- Autor, Redacción
- Título del autor, BBC News Mundo
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El padre y la madrastra de Sara Sharif fueron condenados a cadena perpetua por el asesinato de la pequeña de 10 años.
El cuerpo de Sara fue encontrado en su casa, en Surrey, al sureste de Londres, el 10 de agosto de 2023. La niña estaba sola, cubierta por una manta, en una litera.
Advertencia: este artículo contiene descripciones que pueden ser perturbadoras para algunos lectores.
Tenía decenas de heridas, incluidas quemaduras, extensos moretones, fracturas y probables marcas de mordeduras humanas. Había muerto dos días antes.
Su padre, Urfan Sharif, de 43 años de edad, y su madrastra, Beinash Batool, de 30, recibieron la sentencia por perpetrar “una campaña de tortura” contra una “pequeña niña muy valiente con un espíritu inextinguible”, según el juez que presidió el juicio.
El tío de Sara, Faisal Malik, fue condenado a 16 años de cárcel por causar o permitir la muerte de una menor, aunque no fue encontrado culpable de asesinato.
En declaraciones leídas en el tribunal, la madre de Sara Olga tildó a los acusados de “sádicos” y “verdugos”.
Cuando la niña fue encontrada por la policía, su padre, su madrastra y el resto de la familia habían huido a Pakistán.
Desde ese país, poco después de aterrizar, Sharif llamó a la policía en Inglaterra y le dijo al operador que había matado a Sara.
La fiscalía de Inglaterra informó que durante esa llamada Sharif dijo que había “castigado con legalidad” a la niña y que ésta había muerto. Y argumentó que la había golpeado, pero que “no tenía intención” de matarla.
Cuando la policía encontró el cuerpo de la niña en la casa de la familia, descubrió una nota escrita por Sharif en la que decía que él la había matado y que “había perdido el control”.
Mientras, en Pakistán, la policía lanzó una búsqueda para localizar a Sharif, a su esposa, Beinash Batool, y al hermano de Sharif, Faisal Malik.
Cuando los encontraron fueron enviados en un vuelo de regreso a Reino Unido.
Los tres sospechosos fueron arrestados por la policía británica a su llegada al aeropuerto de Gatwick en Londres.
“Campaña de abusos”
El juicio por asesinato contra Sharif, Batool y Malik comenzó poco más de un año después de que Sara fuera encontrada muerta en su casa.
Durante el juicio, que duró ocho semanas, el jurado escuchó detalles desgarradores de la corta y desesperada vida de Sara.
Se dieron descripciones de “la campaña” de torturas, palizas, abusos y lesiones que la niña sufrió durante años en manos de su padre y su madrastra.
Uno de los momentos más perturbadores del juicio fue cuando se mostró un video de la niña bailando dos días antes de que fuera asesinada.
“Es desgarrador verlo”, dijo el fiscal William Emlyn Jones al jurado después de mostrarles las imágenes.
A primera vista parecía un video casero filmado en un hogar como cualquier otro. Aparecía Sara bailando delante del televisor.
Pero, al examinarlo más detalladamente, podía verse que a la niña le faltaba una pequeña porción del dedo y mostraba un rasguño profundo en la nariz.
“Golpeada severamente y cubierta de moretones bajo la ropa, con heridas abiertas de quemaduras en los glúteos y los tobillos, pero seguía haciendo todo lo posible por divertirse, por comportarse como una niña“, declaró el fiscal en el juicio.
“Se movía con cierta torpeza, lucía demacrada y con las mejillas hundidas, pero en ese momento estaba viva, aunque solo por un poco más de tiempo”.
La gravedad de sus heridas se descubrió posteriormente.
La autopsia determinó que tenía 71 lesiones externas, incluidos hematomas, quemaduras con plancha y con agua hirviendo y “probables marcas de mordeduras humanas”.
También tenía al menos 25 fracturas, incluida una en el hueso hioides del cuello y 11 en la columna vertebral por haber sido golpeada con un bate de críquet, un poste de metal y un teléfono móvil.
“Bajo protección” desde su nacimiento
Sara nació el 11 de enero de 2013 y de inmediato fue incorporada a un plan de protección infantil debido a preocupaciones existentes sobre sus padres.
Sharif se había casado con la madre de Sara, Olga Domin, en 2009, pero se separaron en 2015 en medio de una batalla judicial por la custodia de la niña con ambos acusándose mutuamente de abuso.
Un año antes de la separación, Sara fue colocada bajo cuidado temporal del estado y, en 2015, en un refugio cuando Domin acusó a Sharif de abuso doméstico.
Sara continuó viviendo con su madre hasta 2019 cuando un tribunal de familia decidió otorgar la custodia de la niña a su padre, Sharif, que para entonces ya se había divorciado de Domin y casado con Batool.
La escuela primaria de Sara comenzó a notar hematomas en su cara en junio de 2022.
Cuando se le preguntaba por las lesiones, la niña hacía relatos contradictorios sobre cómo se había lastimado.
La fiscalía informó que a partir de enero de 2023 Sara empezó a llevar un hiyab (un pañuelo musulmán) a la escuela que le ocultaba gran parte de la cara.
En marzo, la escuela notó que tenía moretones en el rostro que eran visibles cuando se apartaba el hiyab de la cara.
Un mes después, Urfan Sharif envió un correo electrónico a la escuela para comunicarle que Sara sería apartada de las aulas y empezaría a recibir clases en su casa con efecto inmediato.
En el juicio, los tres acusados aceptaron que Sara había sido sometida a abusos dentro de la casa en las semanas anteriores a su muerte, pero todos negaron haberla matado.
Pero en la nota que Sharif dejó junto al cuerpo de la niña antes de huir a Pakistán, había escrito: “Quienquiera que vea esta nota, fui yo, Urfan Sharif, el que mató a mi hija a golpes”.
Sin embargo, durante el juicio, Sharif afirmó inicialmente que Batool era la responsable de la muerte de la niña y le dijo al jurado que la confesión en la nota y en la posterior llamada telefónica a la policía, era falsa y la había hecho para proteger a su esposa.
Después, en un dramático giro durante el interrogatorio, Sharif aceptó “toda la responsabilidad” por la muerte de su hija. “Murió por mi culpa”, declaró.
Sharif, de 43 años, y Batool, de 30, fueron declarados culpables de asesinato el 11 de diciembre tras un juicio que puso de manifiesto la brutal violencia que ejercieron sobre la niña.
El hermano de Sharif, Faisal Malik, de 29 años, fue declarado culpable de causar o permitir la muerte de una niña.
Tras el veredicto, el detective encargado del caso, Mark Chapman, dijo que nunca había visto “un sufrimiento tan horrible en una persona joven” en sus 30 años de carrera.
“Es uno de esos casos que toca a cada una de las personas involucradas, y estoy seguro de que también ha tocado a muchos miembros de la comunidad”, añadió.
La sentencia se anunció este martes 17 de diciembre tras una audiencia de tres horas en la que el magistrado John Patrick Cavanagh declaró que la muerte de Sara “fue la culminación de años de negligencia, asaltos frecuentes y lo que sólo puede describirse como tortura”.
Urfan Sharif tendrá que cumplir por lo menos 40 años de cárcel, mientras que Beinash Batool tendrá que cumplir un mínimo de 33 años. Por su parte, Faisal Malik estará en prisión 16 años.
“Las sentencias reflejan la crueldad de sus crímenes y aunque ninguna sentencia podrá devolver a Sara, esperamos que este resultado pueda aportar un poco de consuelo a aquellos que la conocieron y amaron”, expresó la Procuraduría de la Corona en un comunicado.
“Profundas debilidades” del sistema
El caso ha horrorizado a Reino Unido y provocado que muchos se pregunten si son suficientes las garantías establecidas en el sistema de protección de los menores, en particular de los niños que son retirados de la escuela y reciben educación en sus hogares.
En los meses anteriores a su muerte, los maestros de la escuela de Sara expresaron su preocupación a los servicios sociales locales por los hematomas en el cuerpo de la niña.
Se abrió una investigación, pero seis días después fue cerrada. Cuando Sharif y Batool se enteraron de la denuncia, retiraron a Sara de la escuela por completo.
La comisionada de Inglaterra para la infancia, Rachel de Souza, declaró que el asesinato de Sara expuso “las profundas debilidades en nuestro sistema de protección infantil”.
“No puede haber ninguna duda de que la red de seguridad de los servicios que la rodearon le falló de la manera más cruel”, afirmó.
“Incluso antes de que naciera, ya era conocida por los servicios sociales, pero desapareció tan completamente de su radar que, cuando murió, ya era invisible para todos”.
De Souza le dijo a la BBC que nunca se debería haber permitido que Sara fuera retirada de la escuela.
“Si un niño es presunta víctima de abuso, no puede ser educado en casa”, indicó. “Estar en la escuela es una protección. Están más seguros bajo la mirada de los profesores”.
“No podemos dejar que un niño que está en riesgo… en casa, vaya y reciba educación en casa. Es una locura.”
La comisionada está ahora pidiendo una serie de cambios en las regulaciones, incluida una “supervisión adecuada” de los niños que, como Sara, reciben educación en sus hogares.
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