San Bernabé fue un personaje importante en el cristianismo primitivo, mencionado en el Nuevo Testamento. Según los Hechos de los Apóstoles, Bernabé era un levita judío de Chipre que, junto con el apóstol Pablo, desempeñó un papel significativo en la expansión del cristianismo.
Bernabé fue uno de los primeros discípulos en Jerusalén y vendió una propiedad para ayudar a financiar la comunidad cristiana emergente. También fue conocido por su generosidad y su disposición a dar la bienvenida a los recién convertidos, como Saulo (más tarde conocido como Pablo), cuando otros desconfiaban de él debido a su pasado como perseguidor de cristianos.
La especial historia de San Bernabé y el apóstol Pablo
Una vez convertido a la causa de Cristo, el Espíritu Santo le fue confiando a Bernabé misiones específicas, las que cumplió con celo y generosidad. Esto le valió, en los hechos, ser contado entre los Apóstoles, de manera muy similar a la de San Pablo.
Bernabé era apreciado por ser “hombre bondadoso, lleno de Espíritu Santo y de mucha fe” (Hechos 11, 24). Nació en Chipre y perteneció a la tribu de Levi; su verdadero nombre fue “José”. Quienes le cambiaron de nombre fueron los otros apóstoles, quienes empezaron a llamarlo “Bernabé”, que según San Lucas significa “el que anima y entusiasma” o “el esforzado”; aunque etimológicamente, dada la raíz aramea del término, podría entenderse también como “el hijo del profeta”.
Años más tarde, Bernabé acompañó a Pablo en su primer viaje misionero, visitando varias ciudades para predicar el Evangelio y establecer nuevas comunidades cristianas. Aunque tuvieron desacuerdos en algunos asuntos, su asociación fue fundamental para el desarrollo temprano del cristianismo.
La festividad de Santa Bernabé se celebra el 11 de junio en el calendario litúrgico católico y en algunas tradiciones ortodoxas, recordando su contribución al trabajo misionero y su papel en la formación de la Iglesia primitiva.
Dios nuestro, que, después de haber infundido
en abundancia la fe y el Espíritu Santo en San Bernabé,
lo destinaste para que anunciara a los pueblos paganos
el mensaje de salvación, haz que el Evangelio de Cristo,
que él predicó valerosamente, sea proclamado con
fidelidad por nuestras palabras y nuestras obras.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Amén.
