El sentido común indica que estar en contacto con las plantas es bueno para nuestra salud mental. Pero esto sería quedarse muy cortos, sobre todo tras leer Las bondades de la naturaleza’, de Kathy Willis, una reconocida bióloga inglesa, profesora de biodiversidad en el Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford. Y es que desde la civilización griega está fijada la idea de que “para alcanzar un estado filosófico es necesario sintonizar con la naturaleza”, en palabras de Zenón de Citio.
Caminar por el bosque produce una reducción de hasta un 16% del cortisol y disminuye la frecuencia del pulso
El libro es una demostración apabullante de la evidencia científica sobre los beneficios de la naturaleza para la salud física y mental. Sin ir más lejos, cita el estudio japonés de los años 90 que constata que caminar por el bosque produce una reducción de hasta un 16% del cortisol y disminuye la frecuencia del pulso y la presión arterial, en comparación que andar por un entorno urbano. A partir de ahí se multiplicaron los estudios constatando beneficios en el sistema inmunitario, cardiovascular y respiratorio, y efectos positivos en casos de depresión, la ansiedad y estrés. Pero la autora va más allá de la correlación entre dos fenómenos (más naturaleza, mejor salud) y busca causalidades.
Reduce el estrés
Diversos estudios citados por Willis constatan que la contemplación de la naturaleza (aunque sea en una pantalla) contribuye a reducir más rápidamente el estrés. Un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona, citado por la bióloga, constató (midiendo el nivel de zonas verdes en torno a varios estudiantes de primaria) que, con independencia del nivel socioeconómico de cada niño, la mayor presencia de espacio verde mejoraba su atención y memoria de trabajo. Pero ¿por qué sucede? Según algunos investigadores, porque la naturaleza ayuda al cerebro a descansar de la atención dirigida que efectúa para concentrarse en determinadas tareas y permite una atención involuntaria.
La importancia del verde
Willis cita un estudio de la Universidad de Essex en el que en un gimnasio, los participantes tenían mejor estado de ánimo si contemplaban imágenes de paisajes verdes. Un experimento neurológico de 2019 constató que “la visión de colores verdes y azules parece desencadenar automáticamente actividad neuronal en áreas del cerebro asociadas a procesos atencionales y cognitivos reforzados”.
La visión de colores verdes y azules parece desencadenar actividad neuronal en áreas del cerebro asociadas a procesos atencionales y cognitivos reforzados
Los colores que nos gustan son los que desencadenan estas reacciones. Pero la cosa es algo más complicada y algunos estudios indican que ver un follaje de más de un color es todavía más beneficioso y eso cambia también en función de las estaciones.
¿Qué color de flor es mejor?
El ensayo también repasa detalladamente el efecto beneficioso de las flores en el estado de ánimo. Y el color preferido, según algunos estudios, es el verde y el amarillo, si queremos desencadenar una actividad neuronal en áreas cerebrales asociadas a procesos atencionales y cognitivos reforzados.
Olor, sonidos y tacto
En cuanto a los olores, la recomendación, también de acuerdo con los estudios efectuados, es elegir bosques de pino y cuantas más coníferas mejor, porque “parece haber una respuesta científicamente mesurable en nuestra sensación instintiva de relajación y reducción del estrés”. Y ciprés y enebro para conseguir una reducción de la frecuencia cardíaca y las hormonas del estrés. También la lavanda contribuye a reducir estrés y el romero a estar más despiertos y despejados cognitivamente, como la menta. Y oler a rosas tiene un efecto relajante sobre la conducción.
Tenemos que dejar que la naturaleza nos cante
Respecto al sonido, un estudio de la Universidad de Chicago constató mejoras en el rendimiento cognitivo tras escuchar sonidos de pájaros, agua, insectos y viento, en lugar del ruido del tráfico, cafetería o maquinaria. Lo mismo con el tacto de las plantas y los abrazos a los árboles.
Según un estudio, árboles y arbustos entorno a una vivienda reducen los entre un25% las posibilidades de sufrir depresión
Las pruebas abundan y la autora se pregunta por qué las políticas públicas no tienen esto en cuenta a la hora de diseñar espacios. “Tenemos que dejar que la naturaleza nos cante“, proclama. Y amplía su reflexión, con datos, a los espacios de interior: el beneficio de las plantas y colores como el verde pastel y revestimientos de madera. Y paseos de entre 30 y 30 minutos.
Más árboles cerca de casa, menos depresión
Willis cita decenas de estudios, entre ellos uno de significativo: más árboles y arbustos en el entorno de una vivienda reduce los entre un 20 y 25 por ciento las posibilidades de sufrir depresión, ansiedad y estrés, según una investigación inglesa.
No hace falta esperar
“No necesitamos esperar a que los urbanistas y los políticos creen los espacios verdes (…) sabemos lo suficiente para prescribirnos naturaleza nosotros mismos en nuestros hogares“, concluye Willis al final de una obra magna tras la cual no quedan dudas sobre los beneficios, en todos los sentidos, de estar en contacto con la naturaleza, aunque quede mucho recorrido científico al respecto. Y dejando claro, como hace Willis, que no se puede considerar la naturaleza un sustituto sino un complemento de los fármacos y tratamientos convencionales.