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¿Qué es la disbiosis?: así es el trastorno intestinal más común que está asociado al estrés

Autor: Marta Alberca

Cada vez hay más personas que sufren algún tipo de enfermedad intestinal. En muchos de estos casos, la causa no reside en un desorden del sistema digestivo en sí, sino en el cerebro. La relación es sencilla: cuanto más estrés, más molestias intestinales. La conexión entre ambos se produce a través de un eje bidireccional llamado eje cerebro-intestino, tal y como explicaron los especialistas de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD)en EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Una de las más comunes es la disbiosis, que consiste en una alteración de la microbiota intestinal. 

La microbiota es el conjunto de microorganismos que se localizan de forma habitual en distintos lugares, incluido el cuerpo humano. Esta es necesaria para la salud, pero en algunos casos se produce una disrupción y este desequilibrio se conoce como disbiosis y puede manifestarse de muchas formas, dependiendo de la gravedad del cuadro, el estado de salud de la persona y los sistemas afectados. 

Algunos de los motivos más comunes son: cambios en la dieta con un incremento notable de la ingesta de azúcares, proteínas o aditivos, ingesta de productos químicos de forma accidental, beber alcohol, tomar antibióticos capaces de alterar la flora intestinal, alteración de la permeabilidad de la pared intestinal, y la última y la más común, experimentar grandes niveles de estrés y/o ansiedad, que puede debilitar al sistema inmunitario. 

¿Cuáles son sus síntomas?

El estrés, el sedentarismo, los malos hábitos de alimentación o el envejecimiento de la población y la mejora en los diagnósticos justifican el aumento de las enfermedades digestivas en las últimas décadas. De hecho, cuando se trata del diagnóstico, los especialistas señalan que “es muy habitual que las pruebas analíticas y endoscópicas no detecten alteraciones, porque nos encontramos ante un problema del funcionamiento del aparato digestivo que no es detectable con este tipo de pruebas”. 

Además, es muy fácil confundir esos síntomas con otras patologías. Los más comunes son: fatiga crónica, distensión abdominal, diarrea y estreñimiento, migrañas, ansiedad, reacciones adversas ante la ingesta de ciertos alimentos, gases y meteorismo, problemas con la concentración, trastornos cutáneos (acné, eccema y más), mal aliento (halitosis) y dolor torácico.

¿Se puede prevenir?

Como la mayoría de las enfermedades intestinales la alimentación es la clave. Por eso, para prevenirlas es importante poner el foco en ella. Algunos de los consejos más importantes son llevar una dieta equilibrada, evitar ultraprocesados, picantes y un exceso de proteína animal, incrementar la ingesta de frutas y verduras, aumentar el consumo de fibra y mantener un peso adecuado.

La Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) han vuelto a unir fuerzas para poner sobre la mesa datos que hablan de una epidemia, también en España que se sitúa a la cabeza de Europa, con tasas de exceso de peso (sobrepeso y obesidad) superiores al 60%. 

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