jura del cargo, sus medidas inmediatas. Trump decidió aprobar una avalancha de decretos el primer día contra la inmigración, la agenda verde, la diversidad y otras materias para cerrar la era de su antecesor, Joe Biden. “Hoy firmaré una serie de órdenes ejecutivas históricas. Con estas acciones comenzaremos la completa restauración de Estados Unidos y la revolución del sentido común. Todo es cuestión de sentido común”, afirmó Trump en su discurso de investidura.

Trump proclamó una emergencia nacional en la frontera con México para acabar con la inmigración ilegal en el lote de la Casa Blanca. Su campaña electoral giró en buena medida en torno a la xenofobia y el ataque a los inmigrantes, señalados como chivo expiatorio. En su discurso de investidura insistió en la idea de que muchos vienen de las cárceles y los manicomios, cuando en su inmensa mayoría son familias en busca de oportunidades que huyen de la pobreza o la represión política.

“Primero, declararé una emergencia nacional en nuestra frontera sur. Se detendrá inmediatamente toda entrada ilegal y comenzaremos el proceso de devolver a millones y millones de extranjeros criminales a los lugares de donde vinieron. Reinstauraremos mi política de Quédate en México [que obliga a los solicitantes de asilo a permanecer al otro lado de la frontera mientras se tramitan sus peticiones]. Pondré fin a la práctica de captura y liberación. Y enviaré tropas a la frontera sur para repeler la desastrosa invasión de nuestro país”, dijo Trump. Nada más asumir el poder, su Administración suprimió la aplicación que permitía a los solicitantes de asilo pedir cita para acceder legalmente a Estados Unidos. Luego, llegado a la Casa Blanca, firmó los decretos correspondientes.

Declarar la emergencia permitirá a Trump implicar al ejército en la seguridad fronteriza, aunque esa medida puede ser impugnada en los tribunales, pues la ley pone estrictos límites a las Fuerzas Armadas sobre cómo pueden operar en territorio estadounidense. “Las Fuerzas Armadas, incluida la Guardia Nacional, participarán en la seguridad fronteriza, que es seguridad nacional, y se desplegarán en la frontera para ayudar al personal policial existente”, anunció el equipo de transición de Trump.

La misma fuente señaló que el Departamento de Justicia buscará la pena de muerte como castigo apropiado para crímenes en los que mueran agentes del orden y a los cometidos por “inmigrantes ilegales que mutilan y asesinan a estadounidenses”. “Ordenaré a nuestro Gobierno que utilice todo el inmenso poder de las fuerzas del orden federales y estatales para eliminar la presencia de todas las redes criminales de bandas extranjeras, que traen una delincuencia devastadora a suelo estadounidense, incluidas nuestras ciudades y centros urbanos”, dijo Trump.

Emergencia fronteriza

La declaración de emergencia fronteriza, pese a que las entradas de inmigrantes han caído drásticamente en los últimos meses, dará potestad también a Trump para utilizar fondos para construir el muro con México sin necesidad de aprobación del Congreso.

Como ya había anticipado, el presidente designó a los cárteles de la droga como “terroristas globales”, lo que permitirá endurecer su persecución y las sanciones.

Además, renombrará el golfo de México como golfo de América. Los nombres son facultad que puede ejercer mediante orden ejecutiva, pese a que los geógrafos de la Administración desaconsejan los cambios de nombre sin razones poderosas. Otra cosa es que la denominación cuaje más allá de Estados Unidos.

En materia energética, Trump decidió declarar también una emergencia, a pesar de que la producción de crudo está en máximos históricos y no se percibe ninguna escasez al respecto. Dará “rienda suelta” a la energía estadounidense, poniendo fin a lo que su equipo denomina “políticas de extremismo climático de Biden”. Cuando Trump afirmó que sería “dictador” el primer día, uno de los motivos era para “perforar, perforar, perforar” en busca de petróleo, una frase que repitió en su discurso de investidura. El presidente agilizará los permisos y revisará para su anulación todas las regulaciones que imponen cargas que considere indebidas a la producción y el uso de energía, incluyendo la minería y el procesamiento de minerales no combustibles.

Trump decidió también eliminar límites regulatorios y de emisiones con respecto a productos como los vehículos, flexibilizando los límites de contaminación de los coches y las normas de ahorro de combustible. “Podrás comprar el coche que elijas”, simplificó, cuando ahora también es posible hacerlo.

También acordó suprimir regulaciones medioambientales sobre los cabezales de ducha ―una peculiar obsesión del presidente―, inodoros, lavadoras, bombillas y lavavajillas. Además, su equipo de transición asegura que Trump volverá a decidir retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el clima, como ya hizo durante su primer mandato. En su ofensiva contra las renovables, resolvió poner fin “al arrendamiento de parques eólicos masivos que degradan los paisajes naturales y no sirven a los consumidores de energía estadounidenses”.

Aunque Trump proclamó que el principio de “Estados Unidos primero” se aplicará a la política comercial y a pesar de que los aranceles son una de sus promesas estrella, no los impondrá todavía. Sin embargo, sí ordenará a las agencias federales que inicien una investigación sobre las prácticas comerciales y monetarias desleales, con el foco puesto en los países con los que Estados Unidos tiene déficit comercial. Asimismo, emprenderá una ofensiva inmediata contra los productos falsificados y pondrá en revisión una exención especial que permite que los productos de bajo valor entren en el país libres de aranceles, una vía que usan empresas chinas como Temu y Alibaba. En su discurso, rebajó “aranceles” del puesto que le había dado como palabra más bonita del mundo y antepuso “Dios”, “religión” y “amor”.

“En lugar de gravar a nuestros ciudadanos para enriquecer a otros países, impondremos aranceles e impuestos a los países extranjeros para enriquecer a nuestros ciudadanos. Para ello, vamos a crear el Servicio de Ingresos Exteriores [una agencia tributaria paralela a la actual, de Ingresos Internos] para recaudar todos los aranceles, derechos e ingresos. Serán cantidades masivas de dinero que entrarán en nuestro tesoro, procedentes de fuentes extranjeras”, aseguró Trump.

Asimismo, someterá a examen el cumplimiento por parte de China de un acuerdo comercial que firmó en su primer mandato, así como el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá, que sustituyó en 2020, también bajo la presidencia de Trump, al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Contra los funcionarios

El nuevo presidente decidió poner fin a las políticas de trabajo remoto de los empleados públicos y ordenará que vuelvan a la oficina 4-5 días a la semana. Trump prevé congelar la contratación de funcionarios, excepto en áreas esenciales, “para poner fin a la avalancha de activistas de diversidad, igualdad e inclusión inútiles y con sueldos excesivos, enterrados en la fuerza laboral federal”, según su equipo. Trump pretende acabar con esas políticas inclusivas y de diversidad en toda la Administración.

Como parte de esa guerra cultural, el nuevo presidente “establecerá la existencia de lo masculino y lo femenino como realidad biológica y protegerá a las mujeres de la ideología radical de género”, según su equipo. Trump lo adelantó en su discurso: “Pondré fin a la política gubernamental de tratar de imponer socialmente la raza y el género en todos los aspectos de la vida pública y privada. Forjaremos una sociedad ciega al color y basada en el mérito. A partir de hoy, la política oficial del Gobierno de Estados Unidos será que solo hay dos géneros, masculino y femenino”, proclamó.

Eso implica establecer vía decreto definiciones de sexo biológico para los trabajadores federales y como parte de las directrices para las escuelas. Su equipo también anunció el fin de las protecciones para las personas trans en las prisiones federales (uno de los ejes de la campaña republicana, que se gastaron decenas de millones de dólares en atacar) y para los inmigrantes transgénero bajo custodia estadounidense.

Parte de las órdenes ejecutivas del primer día fueron redactadas para derogar lo que los republicanos consideran “regulaciones onerosas y radicales” que Biden aprobó y que aún no han entrado en vigor. Otras son más simbólicas que efectivas. La libertad de expresión está protegida constitucionalmente. Pese a ello, Trump dijo en su discurso: “Firmaré una orden ejecutiva para poner fin inmediatamente a toda censura gubernamental y devolver la libertad de expresión a Estados Unidos”.

“Esta semana, reincorporaré a todos los miembros del servicio que fueron expulsados injustamente de nuestro ejército por oponerse al mandato de la vacuna contra la covid, con el pago completo de sus salarios atrasados. Y firmaré una orden para impedir que nuestros guerreros sean sometidos a teorías políticas radicales y experimentos sociales mientras están de servicio. Esto terminará inmediatamente”, dijo también Trump.

El republicano prometió el domingo emitir una orden ejecutiva para dar a la red social TikTok, más tiempo para dejar de estar bajo control chino. También prometió la víspera de su toma de posesión (y muchas veces antes) indultar a condenados por el asalto al Capitolio, aunque en su discurso de investidura, sobre ese mismo escenario, prefirió no abordar la cuestión.

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