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La política exterior personal de Elon Musk de promover partidos de extrema derecha está generando indignación entre los líderes europeos y planteándoles un dilema: ¿cómo reprender al gigante tecnológico sin enfadar a su nuevo patrón, Donald Trump?
Musk podría ser fácilmente descartado como un antagonista travieso al que simplemente le gusta escandalizar y que persigue sus propias obsesiones un post X a la vez.
Pero no es un simple troll. Es el hombre más rico del mundo, posee algunas de las empresas más estratégicas e influyentes del planeta y maneja una poderosa red de redes sociales. Musk está poniendo de relieve su enorme influencia como fuerza populista que galvaniza a los provocadores políticos como una especie de poder no estatal supranacional unipersonal.
También está anticipando el trastorno internacional que probablemente se producirá cuando el presidente electo regrese a la Casa Blanca dentro de dos semanas y los posibles conflictos de intereses que se avecinan. Y es que el pionero de Tesla y SpaceX no será simplemente un poderoso agente libre, sino un asesor del círculo íntimo del nuevo Gobierno estadounidense al frente del “Departamento de Eficiencia Gubernamental”. Por tanto, va a ser difícil saber dónde acaba la política de Musk y dónde empieza la política exterior oficial de Estados Unidos.
Para los extranjeros, sus ataques a cargos electos con los que no está de acuerdo pueden parecer un intento de un futuro Gobierno estadounidense de interferir en la política de otras democracias y naciones soberanas para desestabilizar sus gobiernos.
Y sus movimientos plantean la cuestión de si está trabajando bajo la dirección de Trump, si es considerado por el presidente electo como una vanguardia útil de perturbación o pronto podría terminar irritando al 47º presidente en su intento de poner su sello en el mundo.
“¿Llevará Musk a cabo la agenda de política exterior de Trump, actuando como embajador personal de Trump en todas partes?”, dijo Lindsay Gorman, directora gerente y miembro sénior del German Marshall Fund. “¿O estará Musk promoviendo su propia visión de los asuntos globales, que puede alinearse con Trump en algunos aspectos, pero no en otros. Y entonces, ¿cuál será la dinámica de poder entre ellos dos?”.
La disposición de Trump a tolerar los feroces ataques de Musk a los líderes aliados es también una señal de que los próximos meses podrían ser aún más difíciles para los amigos de Estados Unidos que en su primer mandato. Esa realidad se puso de manifiesto este lunes, cuando el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció su dimisión. Trudeau llevaba tiempo dilapidando la confianza de los canadienses y de su propio partido, el Partido Liberal. Pero las amenazas de Trump de imponer un arancel del 25% exacerbaron la crisis política en Ottawa y pueden haber acelerado la marcha de un antagonista al que Trump tildó de “gobernador” del 51º Estado de Estados Unidos.
La aparente sensación de libertad que sienten Trump y Musk al hacer política en el extranjero es también un indicador de la confianza en sí mismos que tiene el mundo MAGA ante la toma de posesión de Trump. Están demostrando la creencia de que su fuerza les permite intimidar a países más pequeños y puede augurar una nueva y más descarada encarnación de “Estados Unidos primero”
Los ataques de Musk –transmitidos a sus 211 millones de seguidores en X– han colmado la paciencia de los líderes de algunos de los aliados tradicionales más cercanos a Estados Unidos y avivó las ya elevadas tensiones transatlánticas de cara al segundo mandato de Trump.
–El primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, que lleva semanas en el punto de mira de Musk, advirtió que el propietario de SpaceX había cruzado “una línea” después de que dijera que el ministro británico responsable de salvaguardar a los niños debería ser encarcelado y que hacía apología de la violación.
–El presidente de Francia, Emmanuel Macron, acusó a Musk de alimentar un nuevo “movimiento reaccionario internacional” y de intervenir en las elecciones.
–El primer ministro de Noruega, Jonas Gahr Støre, dijo que era “preocupante” que un hombre con tanto poder se involucrara tan directamente en los asuntos de otros países.
–El Gobierno de Alemania ya ha criticado al multimillonario por apoyar a un partido de extrema derecha pro-ruso, Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas), en las próximas elecciones. Musk recibirá al líder del partido en una entrevista en X esta semana.
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El rol de Elon Musk en el futuro Gobierno de Donald Trump
07:15 – Fuente: CNN
El resentimiento generado por Musk refleja la ideología central del movimiento “Make America Great Again” de Trump. Persigue a los políticos del establishment y busca promover a populistas de extrema derecha y outsiders cuyas opiniones y temperamentos reflejan los del presidente electo. En Europa, como en Estados Unidos, muchos votantes están resentidos con los gobiernos que consideran que no han mejorado su situación económica ni han frenado la inmigración.
Para muchos estadounidenses, Musk simplemente está ejerciendo sus derechos de la Primera Enmienda. Pero en Europa, un continente atormentado por el horror del extremismo de extrema derecha, su apoyo al populismo radical es visto por muchos líderes como ofensivo y menos como un ejemplo de libertad de expresión que como un intento de sofocar las libertades y la democracia.
Si hay una estrategia en la arenga de Musk, es que las fuerzas de la oposición en estos países están mucho más en línea con los instintos antiinmigración y anti-libre comercio de Trump que los líderes que están actualmente en el poder. Y Trump puede estar esperando promover interlocutores políticos que le sean más simpáticos.
En Francia, por ejemplo, el partido de extrema derecha Agrupación Nacional (antes conocido como Frente Nacional) de Marine Le Pen tiene en 2027 su mejor oportunidad de ganar en el sistema de elecciones presidenciales a dos vueltas que siempre le ha impedido llegar al poder. Aunque es improbable que la AfD forme gobierno en el sistema alemán que promueve las coaliciones, su influencia puede crecer tras las elecciones federales de febrero.
Y Trump ya ha extendido la alfombra roja en Mar-a-Lago a líderes europeos de extrema derecha, entre ellos el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, hombre fuerte, y la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, una política populista de derechas, que puede ser la líder nacional más fuerte de la Unión Europea en estos momentos.
El ADN nacionalista de la política exterior de Trump es a menudo una reacción a las políticas y el comportamiento de los líderes de centro-izquierda en Occidente.
Esto podría ayudar a explicar el tormento del presidente electo hacia Trudeau, quien, como un feminista autoproclamado que ofreció una cálida bienvenida a los inmigrantes, es la antítesis del MAGA. Es probable que Trudeau sea sucedido a corto plazo por un primer ministro del Partido Liberal, pero el resultado más probable de unas elecciones generales que deben celebrarse este año es un nuevo Gobierno bajo el liderazgo del Partido Conservador de Pierre Poilievre. El albertino comparte algunas de las tendencias populistas de Trump, incluso en materia de inmigración, y su afición a poner apodos burlones a sus oponentes. Pero también ha condenado la calificación de Canadá por parte de Trump como el estado número 51, y al frente de un gobierno mayoritario, podría resultar un negociador más formidable en cuestiones comerciales que un Trudeau muy debilitado.
Del mismo modo, si Musk está tratando de desestabilizar a Starmer, sus acciones se deben a un malentendido de la dinámica política británica. El líder del Partido Laborista acaba de obtener una victoria aplastante y no tendrá que enfrentarse de nuevo al electorado hasta dentro de casi cinco años. Incluso el líder del Partido Reformista, Nigel Farage, el padre del Brexit y amigo de Trump, es considerado ahora por Musk como insuficientemente radical después de que dijera que no estaba de acuerdo con el apoyo del propietario de X al ultraderechista antimusulmán encarcelado Tommy Robinson.
Starmer se sintió obligado a pronunciarse después de que Musk utilizara X para acusarle de ser cómplice de las acciones de bandas de captación de menores en un escándalo histórico de abusos a menores que él mismo gestionó mientras era director de la fiscalía. En otras distorsiones de la verdad, Musk también afirmó que Jess Phillips, ministra de Salvaguarda del Gobierno, era “pura maldad” y una “criatura perversa”.
Starmer advirtió de que “aquellos que están difundiendo mentiras y desinformación, tan lejos y tan ampliamente como sea posible, no están interesados en las víctimas, están interesados en sí mismos”. Y añadió: “Cuando el veneno de la extrema derecha conduce a graves amenazas contra Jess Phillips y otros, entonces, en mi opinión, se ha cruzado una línea”.
A pesar del tono duro de Starmer, el enfrentamiento con Musk es una turbulencia no deseada para un primer ministro que, como todos los demás líderes mundiales, ha estado tratando de construir una relación con Trump para evitar a su nación las peores consecuencias de una nueva política exterior estadounidense construida sobre la imposición del poderío estadounidense sobre amigos y enemigos por igual.
Pero la furia transatlántica podría convertirse pronto en un problema también para Trump.
A pesar de sus instintos transaccionales y su deseo de intimidar a otros líderes, Trump puede necesitar la ayuda de los aliados estadounidenses algún día, y las payasadas de Musk están haciendo que les resulte mucho más difícil acomodarse a un presidente estadounidense entrante que ya es profundamente impopular en muchas de sus naciones.
Ed Davey, el líder de los demócratas liberales, el partido con el tercer mayor número de miembros en la Cámara de los Comunes británica, reflejó esa antipatía hacia Trump este lunes. “La gente ya está harta de que Elon Musk interfiera en la democracia de nuestro país cuando está claro que no sabe nada de Gran Bretaña”, dijo Davey, irónicamente, en X. “Es hora de convocar al embajador de Estados Unidos para preguntarle por qué un funcionario estadounidense entrante está sugiriendo que el Gobierno del Reino Unido debe ser derrocado”.
Las pullas de Musk también podrían causar problemas en Estados Unidos. Ya parecen un dolor de cabeza para los funcionarios más convencionales de la política exterior estadounidense, entre ellos Marco Rubio, el senador de Florida que Trump ha elegido para ocupar el cargo de secretario de Estado, y el representante de Florida, Michael Waltz, su elegido para asesor de seguridad nacional.
“Creo que se va a volver muy confuso muy rápidamente. No envidio a los diplomáticos de carrera en el Departamento de Estado, que sin duda van a tener las manos ocupadas tratando de averiguar de quién es la agenda que están llevando a cabo”, dijo Gorman.
Los aparentes conflictos entre la política estadounidense y los intereses empresariales de Musk plantean otra complicación. Musk ya ha participado en llamadas entre Trump y líderes mundiales como el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, cuyas fuerzas utilizan el sistema de Internet Starlink de Musk para apoyar su guerra contra Rusia.
La enorme exposición comercial de Musk en China también podría pesar en el enfoque de Trump y podría chocar con los instintos belicistas de Waltz y Rubio, que están llamados a formar parte del Gabinete más contrario a Beijing en la historia moderna de Estados Unidos.
En el primer mandato de Trump, cuando hizo política exterior a golpe de tuit, Estados Unidos se convirtió en una fuerza de perturbación global. El destacado papel de Musk en su segunda administración puede hacer que esos cuatro años parezcan estables en comparación.
