Derechos humanos, democracia y no intervención: la política del presidente Jimmy Carter para América Latina representó una ruptura con el pasado, pero chocó con la realidad en Centroamérica y en Cuba. A su llegada a la Casa Blanca en 1977, pese al contexto de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el presidente demócrata intentó dar un nuevo curso a la relación entre su país y el resto del continente americano, un área tradicionalmente de influencia para Washington.
Para Carter, que gobernó Estados Unidos hasta 1981 y falleció el domingo a los 100 años, “América Latina fue fundamental y su política global estuvo orientada hacia los derechos humanos, valores democráticos y la cooperación multilateral”, dijo a la AFP el politólogo estadounidense Michael Shifter. Símbolo de esa política fue la firma del tratado Torrijos-Carter en 1977 para la devolución del Canal de Panamá, que pasó a manos panameñas el 31 de diciembre de 1999.
“Carter comprendió que, si no se devolvía el Canal a Panamá, la relación entre Estados Unidos y Panamá podía llevar a una nueva crisis en un país donde Washington no podía darse el lujo de inestabilidad”, opinó Luis Guillermo Solís, expresidente de Costa Rica y politólogo. En 2016, Carter reconoció que fue “el reto político más difícil” de su carrera, y “la decisión más valiente que el gobierno de Estados Unidos ha tomado, porque era muy impopular devolver el Canal”.
Para Solís, la política de Carter hacia Centroamérica “marcó un hito”. La decisión de Washington de no apoyar al dictador nicaragüense Anastasio Somoza “fue un factor decisivo” en su derrota ante el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, marxista) en 1979. Sin embargo, en El Salvador no pudo avanzar con su política y “tuvo que hacer un pacto muy incómodo con el gobierno salvadoreño”, señaló Shifter.
Hacia el final de su mandato y para evitar que los comunistas tomaran el poder, restauró la asistencia militar a la junta gobernante, que se radicalizó y comenzó a masacrar a civiles, lo cual sumió a El Salvador en una prolongada guerra civil. En el Cono Sur, Carter asumió posiciones críticas contra las dictaduras militares y “en varios casos suspendió la venta de armamento como sanción política. Pero no logró avances en cuanto a la democratización”, destacó el analista político argentino Rosendo Fraga.
Carter intentó también normalizar las relaciones con Cuba, 15 años después de la crisis de los misiles. Flexibilizó el embargo contra la isla comunista, vigente desde 1962, y propició la apertura de las secciones de intereses en Washington y La Habana. “Con él se inauguró por primera vez la capacidad de diálogo en vez de la confrontación como marco de la relación política”, dijo a la AFP Jesús Arboleya, exdiplomático cubano.
Pero en 1980, el éxodo por el puerto del Mariel de 125.000 cubanos a Estados Unidos debilitó la presidencia del demócrata. “Esto funcionó como una válvula de escape para Fidel Castro, pero perjudicó políticamente a Carter con el enjambre de inmigrantes inesperados”, dijo a la AFP Jennifer McCoy, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Georgia.
Además, Castro envió tropas a África, contrariando los intereses estadounidenses, un hecho que puso fin al proceso de normalización de relaciones. Carter estuvo dos veces en Cuba. En 2002 realizó una visita histórica a La Habana, y se convirtió así en el primer expresidente estadounidense en pisar la isla después de 1959. Volvió en 2011.
Durante la primera visita, “hizo un llamado audaz para que Estados Unidos aliviara el embargo, pero también pidió a Castro asumir la apertura democrática”, dijo McCoy, quien lo acompañó en ese viaje. “Castro estaba sentado en primera fila y temíamos que se levantara para rebatir a Carter en un largo discurso. Pero no lo hizo”, acotó.
El republicano Ronald Reagan, que sucedió a Carter, adoptó una posición radicalmente opuesta y retornó a la política de confrontación con Cuba. La isla debió esperar el arribo a la Casa Blanca del demócrata Barack Obama (2009-2017) para iniciar una nueva etapa de normalización que retrocedió tras la llegada al poder del republicano Donald Trump en 2017. El presidente demócrata Joe Biden prometió revisar la política, pero endureció su posición tras la represión de las manifestaciones antigubernamentales de 2021 en la isla.
La presidencia de Jimmy Carter de 1977 a 1981 incluyó éxitos como los acuerdos de paz de Camp David, pero también suficientes polémicas como para que los estadounidenses lo consideraran débil, y lo desterraran de la Casa Blanca tras un solo mandato. Sin embargo, el legado de Carter fue construido mayoritariamente en el periodo posterior a su presidencia, el más longevo de un exmandatario estadounidense. Estos son algunos momentos clave de la vida de Carter, que falleció el domingo a los 100 años de edad.
Durante su primer año en el poder, Carter dio marcha atrás a una promesa de campaña y decidió devolver la administración del Canal de Panamá, que había estado bajo control militar estadounidense desde su construcción al inicio del siglo XX. “La ecuanimidad, y no la fuerza, deben estar en el centro de nuestros tratos con las naciones del mundo”, dijo en la firma de los tratados del canal con el presidente panameño Omar Torrijos el 7 de septiembre de 1977.
Fue ridiculizado por la decisión, que a fines de 1999 dio a Panamá control sobre el canal que une los océanos Atlántico y Pacífico. La historia, no obstante, ha considerado el acuerdo como un hábil acto de diplomacia. Otorgar a Panamá un papel más importante en la gestión del canal en el periodo previo al traspaso permitió la estabilidad y rompió con la imagen de Estados Unidos como potencia imperialista prepotente en América Latina.
A su llegada al Despacho Oval, Carter intentó distanciarse de la realpolitik practicada por sus antecesores -un vestigio de la Guerra Fría- y colocó a los derechos humanos en el centro de su agenda. “Nuestro principal objetivo es ayudar a configurar un mundo que responda mejor al deseo de bienestar económico, justicia social, autodeterminación política y derechos humanos básicos que tienen todas las personas del mundo”, declaró en un discurso pronunciado en 1978 en la Academia Naval de Estados Unidos. Concretamente, firmó el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en 1977. Finalmente, Estados Unidos lo ratificó en 1992, tras años de bloqueo en el Senado.
En septiembre de 1978, Carter invitó al primer ministro de Israel Menachem Begin y al presidente egipcio Anwar Sadat a Camp David, la casa de retiro presidencial en las afueras de Washington. Luego de 13 días de negociaciones secretas bajo la mediación de Carter, se firmaron dos acuerdos que finalmente condujeron a un tratado de paz el año siguiente. El triunfo diplomático fue citado cuando Carter recibió el Premio Nobel de la Paz.
En el verano boreal de 1979, con la economía sacudida por la inflación y su índice de aprobación en caída libre, Carter se dirigió al pueblo estadounidense en un discurso televisado el 15 de julio. En media hora respondió a quienes le criticaban falta de liderazgo, y echó la culpa a una “crisis de confianza” nacional. “La erosión de nuestra confianza en el futuro amenaza con destruir la fábrica política y social de Estados Unidos”, dijo. El discurso fue mal recibido y le jugó en contra. Cinco miembros del gabinete dimitieron esa semana.
La crisis de los rehenes en la cual más de 50 estadounidenses fueron secuestrados durante 444 días en la embajada estadounidense en Teherán de noviembre de 1979 a enero de 1981 fue la sentencia de muerte de la presidencia Carter. Una misión de rescate fallida en abril de 1980 prácticamente extinguió sus chances de ser reelecto unos meses más tarde.
La Operación Garra de Águila se vio frustrada por tormentas de arena y problemas mecánicos. Eventualmente, la misión fue abortada. Y en la retirada chocaron dos aeronaves estadounidenses, con un saldo de ocho oficiales muertos. En los días siguientes, el entonces secretario de Estado, Cyrus Vance, dimitió, y el fracaso de la misión simbolizó la incapacidad de Carter para resolver la crisis. Finalmente, los rehenes fueron liberados el mismo día en que el republicano Ronald Reagan tomó posesión de su cargo, tras derrotar a Carter en las urnas en noviembre de 1980.
Carter se mantuvo extremadamente activo hasta los 90 años, a pesar de su retiro de la vida política. En 1982 fundó el Centro Carter, que se ha centrado en la resolución de conflictos, la promoción de la democracia y los derechos humanos, y la lucha contra las enfermedades. Carter, considerado a menudo como el expresidente con más éxito de Estados Unidos, viajó mucho, supervisó elecciones desde Haití hasta Timor Oriental y abordó espinosos problemas mundiales como mediador.
Carter también integró el grupo Los Ancianos (“The Elders”), integrado por expresidentes de varios países del mundo y fundado por el sudafricano Nelson Mandela en 2007 para promover la paz y los derechos humanos. Otros premios Nobel de la Paz como el arzobispo sudafricano Desmond Tutu (fallecido en 2021), la expresidenta de Liberia Ellen Sirleaf Johnson y el difunto secretario general de la ONU Kofi Annan también pertenecían al grupo.
Fuente: AFP.