La coordinadora de Salud Ambiental en la Escuela, Nuria Millán, asegura que la moda de usar y tirar, la obsolescencia programada y los productos sobreenvasados son el centro del problema ambiental del planeta
“Reciclar no va a resolver la degradación ambiental y climática si no incidimos antes en reducir y reutilizar”, explican desde la Fundación Vivo Sano
- Antonio Quilis Sanz @AntonioQuilis
- Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora responsable de OKGREEN en OKDIARIO. Antiguo director de El Mundo Ecológico y colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.
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Siempre nos han inculcado la importancia de reciclar para lograr medioambiente sostenible por lo que muchas de las iniciativas de educación ambiental han ido en este sentido, además de mostrar la importancia del gesto de la separación de residuos en la economía circular.
Sin embargo, la erre de reciclaje también va acompañada de otras palabras, no menos importantes, que empiezan con la misma letra y que se están haciendo hueco en el vocabulario de la economía sostenible.
En este sentido, con motivo del Día Mundial de la Educación Ambiental, que se celebra cada 26 de enero, ha surgido la iniciativa de Salud Ambiental en la Escuela, promovida por la Fundación Vivo Sano, que hace un llamamiento a tomar una mayor conciencia del proceso de degradación ambiental y climática en el que estamos inmersos.
Desde la fundación hacen hincapié en estos gestos por el medioambiente afirmando que «reciclar no va a resolver la degradación ambiental y climática si no incidimos antes en reducir y reutilizar».
Revertir la crisis ambiental
«Si realmente queremos intentar revertir la actual crisis ambiental y climática, es absolutamente imprescindibles dar pasos hacia todas las R: reducir, reparar, reutilizar y rechazar (lo que no es de proximidad). Reciclar es importante para el medioambiente, pero lo es más reducir nuestro consumo», explica la coordinadora de Salud Ambiental en la Escuela, Nuria Millán.
Según esta experta en ciencias ambientales, se ha hecho mucho hincapié en reciclar y mucha gente piensa que es la solución para el medioambiente, «mientras seguimos esquilmando los recursos naturales con un consumo desenfrenado de usar y tirar, en un mercado lleno de objetos con obsolescencia programada que llegan desde el otro lado del planeta, y con un sobreenvasado en muchas ocasiones innecesario que suele acabar en el mar».
Si ponemos la vista en el estado de los mares y océanos, nos encontramos con que todos los años se vierten al mar unos 8 millones de toneladas de plásticos, y para 2050 podría haber en los océanos más plásticos que peces.
Según reflexiona Nuria Millán, esta es la prueba más evidente de que el reciclaje no lo soluciona todo. «Es más, en el caso del plástico, reciclar soluciona muy poco, ya que de manera efectiva se recicla una pequeña porción del total», denuncia. Y del resto, una gran parte acaba en vertederos de países desfavorecidos donde se queman, o directamente van a parar al mar.
Evitar los residuos
En este caso, igual que en otros muchos, la clave está en reducir. «En lugar de pensar qué hacemos con los residuos, es mucho más efectivo dejar de producirlos», subraya la experta.
El problema va más allá de los envases. Según un informe de UNICEF publicado en mayo de 2022, si todos los habitantes del mundo consumieran recursos al ritmo de los países de la OCDE y la UE, se necesitarían 3,3 planetas para mantener esos niveles de consumo.
Sobre todas estas cuestiones lleva 14 años sensibilizando a niños, profesores y padres Salud Ambiental en la Escuela, de la Fundación Vivo Sano.
Miles de niños
Es una iniciativa sin ánimo de lucro que desde hace unos meses cuenta con el apoyo de los laboratorios Equisalud para realizar su labor. Sólo este último año han llegado a más de 3.500 niños con sus actividades.
Una de las ideas más relevantes que intentamos transmitir en nuestros talleres y que todos tenemos que interiorizar es que «cada cosa que consumimos tiene un impacto en el medio ambiente», explica la coordinadora.
La moda y la tecnología son los sectores (junto al de la alimentación) que más recursos consumen y más contaminan. La producción textil genera el 10% de las emisiones globales, consume 93.000 millones de metros cúbicos de agua al año. Además, se convierte en un grave problema para el medioambiente a la hora de reciclar un volumen tan grande.
«Vivimos bajo la cultura de la moda rápida, asociada al usar y tirar. Prendas que, a pesar de ser baratas, consumen muchos recursos para su producción, y además contaminan», insiste la coordinadora.
«Para revertir el enorme daño que hace este ciclo tan rápido de la ropa es tan sencillo como reducir el número de prendas que se compra cada temporada, y no tirarlas antes de que estén estropeadas. Centrarme más en lo que necesito, y no en lo que me puedo gastar», comenta Millán.
La tecnología también ensucia
En cuanto a los dispositivos electrónicos (smartphones, ordenadores…) la realidad es que generan un volumen ingente de contaminación tanto en su fabricación como en el consumo de energía durante su vida útil.
Por ponerlo en datos: la fabricación de un teléfono móvil emite aproximadamente 55 kg de CO₂. Además, se estima que la huella de carbono de un ordenador es de 948 kg de CO₂ durante todo su ciclo de vida.
En el sector tecnológico, reparar y reutilizar tendría un enorme impacto positivo en el medio ambiente. Según un reciente informe de Amigos de la Tierra en colaboración con la Universidad de Zaragoza, duplicar la vida útil de los móviles y portátiles en España podría evitar hasta 28 millones de toneladas de CO₂ hasta 2040, lo que equivale a las emisiones anuales de 17.000 vehículos privados.
Huella del transporte
Una reflexión aparte merece la contaminación que se genera por el transporte de una enorme cantidad de objetos que cada día vienen de Asia. En ese sentido, optar por productos de proximidad puede ahorrar toneladas de CO₂ a la atmósfera.
Según ha observado esta experta en ciencias ambientales, en los últimos años se ha notado un mayor interés por todos estos temas. En los colegios han comprobado cómo cada vez más profesores se implican y más centros ponen en práctica proyectos de sensibilización ambiental.
«Sin embargo, nos falta auténtico compromiso en nuestro día a día. Es posible y viable hacer pequeños cambios en nuestra manera de vivir y consumir que, si los hacemos un porcentaje de la población suficiente, pueden mejorar muchísimo la situación», asegura.
El clima nos advierte
Los fenómenos climáticos extremos y el aumento de la temperatura global nos están advirtiendo de la urgencia de actuar. Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), España ha registrado en 2024 temperaturas récord desde que se tienen registros. El mes de agosto fue el más cálido de la historia, superando en 2 °C la media de ese mes.
Además, 2024 fue el tercer año más cálido en España desde el inicio de la serie histórica en 1961, con una temperatura media de 15 °C; 1,1 °C por encima de la media anual del periodo de referencia 1991-2020. A nivel global, 2024 también se perfiló como el año más cálido registrado hasta la fecha.
«No podemos volver la espalda a lo que está pasando; la naturaleza nos está dando serios avisos. Las catástrofes naturales que estamos viviendo no son fenómenos aislados; todo tiene que ver con todo, y nosotros no estamos fuera de esa ecuación», concluye Nuria Millán.