El pasado martes, el presidente Donald Trump anunció la reversión de las políticas que impedían aplicar medidas de control de inmigración en lugares sensibles. Esta disposición había surgido como parte de una recomendación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), y estuvo vigente desde el año 2011. Ante esto, las escuelas e iglesias de Chicago tomaron una decisión para protegerse de las deportaciones masivas.
Durante mucho tiempo, los extranjeros indocumentados recurrieron a lugares sensibles como escuelas e iglesias en busca de refugio. Por ejemplo, en la década de 1980, congregaciones liberales alrededor de todo Estados Unidos recibieron a inmigrantes ilegales que escapaban de la guerra en América Central, tal como indica Chicago Tribune.
No obstante, Trump volvió a demostrar su intención de que ICE encuentre y expulse a todos aquellos extranjeros que no tienen autoridad para permanecer en Estados Unidos. En respuesta, educadores, líderes religiosos y personal médico de Chicago elaboraron planes para proteger a los inmigrantes que se encuentran en el país sin permiso legal.
Según el Migration Policy Institute, se estima que 733 mil niños en edad escolar se encuentran en Estados Unidos de forma ilegal, y son muchos más lo que tienen padres sin permiso legal en el país. Frente a esto, diversas instituciones académicas programaron una serie de reuniones y sesiones de capacitación para saber cómo responder en caso de que los agentes federales llamen a sus puertas.
Entre ellas, la Universidad de Illinois en Chicago explicó esta semana el protocolo del campus a su personal. “Si se presenta algún documento, por favor no lo acepte. Dirija a los oficiales a la Policía de UIC”, decía el mensaje. Además, se instalaron botones de pánico que conectan las oficinas que atienden a los estudiantes más vulnerables con el despacho de la policía del campus.
Por su parte, el CPS brindó una orientación al personal para que no permita el ingreso de los oficiales federales de inmigración a las instalaciones escolares a menos que proporcionen sus credenciales, el motivo por el que solicitan el acceso y una orden judicial penal firmada por un juez federal. Los primeros en ser llamados serían los directores.
Por otro lado, los líderes religiosos de Chicago hace tiempo se comprometieron a ofrecer recursos, crear equipos de respuesta rápida y brindar refugio a las familias de inmigrantes. En este sentido, la reverenda Beth Brown, de la Iglesia Presbiteriana de Lincoln Park, afirmó que la preparación ya había comenzado en los últimos meses de cara a la nueva presidencia de Trump.
Por último, el obispo Robert Casey, vicario general de la Arquidiócesis de Chicago, comentó al Chicago Tribune: “Reconocemos la dignidad humana de cada hombre, mujer y niño de nuestra comunidad. Junto con eso, tenemos que ayudar a nuestras comunidades a vivir en este país y, por lo tanto, tenemos que respetar las leyes, tenemos que ser ciudadanos fieles. No existimos como parte de la sociedad, sino dentro de la sociedad”.
Además de las escuelas e iglesias de Chicago, los centros médicos también dieron un paso al frente en busca de proteger a los inmigrantes indocumentados. En esta línea, un portavoz de Salud del Condado de Cook expresó que los agentes de inmigración, “no pueden ingresar a estas áreas a menos que sean invitados por un paciente o si el funcionario tiene una orden judicial firmada”.
Asimismo, Erie Family Health Centers, un programa médico con sede en Illinois que atiende a un gran número de inmigrantes, revisó los procedimientos sobre cómo manejar a las agencias policiales que se acercan al centro de salud y continuará atendiendo a los pacientes sin importar su estatus.