Comunidades mapuche y organizaciones de la Región del Biobío se oponen a la construcción de la Central Rucalhue, la cuarta hidroeléctrica en la región. El proyecto enfrenta serias acusaciones de ilegalidades, violaciones a tratados internacionales y amenazas tanto al ecosistema como a las comunidades Mapuche-Pehuenche. La obra está a cargo de la empresa estatal China International Water and Electric Corporation (CWE) y proyectada en la zona alta de esta cuenca.
El embalse tendría una extensión de aproximadamente 6,5 kilómetros por el río Biobío y 1,2 kilómetros por el río Quilme, lo que afectaría una superficie de hasta 140 hectáreas. La energía eléctrica producida sería inyectada al Sistema Eléctrico Nacional, con una potencia instalada de 90 MegaWatts (MW) y una generación media anual estimada de 465 GWh.
Inicialmente, la Central Rucalhue era llevada por Atiaia Energía Spa, una empresa brasileña. No obstante, en 2018 fue adquirida por la empresa Rucalhue Energía Spa, propiedad de CWE, subsidiaria de la transnacional China Three Gorges Corporation. Dicha compañía fue responsable de la construcción de la presa de las “Tres Gargantas”, la central hidroeléctrica más grande del mundo.
El proyecto, que se busca llevar a cabo en el sur del país, forma parte del Plan de Fortalecimiento Industrial del Biobío, impulsado por el ministro Nicolás Grau. Este programa tiene por objetivo fortalecer sectores como el gas, la minería y el monocultivo forestal, para así entregar más empleo tras el cierre de la Siderúrgica Huachipato.
El 7 de mayo de 2024 la empresa obtuvo el permiso desde la Corporación Nacional Forestal (Conaf) para la intervención de especies protegidas sin una consulta indígena. Cerca de 651 individuos de las especies, se verían afectados por las actividades del proyecto. Las especies en cuestión son Citronella mucronata (Naranjillo) y Eucryphia glutinosa (Guindo Santo), ambos árboles sagrados y clasificados en categoría de conservación vulnerable, de acuerdo al artículo 19 de la Ley 20.283.
Manifestación en contra de la Central Rucalhue, febrero de 2023.
A lo largo de los años, las organizaciones y comunidades demostraron su rechazo a las centrales hidroeléctricas en la región. Desde la década de los 90, el río Biobío fue profundamente transformado por megaproyectos hidroeléctricos como: Pangue (1993), Ralco (2004) y Angostura (2014), los que, en su conjunto, representan el 20% de la capacidad hidroeléctrica instalada en Chile, de acuerdo con cifras del Coordinador Eléctrico Nacional (CEN).
Estas intervenciones devastaron el ecosistema fluvial y dañaron irreparablemente a las comunidades Mapuche-Pehuenche que habitaron ancestralmente la zona. Según las denuncias, la Central Rucalhue perpetúa este patrón, pues ignoró acuerdos previos que garantizaban la no intervención hidroeléctrica en territorio indígena y actualmente esta construcción se encuentra en avance.
El abogado de la ONG Defensa Ambiental, Francisco Astorga, comentó que este embalse causaría un grave impacto a especies protegidas de la región y que “es un proyecto que ha sido aprobado sin el estándar legal correspondiente y es por eso que lo estamos impugnando a través de un Recurso de Protección por falta de Consulta Indígena en base al Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)“.
“Estamos preparando un Recurso de Invalidación en contra de la ampliación ilegal del proyecto a través de una consulta de pertinencia, ya que lo que correspondía, dada la magnitud de la modificación del proyecto, es haber evaluado esa modificación a través de un Estudio de Impacto Ambiental”, añadió.
Por su parte, el presidente de la ONG Ecosistemas, Juan Pablo Orrego, calificó como “indignante que se pretenda construir una cuarta central hidroeléctrica en el río Biobío, y la traición del Estado de Chile al pueblo Pehuenche, que se comprometió a no autorizar más represas en la zona, con un acuerdo con la Corte Interamericana de DDHH de por medio”.
“Nunca se ha hecho una evaluación integral que considere los impactos acumulativos y sinérgicos de las sucesivas centrales que se han ido instalando, degradando en forma cada vez más grave el río y la cuenca de la tercera región con mayor población de nuestro país, severamente afectada por la mayor superficie de plantaciones de todo el territorio nacional”, agregó Orrego.
A pesar de las modificaciones realizadas por Rucalhue Energía Spa de la CWE, que incluyen mejoras en términos de daño medioambiental y una ganancia neta de biodiversidad, el peso del conflicto histórico en torno a la cuenca del río Biobío, las comunidades pehuenche y la defensa de la cuenca, sugiere que las acciones emprendidas aumentarán la vulnerabilidad del ecosistema.
Una representante de la Agrupación Malen Leubü, dijo que “para las comunidades, el río no es simplemente una fuente de agua, sino que es un ente sagrado que forma parte de nuestra identidad y cosmovisión. Esta conexión se manifiesta en ceremonias, tradiciones y prácticas que han sido transmitidas de generación en generación, donde el río es visto como un ser vivo que merece respeto y cuidado”.
Frente a estas preocupaciones, las comunidades y organizaciones exigen una suspensión inmediata de la construcción, así como una auditoría independiente sobre los procesos de aprobación ambiental. Asimismo, reiteraron la necesidad de establecer un diálogo efectivo con las comunidades afectadas, basado en el respeto a los derechos indígenas y la protección del medio ambiente.
