Princesa de las artes escénicas y ciudadana de sus calles – La Voz De Los Que Sobran

Autor: Tichi Rioseco Del Corcho

Una es más auténtica, mientras más se parece:

 a lo que siempre ha soñado de sí misma.

LA “AGRADO”.

¿Me creerían si les digo? Encontré a una persona todavía más importante que Mackenna. No me refiero a mi gordo… precisamente, después de las elecciones, será: “el guataca”. Mi amiga, Philippa Jesús, fue quién sugirió el apodo. No para olvidarlo: sí, para perdonarlo; cuando él se arrepienta de haber ido a votar borracho sin achuntarle a la raya. Solo diré: por algo no hemos tenido hijas tan hermosas como Philippa: una actriz y coreógrafa sobresaliente.

Philippa Jesús

Ella es tan generosa con su riqueza, que después de haber sido mi paño de lágrimas, me presentó a la mismísima Malucha Pinto; maestra del teatro chileno, a quien asiste en la dirección de “Las aguas de la memoria”: montaje recientemente estrenado en Matucana 100; mucho más relevante que los cahuines de los envidiosos que critican a Mon Laferte.

Pregunténse mejor será, por el ninguneo a Andrés Pérez Araya en dicha corporación privada: para eso está el Estado, aunque no hay que desconocer las necesidades genuinas; detrás del presupuesto que pasó al Senado.Sí importan: aunque su agenda sea al servicio de otras, Philippa Jesús tiene tiempo para servirse una copita de blanco por la Alameda, previo a calentar motores para una temporada de esa obra: en Talca.

Obra de teatro: ” Las Aguas de la Memoria”

Ella es más buena que las empanadas de pino de la Fuente Suiza; típico boliche “de barrio”, ubicado en la comuna donde hoy es vecina la actriz; cuyo trabajo ha sido principalmente en la comuna de Santiago. Ayer tuvo la cortesía de invitarme como corresponsal independiente para este medio sin fines de lucro –que concepto más “espeluznante”–, a la función de una obra no protagonizada por Nicolás Poblete; en el sentido clásico del verbo agoniza

En “Ohaguro”: hay puro oro y no envidia

En “Ohaguro, dientes negros”, escrita por Tamara Villa y dirigida por Carlo Urra López, es notorio que ningún cuerpo opaca; a la otra. Por cierto: no es una ética de trabajo que en sí misma le corresponda a ARCIS; proveniencia universitaria del director. El diálogo sin jerarquías verticales en las artes escénicas no ha sido practicado solo por Andrés Pérez, Ramón Griffero y Cleopatras; entre muchas otras autorías colectivas certeramente relacionadas con ARCIS: es Patrimonio del teatro chileno actual.

¡Y no solo de ese sector productivo en específico! Fue también, patrimonio sujeto a las memorias de las trabajadoras y trabajadoras del Pueblo de Chile. El poncho le queda demasiado chico a Phillipa Jesús: princesa de las artes escénicas, y ciudadana de sus calles. Sí. La Voz de los que Sobran está a la vanguardia: en los medios independientes; al haber invitado a Nicolás Poblete como actor de reparto en “Ohaguro”. También. Philippa estuvo mucho más a la vanguardia en las luchas colectivas, que a esa gente movilizaron.

¡Mucho más que hace 5 años!

Cuando niña, Philippa no sabía que sería una artista escénica integral; y sí: como ella sola… nunca. De potrillita, después de potrilla –también potranca–, y ahora potra indomable: salvo cuando debe trabajar al servicio de su público. Philippa siempre se ha caracterizado por su disposición a la obra, como puesta en escena integral. Ella ha asumido desde el colegio, quizás bajo mandato, que no es la única en la disputa por la visibilización. Hoy es uno de esos momentos.

Pero aunque derrocha talento, hasta por sus meñiques que no se aburguesan ni en Ñuñoa, o La Florida –donde todavía es sujeta a sufragio–, Phillippa todavía no se cree el cuento; y una, no ha sido la única en reconocérselo. Otras no solo la envidian. Como toda mujer hecha, y no de derecha, Philippa Jesús ha despertado las más bajas pasiones; principalmente de sus adversarios, y secundariamente de sus enemigas, quienes todavía no han reconocido esos privilegios de clase.

Phillipa nunca los ha poseído, y bajo ninguna circunstancia le ha interesado ocupar un lugar superior sobre sus pares. Aunque si le pasaran un rebenque de esos que tengo fondeados en Zapallar, no quisieran especular sobre las acrobacias de las que es capaz esta artista por naturaleza y cultura de sobra. Como buena actriz, no tiene nada que envidiarle a Amparo Noguera: es curiosa de literatura, suelo y sangre.

Con no poca chochera, los alumnos de la Escuela de Teatro de otra Universidad Privada, pueden comentar la sabrosura de los ñoquis de la abuelita de Philippa; mujer orgullosa de sus orígenes en la Patagonia, donde de vez en cuando la actriz se ha dejado caer a refrescarse en los aires australes: el arbolito no es más que una imagen sobornista; pero para otras que se compraron el cuento.

La alegría nunca llegó para Philippa Jesús, y no ha llegado todavía, como nos lo esclarece la obra en cartelera: hay que reconocer a la Sala Camilo Henríquez del Círculo de Periodistas de Chile.

Ella es una actriz más en el reparto de la imperdible obra para quienes fuimos remecidas por el Estallido. Es notorio su desprendimiento en escena. No le vienen con cuentos, a pesar de vivir en una comuna llena de arbolitos; porque al lado de su suite de diva “octubrista”, también crecen ortigas.

A pesar de que ahora puede hacerlo cuando se le de la regalada y no “real” gana: la floridana de corazón, y no necesariamente al servicio de “Los Venegas” como estereotipo de la familia chilena –en permanente proceso de transición a la democracia–, no le para los carros a quienes nos escudamos en nuestros apellidos para rotear a las trabajadoras del latifundio; posteriormente chileno. Tierras recauchadas. En el permanente guión de sí mismas cuando se aproximan nacionalidades “indeseables”.

Si ella fue una de las pioneras en el Estallido NO fue: solamente gracias a la documentación audiovisual del proceso destituyente de la violencia como única arma de la imaginación política: resulta agradable asistir al teatro, cuando no se “rotea” como en esos años que “el guataca” consideraba abundantes en lo económico.

Desde las calles: sus cunetas, y no necesariamente, con “el cuneteado” como lugar de expresión válido para su disidencia sexual: Philippa Jesús es una artista que ha padecido las de quico y caco, en medio de una comedia de equivocaciones de un país que no ha dejado de palomear rotos; como deporte de la oligarquía en decadencia perpetua.

Pura sonrisa, sin lástima

Sin rodeos de por medio, Philippa es una heredera cultural y no “connatural” de la vida literaria de Pedro Lemebel, recientemente narrada por Juan Pablo Sutherland. Lo ha sido también, de entrañables personajes escritos por Almodóvar: como “La Agrado”. Ella es auténtica. Ha hecho lo que ha querido, sin dañar irremediablemente a sus seres queridos; confiamos en la actriz que añora Punta Arenas y a los ñoquis de su abuela.

Es de malas costumbres y peor uso andar especulando sobre la manzana de adán ajena: nadie los invito a opinar sobre los huesos o cartílagos aquí. Da lo mismo. Gracias a docentes como Daniela Cápona, Juan Peragallo, Radrigán, Francisca Infante, y sobre todo: a profesoras en la vida artística como Phillippa Jesús, una sigue escribiendo desde el asiento; en el bus, al lado de Mackenna.

Al desnudo: con papas y sin mayo.

Las gallinas colloncas no han puesto todavía.

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