Los estadounidenses de tendencia ideológica quisieran hacer creer que el procesamiento y la condena de Donald Trump por falsificar registros comerciales para ocultar pagos secretos a Stormy Daniels y proteger su candidatura presidencial de 2016 fue orquestado por la Casa Blanca de Biden, que “suprimió toda justicia”. “falsificado”. sistema a favor del actual presidente. Excepto, por supuesto, la condena de Hunter Biden, que fue el castigo correcto dictado por un tribunal honesto e independiente.
En el otro extremo del espectro político, los partidarios pueden insistir en que, si bien el hijo del presidente Biden técnicamente violó la ley al mentir en un papel mientras consumía cocaína, fue víctima de la fiscalía y el tribunal estuvo tremendamente sesgado. Los retrógrados pretenden que están libres de la política partidista.
Es una versión literal de una vieja máxima: cada decisión judicial deja a un lado con una confianza renovada en nuestro sistema de justicia y al otro convencido de que los jueces y jurados son todos impotentes, dentro o fuera de ellos.
Otra perspectiva podría ser que en equilibrio los tribunales actúen independientemente del mundo político.
Pero esto tampoco es del todo cierto. Aunque cualquier sistema de justicia competente hará todo lo posible para garantizar que el castigo o la liberación penal estén libres de prejuicios políticos, popularidad o intereses personales, la política está íntimamente involucrada en la configuración del sistema de justicia penal.
La mayoría de los jueces estatales y fiscales locales deben hacer campaña para las elecciones. Los jueces federales son recomendados por personas designadas políticas, designadas por el presidente y confirmadas o rechazadas por el Senado de un partido político, así como por los fiscales federales.
Es inútil pretender que los jueces están libres de opiniones y conexiones políticas, o que los intereses políticos y la opinión pública no tienen ningún papel en el resultado de los casos. Clarence Thomas no es el primer juez de la Corte Suprema que acepta obsequios de conocidos con intereses financieros o ideológicos. Samuel A. Alito Jr. no es el primero en mostrar públicamente sus inclinaciones o prejuicios políticos.
Incluso las antiguas leyendas, que formaron la base literaria y filosófica de nuestra justicia, reconocen en cierta medida desde el principio la interferencia política.
El dramaturgo Esquilo y otros escritores griegos antiguos relataron lo que dicen fue el primer juicio de Orestes por asesinar a su madre. ¿Sufrió el niño un castigo eterno por este terrible acto? ¿O una excusa porque su madre mató a su padre, dejando que Orestes lo matara en venganza bajo el antiguo sistema de enemistades sangrientas y venganzas sin fin (y, además, ordenadas por el dios Apolo)? Atenas nombra el primer jurado (12 miembros, por supuesto), pero están divididos.
Cuando Atenea vota por él, gana Orestes, como probablemente era su plan desde el principio. Es posible que el primer juicio ficticio haya sido manipulado.
Entonces, ¿nos desesperamos de la elusiva posibilidad de una justicia simple, tratando cada sala de audiencias como un escenario más para el gobierno de los más poderosos, los más ricos, los más conectados o los más populares?
No. La política ciertamente tiene un papel en el sistema de justicia, pero el sistema estadounidense no es resistido y mantenido por dioses y diosas griegos, sino por un conjunto de rituales importantes. Tenemos reglas detalladas para el jurado (citación, voir dire, instrucciones, deliberaciones) y reglas sobre evidencia, testimonio de testigos, observadores públicos y de prensa, apelaciones, indultos.
Los testigos ponen sus manos sobre la Biblia y juran decir la verdad. Sin embargo, los tribunales son instituciones humanas dirigidas por personas pobres que sólo se tienen a sí mismos y a la ley para mantenerlos lo más honestos y justos posible.
La afirmación de Trump de un sistema de justicia de “dos niveles” es ridícula sólo porque él está al final de esos niveles como un hombre absurdo, rico y privilegiado. De hecho, nuestro sistema todavía segrega a los acusados criminales según su riqueza, encerrando a aquellos (como Trump) que pueden pagar la fianza y a los que no.
A pesar de las leyes que prohíben la discriminación racial, los fiscales todavía prohíben que los miembros del jurado obtengan una ventaja estratégica por motivos de raza, religión u otros atributos. La Corte Suprema todavía funciona sin investigaciones serias sobre las violaciones éticas de miembros individuales. Es aún más probable que el sistema de justicia inculpe a un acusado negro que a uno blanco por el mismo delito, y es más probable que condene y castigue a los negros con mayor severidad.
Nuestra tarea debe ser eliminar paso a paso la política del sistema de justicia, a pesar de saber que el trabajo nunca está realmente completo. Y para defender los esfuerzos de Trump y otros por introducir más política en el sistema, llamando “colaterales” a los criminales condenados y encarcelados, perdonando a sus partidarios e insistiendo en la inmunidad de las acciones presidenciales (de él, por supuesto, no de Biden) y de cualquier sentencia en su contra como producto de un sistema amañado que sólo él puede deshacer.
