Pat Metheny ha dado la vuelta al mundo un montón de veces pero casi nunca para tocar en solitario. El jueves, la estrella de Missouri volvía al Palau de la Música de la mano del Festival de Jazz de Barcelona para su primera gran gira mundial en este formato. Y a mitad de recital, más locuaz que nunca -“veréis que hoy hablo más de lo que he hablado en 40 años de conciertos en Barcelona”-, contó que un día antes de arrancar el ‘tour’ recibió unas cuerdas nuevas que había encargado en Amazon. Eran cuerdas de nylon, explicó, de las que se usan para la guitarra española. Solo que esas en concreto eran especiales. Estaban pensadas para la guitarra barítono, un instrumento a medio camino entre el bajo y la guitarra de toda la vida. Para el común de los mortales esto no tendría mucho interés. Pero Metheny lo contaba entusiasmado. ¡La cantidad de cosas nuevas que podría hacer con esa nueva combinación de materiales! ¡Nuevos timbres! ¡Afinaciones distintas! ¡Quién sabe!
Parecería que en 2024, con más de 40 años de carrera y medio centenar de discos, Pat Metheny ya lo ha hecho y dicho todo. Pero su curiosidad nunca se agota. En sus canciones casi pop y en sus experimentos más menos agradecidos al oído, Metheny siempre busca algo. La pregunta, esta vez, iba de cuerdas, maderas y metales. ¿Qué se puede hacer con una guitarra? ¿Hasta dónde se puede llegar? La premisa sirvió a Metheny para hacer un recorrido por su obra, una antología de sí mismo con parada en episodios importantes de su vida, cada uno explicado a través de un instrumento distinto. La amistad con el fallecido contrabajista Charlie Haden la celebró a la guitarra acústica con una suite hecha de fragmentos de ‘Beyond the Missouri Sky’, el precioso disco que grabaron a dúo y uno de los que más han calado. Dice Metheny que aún hoy hay gente que lo pone en bodas, en funerales, en nacimientos y hasta para consolarse tras un divorcio.
Lutieres e instrumentos
A la guitarra española encadenó éxitos propios, con un melancólico ‘This is not America’ de final, que tras las elecciones en los Estados Unidos sonaba especialmente punzante. Cambió de instrumento para evocar su infancia, cuando la ciudad donde creció, Lee’s Summit, cerca de Kansas, era poco más que un pueblo y su madre le mandó a conocer a un vecino, un señor que era “lutier, quiropráctico y mecánico”, y que le dio consejos que aún hoy le sirven para explorar la guitarra barítono. Apareció en escena la Pikasso, un ingenio de muchas cuerdas y diapasones y sonido majestuoso, único en el mundo, que encargó a su lutier hace décadas y ya es un clásico de sus conciertos. Jugó con los pedales y los efectos de sonido para construir bases rítmicas sobre las que improvisar, pero con esos mismos pedales sometió a su público a un estruendoso episodio de golpes y rasgados y rasguños. Pat Metheny son muchos Pat Methenys.
Y cuando parecía que ya había contado toda su historia, puso en marcha el Orchestrion, una gigantesca y vistosa caja de música inventada por él mismo que parece que toque sola, en un tramo final más bien efectista que remató con un delicado bis, el éxito del country ‘Wichita Lineman’, quizá recuerdo de cuando era niño en Missouri. Una vida contada a la guitarra.