La clase social de la familia de nacimiento condiciona la vida de las personas y eso incluye sus estudios. Si bien ha habido numerosas investigaciones que señalan una correlación entre llegar a cursar estudios universitarios y partir de una base socioeconómica al menos cómoda en casa, ahora un estudio elaborado en Catalunya analiza qué opciones de estudios universitarios escogen los jóvenes en función de su clase social. El informe, elaborado por la Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya (AQU), aporta luz la equidad en la inserción laboral y sobre la movilidad social (si los graduados ascienden o no de clase social) después de cursar estudios universitarios.
Según ha apuntado el responsable del trabajo, Josep Lluís Mateos, en el sistema universitario catalán hay “estratificación horizontal“. Eso significa que hay diferencias entre las titulaciones con respecto al prestigio social, lo que tiene un efecto en la composición socioeconómica de las aulas. Asimismo, las clases sociales altas tienden a matricularse más en titulaciones que tienen mejor inserción laboral o una nota de corte más elevada. Así lo demuestran los datos, recogidos en 2023 de titulados universitarios tres años después de haberse graduado.
En concreto, el ejemplo más claro de eso se da en el campo de la medicina y las ciencias biomédicas, donde hay un 58,5% de los titulados de clase alta y solo un 11,8% de clase baja. A la medicina la siguen los estudios de artes y diseño, en donde hay un 52,2% de titulados de clase alta y solo un 12,2% de clase baja. Después, las tecnologías industriales, donde justo la mitad de los titulados (50,7%) son de clase alta y tan solo un 15,3% de clase baja. Siguen la comunicación (proporción 49,7%-14%), la arquitectura (49,2%-36,2%) y las ciencias experimentales y matemáticas (49%-17,9%).
Por el contrario, si medicina, arte o comunicación parecen las carreras de los estudiantes de familias más acomodadas, en el otro lado están las carreras de intervención social, las lenguas y literaturas, la educación, la psicología o las humanidades como la filosofía y la historia. En los grados relacionados con la intervención social, los alumnos de clase alta son un más discreto 28,3%, mientras que predominan los de clase media (39,2%) y baja (32,5%). En las lenguas, la mayoría de alumnos son de clase media, un 41%, mientras que un 34,6% son de clase alta y un 24,5% de clase baja. Y en la educación, la mayoría también son de clase media (39%), mientras que un 35,7% son de clase alta y un 25,3% de clase baja. En general, los alumnos de clase baja son minoría en la gran mayoría de estudios universitarios y, a veces, incluso una rara avis, de acuerdo con el informe.
La pública, ascensor social
El estudio revela también que los centros públicos de Barcelona y su área metropolitana tienden a tener un porcentaje de clase alta inferior a los de los centros privados de este mismo ámbito geográfico. Los centros no metropolitanos, en cambio, tienen una distribución más equitativa de la población titulada independientemente de si son públicos o privados. El informe añade que son estos centros metropolitanos los que tienen más proporción de personas de clase baja y, por lo tanto, son los que favorecen más en el ascensor social. Por ejemplo, el subámbito de intervención social en las universidades públicas no metropolitanas es el que tiene más población titulada de entornos menos privilegiados. En cambio, 8 de cada 10 titulados en estudios de medicina y ciencias biomédicas de una universidad privada y metropolitana son de clase alta.
El informe también asevera que la universidad sigue siendo un ascensor social, dado que los datos encontrados indican que el 42% de los titulados al sistema universitario catalán consiguen trabajos de rango superior que las que tenían sus padres. Concretamente, más de siete de cada diez titulados al sistema universitario catalán ocupan trabajos de técnicos superiores —que requiere una titulación universitaria—, mientras que solo un tercio de sus progenitores lo son. Con todo, el presidente del AQU, Francesc Xavier Grau, ha dicho que este ascensor “no llega a las mismas plantas”. Ante esta realidad, Grau ha hecho un llamamiento a establecer un sistema de becas salarios que permita romper con esta estratificación horizontal y cubra el “coste” de estudiar no solo en la universidad sino según qué titulaciones.