Por Evaristo Lara
Doug Ford, primer ministro de Ontario, parece no temer ante las amenazadas de Donald Trump de imponerle elevados aranceles a los productos que se importan de Canadá y en respuesta dijo estar dispuesto a recortarle el suministro de energía que desde años les vende a algunos estados de la Unión Americana.
Desde hace unas semanas, el presidente electo ha venido endureciendo su discurso en contra de México y Canadá al señalar que, si ambos países no se comprometen a redoblar sus esfuerzos para detener el flujo de inmigrantes y drogas, entonces establecerá un impuesto del 25% a todos sus productos que ingresen a Estados Unidos.
Ante lo delicado de la situación, el primer ministro de Ontario, junto con los de otras provincias canadienses se reunieron el primer ministro canadiense, Justin Trudeau para analizar la amenaza que implica para su balanza comercial el hecho de que su vecino del sur castigue a sus exportaciones.
Sin embargo, lejos de doblegarse a la voluntad de Donald Trump, al menos Doug Ford piensa contraatacar dejando de distribuirle parte de la energía requerida en estados como Michigan, Minnesota y Nueva York.
“Esta pelea está 100% segura de que será el 20 o 21 de enero. Utilizaremos todas las herramientas a nuestra disposición para contraatacar.
No podemos quedarnos de brazos cruzados y darnos por vencidos. Como país, no lo haremos“, advirtió.
Chrystia Freeland, viceprimera ministra canadiense, respaldó la idea del primer ministro de Ontario.
“Canadá, por supuesto, responderá a los aranceles injustificados”, enfatizó.
Cabe señalar que cerca del 60% de las importaciones de petróleo crudo realizadas por Estados Unidos provienen de Canadá, así como 85% de sus importaciones de electricidad.
A esto debe agregarse que, su vecino del norte también es su mayor proveedor de acero, aluminio y uranio, esto sin contar que posee 34 minerales y metales críticos de conseguir para llevar a cabo varios proyectos desarrollados por Pentágono para velar por la seguridad de la nación incluso más allá de sus fronteras.
Por ello, al nuevo gobierno estadounidense no le convendría entrar en una batalla comercial con Canadá, nación que, si bien quizá experimentaría una recesión temporal de su economía, también le daría un fuerte golpe a sus finanzas, la cual se trasladaría directamente a los bolsillos de la ciudadanía.
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