El narcotráfico, la minería y la influencia de Los Choneros y de Los Comandos de la Frontera son algunas de las amenazas con las que lidian a diario militares y policías asignados a Orellana y Sucumbíos.
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La violencia criminal se ha tomado Orellana y Sucumbíos. Las muertes violentas han crecido indiscriminadamente en el último año. La influencia de la narcoguerrilla de Los Comandos de la Frontera y de Los Choneros agobia a estas poblaciones.
Esta escalada de criminalidad se ha dado pese a la decisión del Gobierno de reconocer la existencia de un conflicto armado interno y a las sucesivas declaratorias de estado de excepción en ambas localidades. Actualmente, en Orellana hay un toque de queda desde las 22:00 de todos los días.
En medio esta coyuntura, las Fuerzas Armadas (FF. AA.) —en coordinación con la Policía Nacional— intentan retomar el control de estas provincias, que tienen en el narcotráfico y la minería ilegal sus principales amenazas.
Durante la última semana de octubre de 2024, un equipo de PRIMICIAS acompañó a los equipos militares de la Brigada de Selva Napo, en Orellana; y del Batallón de Selva Tungurahua, en Sucumbíos, en varios operativos urbanos, en la frontera con Colombia y en la Cárcel de Sucumbíos.
Esta es la realidad que se vive en ambas provincias amazónicas:
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