En toda la historia de las elecciones presidenciales de Estados Unidos solo se ha registrado un empate entre los candidatos a la Casa Blanca. Ocurrió hace 224 años (en 1800) entre Thomas Jefferson y Aaron Burr, cuando el país estaba recién fundado tras la independencia de los británicos en 1776.
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Y si bien la posibilidad de que algo así se repita es remota, los sondeos demuestran que es un escenario muy real en la actual contienda entre Kamala Harris y Donald Trump.
De acuerdo con la gran mayoría de encuestas, los candidatos llegan con un empate técnico, por lo que cualquier cosa podría suceder en los comicios de este martes 5 de noviembre.
La posibilidad del empate también gana eco debido al inusual sistema electoral de Estados Unidos donde no gana quien obtenga más votos a nivel nacional, lo cual haría que un empate fuera virtualmente imposible entre más de 100 millones de sufragios, sino quien obtenga la mayoría de los votos ante el Colegio Electoral, el órgano que elige al presidente y que está compuesto por 538 asientos distribuidos de manera proporcional entre los 50 estados del país y el distrito de Columbia (Washington, la capital).
Para citar un ejemplo, el ganador en California se lleva 54 de esos asientos por ser el más poblado, mientras que quien triunfe en Wyoming, de los más pequeños, solo 3. Así las cuentas, quien sume 270 o más (la mayoría simple) se queda con las llaves de la Oficina Oval. Pero, en esta ocasión, existe una alta probabilidad matemática de que ambos sumen 269.
Actualmente, las proyecciones indican que hay 43 estados más el distrito de Columbia que favorecen a uno u otro candidato. Esto deja la decisión en manos de solo 7 estados: Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Carolina del Norte, Arizona, Nevada y Georgia, donde los sondeos los separan por decimales.
Por ende, si Harris gana en Wisconsin, Míchigan, Arizona y Nevada, pero pierde Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia, quedarían igualados. Un escenario idéntico pasaría si Trump sale victorioso en Georgia, Pensilvania y Míchigan, pero Harris se lleva los otros cuatro. Como estas, hay por lo menos tres combinaciones más que darían como resultado un empate entre ambos.
¿Qué pasa si Harris y Trump quedan empatados?
La doceava enmienda de la Constitución, que se aprobó para dirimir la contienda entre Jefferson y Burr, prevé un mecanismo para estos casos y que en su momento le terminó dando el triunfo a Jefferson.
No obstante, al igual que el particular sistema del Colegio Electoral, se trata de un procedimiento complejo y muy polémico.
Según la enmienda, en caso de un empate se declara que la elección está en “disputa” y le asigna al Congreso que emerja de las elecciones el poder para tomar la decisión final. La Cámara de Representantes elegiría al presidente, mientras que el Senado al vicepresidente.
Con lo cual, dependiendo del resultado de las legislativas, se abriría la posibilidad de un gobierno mixto entre un presidente de un partido y un vicepresidente del otro.
Pero, ese es menor de los problemas. En lugar de otorgarle un voto a cada congresista, el sistema previsto para elegir a un presidente en una elección disputada establece -para el caso de la Cámara- que se vote por estados. Es decir, cada uno de los 50 estados tendría un voto y quien obtenga el voto de 26 delegaciones sería el nuevo mandatario. La dificultad radica en que nada en la Constitución obliga a los estados a votar por el candidato que ganó en el estado.
En otras palabras, Harris podría ganar las elecciones en Georgia, pero la delegación del estado, integrada por una mayoría de republicanos dado que tienen más congresistas, podría ignorar la voluntad popular y votar por Trump.
Así mismo, el sistema actualmente es desventajoso para los demócratas porque los estados más poblados como California o Nueva York tendrían el mismo peso en esa elección que pequeños como Wyoming, lo cual podría conducir a que se elija un presidente que tuvo el voto de una mayoría de las delegaciones, pero con muchos menos votos a nivel nacional.
Es más, aún si los demócratas ganan la Cámara de Representantes, podrían perder el voto para elegir presidente si los republicanos suman más delegaciones.
En el caso del Senado, encargado de la elección del vicepresidente, la enmienda sí prevé un voto por cada senador, por lo que el partido que obtenga la mayor cantidad de asientos tiene en sus manos la decisión.
¿Qué pasa si los candidatos siguen empatados tras decisión del Congreso?
En este caso, si la Cámara no puede elegir presidente (se da un empate de delegaciones), entonces, quien elija el Senado como vicepresidente quedaría encargado como presidente temporal, aunque no es claro quién sería designado como vicepresidente en este escenario.
Pero, si en el Senado también hay empate -50 votos contra 50- el plan de sucesión prevé que el nuevo presidente de la Cámara sea nombrado como vicepresidente.
En cualquier caso, la carta de navegación de la doceava enmienda para casos de empate no solo es extremadamente compleja, sino que nunca ha sido puesta en práctica, por lo que muchos creen que, dado el caldeado ambiente político que se respira en el país, una situación así podría conducir a una ruptura institucional o algo aún peor.
SERGIO GÓMEZ MASERI – Corresponsal de EL TIEMPO – Washington