Si Cristbal Balenciaga levantara la cabeza. Su apellido, convertido en logo sin serifas, juega con frecuencia y empeo a la viralidad. En el retrato de Annie Leibovitz,regresa a la ingeniera.
En la eleccin de Eva Fernndez, estilista de la Reina Letizia, se proyecta un puente a la historia. En una habitacin cuajada de distracciones, un vestido de noche confeccionado en el taller de Balenciaga en 1948 logra que la tela satisfaga la obsesin del modista vasco: transforma el tejido en escultura.
La pieza se drapea sobre el pecho y, con los hombros al descubierto, revive su visin del surrealismo. Ni los relojes deban parecer fundirse ni los ojos convertirse en pendientes de perlas. Para Balenciaga, los objetos se remodelaban de manera abstracta, intuida.
Como un clavel invertido, la falda de Doa Letizia se abre para conquistar el espacio a su alrededor. Una capa de gazar fucsia robustece la tarea. Sobre quien la porta, la tela, de textura semirrgida, construye una barrera esttica.
Balenciaga diseaba el aire. Construa los volmenes a travs del espacio vaciado. Bajo su aguja, la escultura renunciaba al mrmol y al cobre. El costurero de los costureros, como cuentan que lo llamaba Christian Dior, slo necesitaba seda.
La sencillez de Balenciaga era una patraa. Bajo los plisados de las blusas y faldas que protagonizaron en los aos 50 portadas de revista, el perfeccionismo del modista encerraba una investigacin en la que cej cuando pasearon por la calle las primeras minifaldas.
El negro espaol, iridiscente, como el plumaje de un cuervo, era su instrumento para recortar en las noches de gala la silueta del cuerpo femenino. Redibujada sobre su propia fisionoma, recubierta por una armadura de gazar, la mujer que luca un diseo de Balenciaga anunciaba su propia aparicin. Su presencia se magnificaba.
La fotografa de Leibovitz ha empezado a secarse en el ojo contemporneo. Su estilo, que conjuga los tonos sepias con unos sujetos orientados a un hieratismo teatral, araa la sensibilidad joven, que anda detrs de la vibracin del color o de la naturalidad de la luz tierna y blanda. La friccin se disuelve con Balenciaga frente al objetivo. El retrato real encaja sus partes y la distancia buscada por la estadounidense se ala con el modista del volumen para crear el misterio.
Eva Fernndez ha convertido a la Reina en bandera de la moda actual espaola. Con Balenciaga la inscribe en su historia. Cuando modernidad y modernez se divorcian y la forma se rellena de significado, el nombre del de Guetaria se contagia de nuevo sin dejarle de propina un latigazo cervical.
