La presidenta de la Fundación Española de la Nutrición y catedrática de Pediatría, Rosaura Leis, defiende hoy la dieta altántica como «un ejemplo para el mundo» en las jornadas Luis Asorey de la Academia Galega de Ciencias (RAGC).
¿Cómo influye en la menor prevalencia de ciertas enfermedades y en la mayor longevidad con calidad de vida?
La dieta atlántica, en la que Galicia y el norte de Portugal son referentes, se asocia con una de las poblaciones más longevas del mundo. Esto se debe no solo al patrón alimentario, sino también a nuestro estilo de vida. Estudios recientes, como el GALIAT en Galicia, han demostrado que seguir la dieta atlántica y realizar actividad física durante seis meses mejora indicadores metabólicos como el índice de masa corporal, reduce la obesidad y mejora el perfil lipídico y otros biomarcadores. Estas intervenciones contribuyen a reducir el riesgo cardiometabólico, siendo clave para prevenir las enfermedades, que son hoy la principal causa de morbilidad y de mortalidad, asociadas a los estilos de vida poco saludables.
¿Qué aspectos de nuestra preparación culinaria tradicional favorecen esta salud?
Nuestra dieta prioriza alimentos locales y de temporada, cocinados de forma saludable, como al horno o hervidos, frente a las frituras. Por ejemplo, platos tradicionales como el pulpo «á feira», que combinan alimentos funcionales como los productos del mar, aceite de oliva y el pimentón. Son saludables y representativos. Además, el consumo de lácteos, especialmente queso, con su importante contenido en calcio y vitamina D, esenciales para mantener la salud ósea y otros alimentos como legumbres, frutas, verduras del género brassica (grelos), que aportan componentes funcionales, y cereales integrales.
¿Qué papel juega la tradición social y familiar en la dieta?
Es fundamental. Nuestra cultura culinaria incluye celebraciones en torno a la mesa y un fuerte vínculo intergeneracional. Los abuelos, por ejemplo, deben jugar un papel clave en la transmisión de la tradición gastronómica. Además, el cómo y cuándo comemos son igual de importantes: compartir la comida en familia y mantener horarios regulares favorecen una buena programación metabólica.
Usted ha dicho que las generaciones futuras podrían vivir menos tiempo o con peor calidad de vida que sus abuelos. ¿Cómo ve este desafío?
Es preocupante que nuestros niños y adolescentes estén adoptando patrones alimentarios más occidentalizados, ricos en grasas saturadas y azúcares simples, alejándose de la dieta atlántica. Esto contribuye a la alta prevalencia de obesidad infantil. Recuperar nuestras tradiciones alimentarias es crucial, y su promoción debe centrarse especialmente en la familia y la escuela: los comedores escolares deberían ser espacios de educación nutricional y los estilos de vida saludables formar parte del currículo escolar.
¿Qué otros productos preocupan a nivel nutricional, como las bebidas energéticas?
Las mal llamadas bebidas energéticas, que son realmente estimulantes, son un ejemplo claro. Contienen altas dosis de cafeína y azúcares, lo que supone un importante riesgo para la salud de los niños y adolescentes ya que su consumo está aumentando e iniciándose cada vez a edades más tempranas. Además, el consumo se asemeja a la inversión de la pirámide alimentaria que recomendamos, con una ingesta excesiva de alimentos ricos en grasas trans, bollería y bebidas o zumos con azúcares añadidos . La bebida debe ser siempre el agua, y en cuanto a frutas, es mejor consumirlas enteras que en zumo.
¿Qué soluciones propondría para mejorar este panorama?
Necesitamos un enfoque integral. Además de implicar a familias y escuelas, deberíamos fomentar la planificación de comidas saludables y sostenibles, siguiendo el patrón de la dieta atlántica.
«No solo es sana, sino sostenible y con baja huella de carbono»
Construir sistemas agroalimentarios robustos y sostenibles es otro de los retos de futuro. ¿Cómo se posiciona Galicia?
Las dietas sostenibles generan un bajo impacto ambiental en el medio, contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional, y permiten que las generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable. En este sentido, nuestra dieta también ha demostrado tener una baja huella de carbono y huella hídrica, siendo considerada como sostenible.
¿Cómo se puede adaptar para garantizar la salud y bienestar de las generaciones futuras?
La infancia y la adolescencia constituyen un período clave en el que se establecen los hábitos alimentarios y de estilo de vida que se mantendrán a lo largo de toda la vida. La adopción del patrón de consumo de la dieta atlántica a través de la herencia familiar será una herramienta para la prevención de múltiples enfermedades. La dieta atlántica es un modelo saludable y sostenible que podría servir de referente para el mundo.
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