Tener sueños en la vida es la gasolina que necesitan muchas personas para sentirse vivas. Una de ellas es un histórico del atletismo grancanario, Miguel Martel Martel. El valsequillero, a sus 72 años, lleva ya 79 maratones en sus piernas y su ilusión pasa por competir en una de las citas más icónicas de esta especialidad, la que se celebra en Nueva York. Para acabar 2024, el corredor isleño completaba los 42 kilómetros de la exigente prueba que se celebra en Valencia, una de las más conocidas de Europa.
A pesar de su extensa trayectoria, la pasión de este veterano deportista, que cambió las artes marciales por las carreras, no tiene fin. En su punto de mira ya tiene marcada en rojo la que será su experiencia maratoniana número 80, la Zurich Rock ‘n’ Roll Series Madrid. El Correcaminos de Valsequillo estará en la línea de salida el próximo 28 de abril.
Pero su gran sueño es recorrer la Gran Manzana, a golpe de zancada entre los majestuosos rascacielos de Nueva York, participando en uno de los maratones más famosos del planeta, cuya edición de 2025 tendrá lugar el 2 de noviembre. Pero para poder llevar a cabo ese reto, necesita recabar apoyos para poder sufragar los gastos derivados de un viaje costoso al otro lado del charco, para sí poder agrandar su leyenda, esa que lo han convertido en el maratoniano grancanario con más números de pruebas completadas a sus espaldas.
«El coche no hay que tenerlo quieto nunca, debe de estar siempre en marcha», recomienda como filosofía de vida el propio Martel, que reconoce llevar «medio siglo corriendo y 35 años completando pruebas de maratón». Sus inicios como mediofondista y fondista arrancaron hace ya cinco décadas en el sur de Gran Canaria, donde comenzó a correr alguna maratón que otra: «La primera de ellas recuerdo que fue en 1983 con 37 grados de temperatura en el campo de golf de Maspalomas». Sin embargo, en un principio, sentía pasión por las artes marciales. «Pero luego empecé a hacer carreras cortas hasta que probé la maratón y le cogí un gusanillo que me ha durado hasta la fecha», señala.
Su pasión por el atletismo también le hace participar en carreras populares. Para despedir 2024, se convirtió en uno de los 9.000 participantes en la San Silvestre de Las Palmas de Gran Canaria. «Siempre suelo participar en carreritas sueltas por ahí, aunque mis especialidades siempre han sido tanto la maratón como la media maratón», apunta orgulloso.
Junto a 35.000 atletas corría Miguel el pasado 1 de diciembre en la maratón de Valencia, una de las más especiales para él dentro de las 79 que lleva por el homenaje que los corredores de todas partes del mundo le brindaban a las víctimas de la DANA.
A pesar de que reconoce que lleva ya a sus espaldas una buena cantidad de pruebas de 42 kilómetros, no se plantea una marca concreta para poner fin a su trayectoria. No parece que ese final esté cerca, porque el físico le aguanta: «No tengo ningún dolor de rodilla, ni de piernas, no como mucha juventud que se ha metido a correr y que sí le ocurre, lo importante es cuidarse, comer bien; es vital siempre darse un buen masaje antes de una carrera; aquí, en Valsequillo, siempre voy al Centro de Terapias María del Pino». Después de dar carpetazo a las fiestas navideñas,nuestro protagonista ya está preparando su próximo reto, en Madrid. «Entreno cinco días a la semana y aparte voy al gimnasio otros dos días;todo el plan de entrenamientos me lo diseño yo por la experiencia que tengo, un día hago una gimnasia larga, otro día más corta, o hago series, depende como me vaya encontrando cada día», relata.
El apodo
El apodo del Correcaminos de Valsequillo se lo pusieron en la época en la que comenzó a trabajar en Playa del Ingles y volvía corriendo cada día de regreso para el pueblo: «Todos creían que estaba loco, hasta que con el paso del tiempo se terminó haciendo una carrera en Valsequillo, La Noche Mágica, y le pusieron mi nombre a la prueba. Como siempre estaba entrenando por allí, la gente me apodó Correcaminos, porque estoy siempre corriendo montaña arriba y abajo».
Tiene claro que este es el año para cumplir el sueño de participar en el maratón de Nueva York, pero para ello «necesitaría que alguien me echara una mano». «Tengo un historial muy grande, 79 maratones, una calle con mi nombre, la Noche Mágica de Miguel Martel y soy el maratoniano grancanario con más maratones corridos, he estado en Valencia, en Sevilla e incluso en Portugal y mucha gente me reconoce», se reivindica el veterano atleta isleño.
Para él, más relevante que los resultados, aunque en su categoría siempre suele estar entre los mejores, es «terminar la prueba». «Eso es lo más importante, porque son 42 kilómetros y para conseguirlo hay que estar muy bien preparado mentalmente», apunta.
No todo el mundo sabe que «el muro» en los maratones está fijado en los 30 kilómetros, «es la distancia que marca si estás bien o mal, cuando pasas esa línea ya te das cuenta si vas a poder terminar o no». Parte de su entrenamiento lo desarrolla en altura, en la zona de Tejeda, porque «se nota mucho cuando después vas a competir en una prueba que esté a baja altura o al nivel del mar». En su opinión, también es importante hacer «muchas tiradas largas».
Martel reclama ayuda institucional para poder seguir llevando el nombre de Gran Canaria por todas las maratones: «Nadie me está ayudando, salvo algunos amigos que me echan una mano con los temas de papeleo; hace tiempo sí que recibía ayuda, pero a día de hoy no me dan ni las gracias. Solo quiero que alguna empresa me ayude para poder hacer la maratón de Nueva York».
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