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Por qué Trump miente sobre la ayuda para las catástrofes

Autor: EL PAIS

El martes participé en un acto de la City University de Nueva York sobre percepciones económicas, que se vio brevemente interrumpido por un manifestante que gritaba que el presidente Joe Biden no está ayudando a algunas de las zonas afectadas por el huracán Helene. La política del tipo no estaba clara –también gritó algo sobre Israel–, pero era un indicio de que la última mentira de Donald Trump se ha hecho viral.

Por si se lo perdieron, Trump ha estado tratando de explotar el desastre natural para obtener ventaja política, afirmando que se ha enterado de que el Gobierno federal –Biden– y el gobernador demócrata de Carolina del Norte están “haciendo todo lo posible para no ayudar a la gente en las zonas republicanas”. Esta afirmación carece de fundamento; se están llevando a cabo importantes operaciones de rescate y recuperación, y varios gobernadores de los Estados afectados –entre ellos algunos republicanos– han elogiado los esfuerzos federales. Trump aseguró que al gobernador republicano de Georgia, Brian Kemp, le estaba “costando que el presidente se pusiera al teléfono”. Por el contrario, Kemp contó que Biden le dijo “que si necesitábamos más cosas, que le llamara directamente, cosa que aprecio”.

Pero claro, a estas alturas, la campaña de Trump se basa en gran medida en cosas inventadas. Y, claramente, parece creer que necesita material nuevo, porque el viejo parece estar perdiendo parte de su eficacia.

Antes de entrar en la cuestión de la ayuda en casos de catástrofe, permítanme señalar que Trump ha sido un verdadero innovador en esto de la deshonestidad política. Muchos políticos han tergiversado sus historias personales o el contenido de sus propuestas políticas; Trump también lo hace. Pero además ha construido todo un mundo de fantasía distópica, tratando de persuadir a los votantes de que Estados Unidos es una nación con una economía que se hunde invadida por inmigrantes violentos.

En realidad, Estados Unidos registra una inflación y un desempleo bajos, y el poder adquisitivo del trabajador medio es mayor que hace cinco años. Es verdad que algunos estadounidenses pasan apuros, pero eso era tan cierto cuando Trump era presidente como lo es ahora.

Al mismo tiempo, los delitos violentos, y en concreto los homicidios, que aumentaron significativamente durante el último año de Trump en el cargo, han descendido y parece que siguen a la baja.

La novedad es que la visión de Trump de Estados Unidos como un infierno parece estar perdiendo su encanto político. Por ejemplo, un nuevo sondeo de Cook Political Report llevado a cabo en los Estados indecisos, aunque sigue mostrando a Trump con cierta ventaja en el frente de la economía, presenta a Kamala Harris empatada en la cuestión de cuál de los dos puede lidiar mejor con la inflación y el coste de la vida, y ligeramente a la zaga en cuanto a quién puede enfrentarse mejor a la delincuencia y la violencia.

Así que debe de ser hora de invocar una nueva fuente falsa de miedo e indignación.

¿De dónde viene la insinuación de que Biden está negando ayuda a zonas catastróficas políticamente hostiles? En parte es proyección: se descubrió que Trump había hecho algo parecido cuando estaba en la Casa Blanca. Y en parte se trata de condenar a Biden y Harris por no visitar inmediatamente las zonas siniestradas.

Sin embargo, Biden y Harris solo estaban actuando con responsabilidad. Inmediatamente después de una catástrofe natural, lo último que uno quiere es un visitante político de alto nivel con un enorme dispositivo de seguridad. Me refiero a que los políticos no son de gran ayuda a la hora de rescatar a los residentes desamparados y reparar las carreteras, y facilitar su visita obligaría a desviar personal y equipos de la urgente tarea de salvar vidas y restablecer los servicios esenciales. Exfuncionarios de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) expresaron su escepticismo sobre la visita de Trump a Valdosta, Georgia, poco después de que pasara la tormenta, no solo porque utilizó el viaje para politizar una tragedia, sino porque una visita así “consume recursos sobre el terreno.”

Pero la tentación de insinuar que Biden estaba haciendo política con su respuesta al huracán debe de haber sido irresistible para Trump, porque se ajusta a la perfección al patrón de muchas otras afirmaciones suyas.

La clave de los cuentos chinos de Trump es decir a sus seguidores que están ocurriendo cosas terribles en algún lugar, aunque no les estén ocurriendo a ellos o no puedan verlas. Él y JD Vance siguen perpetuando las afirmaciones de que los haitianos se están comiendo a las mascotas en Springfield, Ohio; no hay mucha gente que haya estado allí para ver que eso no es cierto.

También asegura que los “maleantes” inmigrantes se han apoderado de Aurora, Colorado, y de centenares de pueblos y ciudades en todo Estados Unidos, “incluidas las grandes”, afirma. “Fíjense en Nueva York”. Pues bien, yo me fijo en Nueva York –donde los inmigrantes constituyen alrededor del 36% de la población– todo el tiempo, y lo que veo coincide con los datos oficiales sobre delincuencia: es una de las grandes ciudades más seguras de Estados Unidos, un lugar donde la gente, yo incluido, camina por las calles y coge el metro todos los días. Pero muchos estadounidenses no experimentan la vida cotidiana en Nueva York y están dispuestos a creer que es una pesadilla plagada de delincuencia, parte de un esquema según el cual la gente afirma que la delincuencia es un grave problema nacional, solo que no donde ellos viven.

Las opiniones sobre la economía siguen la misma pauta. Este año, un sondeo de The Wall Street Journal revelaba que los residentes de siete Estados indecisos creían que la economía nacional iba mal, pero que la economía de su propio Estado en general iba bien.

Hasta hace poco, el hablar mal de Estados Unidos parecía estar funcionándole políticamente a Trump. Sin embargo, como he dicho, en este momento su alarmismo sobre la delincuencia y la economía parece estar perdiendo fuerza. Así que ahora afirma que ha oído que los federales han abandonado a las víctimas del huracán, lo cual es posible que convenza a los votantes que no estén en condiciones de presenciar los enormes esfuerzos que se están llevando a cabo, en condiciones difíciles, para entregar suministros esenciales y restablecer las comunicaciones.

¿Funcionará? No tengo ni idea. Lo que sí sé es que es más de lo mismo. Trump promete rescatarnos de amenazas terribles que solo existen en su cabeza.

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