La mayoría de las otras tradiciones inaugurales que hoy son icónicas también se remontan a Thomas Jefferson. En 1801 fue el primer presidente investido en el Capitolio de Washington D.C., aún en construcción. Invitó a la Banda de los Marines de EE. UU. a tocar en la ceremonia y les dio el sobrenombre de “The President’s Own”.
Tras ganar la reelección cuatro años más tarde, Jefferson inspiró el desfile inaugural cuando un grupo espontáneo de personas se alineó en las calles para verle llegar a caballo a la Casa Blanca, que abrió al público para la primera jornada de puertas abiertas.
Desde entonces, los desfiles inaugurales han sido cada vez más elaborados, con carrozas, actuaciones musicales y tribunas desde las que los presidentes observan el desfile, que dura horas. En 1977, Jimmy Carter inició la tradición moderna de que los presidentes regresen a pie a la Casa Blanca desde el Capitolio. Como explica la Asociación Histórica de la Casa Blanca, Carter pretendía señalar a los estadounidenses que sería un presidente “disponible para todos los ciudadanos”.
Los desfiles se alargaron tanto que los presidentes dejaron de ofrecer recepciones, aunque no antes de 1829, cuando Andrew Jackson tuvo que escapar de 20 000 admiradores a través de una ventana de la Casa Blanca.
En 1809, James Madison fue el primer presidente que celebró un baile formal el día de la toma de posesión. Al baile acudieron 400 invitados, organizado por la primera dama Dolley Madison en un hotel de Capitol Hill. Con el paso de los años, la tradición se fue extendiendo y, en la actualidad, suele haber docenas de bailes de investidura oficiales y no oficiales.
Con el paso de los años, las ceremonias se han convertido en asuntos cada vez más públicos, y los detalles se comparten más ampliamente con cada nuevo avance tecnológico disponible. Las noticias de la investidura presidencial se transmitieron por primera vez por telégrafo en 1845 (James Polk), por radio nacional en 1925 (Calvin Coolidge), por televisión en 1949 (Harry Truman) y por Internet en 1997 (Bill Clinton).
“Con el tiempo, lo que vemos es una expansión gradual de la participación del público como testigo de la historia”, afirma Costello. “Que puedan oír los discursos de investidura, que puedan ver la ceremonia de juramento… les permite ver realmente el traspaso de poder”.
Este año, habrá un importante cambio en la tradición, el acto oficial del juramento del cargo se hará en el interior del Capitolio debido a la amenaza de temperaturas extremadamente bajas en Washington DC. Pero los ritos de toma de posesión ya habían resistido crisis nacionales en el pasado, y a veces han evolucionado para adaptarse al momento.
Sin ir más lejos, la toma de posesión de Joe Biden en 2023 fue un poco diferente. Hubo restricciones de seguridad debidas tanto a la pandemia como a las amenazas de actos violentos, ya que dos semanas antes se había producido un violento asalto del Capitolio por parte de algunos ciudadanos
En 1861, siete estados del Sur acababan de separarse de la Unión en protesta por la elección del norteño antiesclavista Abraham Lincoln. Según la Biblioteca del Congreso, “el Gobierno federal estaba en guardia contra la insurrección y un posible atentado contra Lincoln. Los cañones, preparados y cargados, se alineaban en la avenida Pennsylvania, y los francotiradores de los tejados vigilaban a la multitud de simpatizantes mientras la comitiva presidencial se dirigía hacia el Capitolio”.
No obstante, Lincoln juró el cargo ante la multitud y pronunció un discurso inaugural en el que apeló a los “mejores ángeles” de sus compatriotas para que “no fueran enemigos, sino amigos”. Cuatro años más tarde, en plena Guerra Civil, volvió a presentarse ante una multitud para instar a una nación dividida a reconciliarse “sin malicia hacia nadie; con caridad para todos”. La segunda toma de posesión de Lincoln fue también la primera vez que se invitó a afroamericanos a participar en un desfile inaugural.
En 1945, otra guerra llevó a Franklin Roosevelt a reducir su cuarta toma de posesión. En su cuarto año de lucha en la Segunda Guerra Mundial, la nación estaba racionando los suministros, desde los alimentos hasta la gasolina y la leña. En aras de la austeridad, Roosevelt decidió cancelar el desfile inaugural y los bailes, y celebrar una simple toma de posesión pública en la Casa Blanca, en lugar de en el Capitolio.