El capellán de Mediterranea Saving Humans, padre Mattia Ferrari, habla de los últimos informes sobre la desaparición de hombres y mujeres víctimas de detenciones arbitrarias en Libia: «Torturas más allá de lo imaginable para reprimir a las personas porque son portadoras del grito de la fraternidad».
Francesca Sabatinelli – Ciudad del Vaticano
Es necesaria una reacción humana, una reacción cristiana, porque está en juego la vida de quienes sufren violencia y tortura, pero también la vida y la identidad de todos nosotros, lo que somos y lo que queremos ser». Don Mattia Ferrari, capellán de Mediterranea Saving Humans, denuncia constantemente los mensajes desesperados de quienes -como en las últimas horas Refugiados en Libia- hacen llamamientos en nombre de la humanidad. El Canal X, en el que los mismos migrantes cuentan lo que están sufriendo, ha denunciado en las últimas horas que en la Libia del primer ministro Abdul Hamid Dbeibah, en Trípoli, se han producido detenciones arbitrarias masivas de refugiados, miles de los cuales han sido llevados a lugares desconocidos, entre ellos varios cristianos.
Persecuciones contra migrantes y cristianos
«Estamos asistiendo a una intensificación progresiva de esta violencia», explica el padre Mattia, «y no es la primera vez que se producen estas deportaciones, sólo que ahora estamos asistiendo a una intensificación de estas acciones violentas, gravísimas y totalmente inaceptables». El sacerdote confirma que todo esto ocurre contra los migrantes, pero también contra los cristianos. El padre Mattia pone el ejemplo del «ya famoso Al-Masri», el libio acusado de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional, porque se le considera responsable de haber ordenado, e incluso ejecutado, especialmente en la prisión tripolitana de Mitiga, asesinatos, torturas, violencias, contra los migrantes. El que fuera detenido y luego liberado en Italia el 22 de enero vuelve a estar libre en Libia. «Hace tiempo que denunciamos la violencia que él y sus hombres ejercen contra los cristianos, en un patente odio a la fe».

El padre Mattia Ferrari
Libia, el gran agujero negro
De todas las personas que son detenidas, a menudo se pierde el rastro, y Libia resulta ser «un gran agujero negro», explica Ferrari, ya que «el sistema de lagers, de centros de detención, es terrible». A veces es posible recuperar información, colaborando con las autoridades internacionales para localizar a personas encerradas «en centros donde se producen lo que la ONU denomina “horrores indecibles”». Como el horror generado por el reciente descubrimiento de fosas comunes, con cuerpos casi con toda seguridad de migrantes, en el desierto libio de Alkufra. Noticia de la que da cuenta la web de Refugiados en Libia, que denuncia, entre otras cosas, la total falta de acceso a «procedimientos de denuncia, identificación, acceso a la información sobre personas desaparecidas».
«Hay fosas comunes», añade el padre Mattia, “hay cosas terribles que nunca pensamos que veríamos en nuestra vida, prácticas de tortura más allá de lo imaginable, con instrumentos y técnicas que infligen sufrimientos inhumanos, y reprimen a estas personas simplemente porque son portadoras del grito de la fraternidad”. Un horror que tiene la complicidad del silencio de la comunidad internacional, «que no nos cansaremos de denunciar y que proviene de la soldadura de dos cosas: por una parte el cinismo de ciertas elecciones políticas y por otra, la indiferencia de tantas personas. Olvidamos que todos somos responsables de nuestros hermanos y hermanas, y que lo somos por una razón de humanidad, de fraternidad, porque todo en el mundo está conectado y ninguno de nosotros puede considerarse ajeno a las causas que provocan las migraciones forzosas y a las razones que empujan a las personas a emprender peligrosos viajes migratorios». Existe, se recuerda, «una responsabilidad ligada a razones de justicia y una responsabilidad ligada a razones de humanidad y fraternidad, y no puede ser olvidada».
Verdad y justicia
Lo que está ocurriendo en Libia no está siendo abordado por la justicia internacional, que sigue sin perseguir y acabar con la impunidad que rodea a los mandos de las milicias libias. «Se trata de una mafia extremadamente poderosa que -continúa el capellán de Mediterranea Saving Humans- se ha incrustado fuertemente en el sistema de expulsión, hasta el punto de que algunos líderes de la mafia libia tienen también funciones oficiales dentro del sistema, dentro del aparato». La denuncia proviene de muchas organizaciones humanitarias que hablan de impunidad, es decir, nadie es llamado a rendir cuentas por los crímenes que comete, y todo ello no permite un funcionamiento de la verdad y la justicia, «requisito previo para lo fundamental de todo, que es la reconciliación».
El colapso de la humanidad
En un contexto diferente, pero también en Túnez, como se viene denunciando desde hace tiempo, hay una violencia terrible, similar a la que se observa en Libia. «La mayor similitud es que en ambos casos la violencia se produce porque hay un sistema de rechazo que Europa e Italia promueven, que se lleva a cabo pidiendo a estos países y a sus milicias básicamente que rechacen y contengan, en nombre de las naciones europeas, a los migrantes. Y si en Libia existe un sistema de lager, en Túnez existe el de la deportación al desierto. Hay muchos migrantes que se han puesto en contacto con don Mattia inmediatamente después de ser capturados y deportados, con muchos de ellos los contactos se perdieron después y ahora llevan meses desaparecidos, eran migrantes capturados en el mar por la Garde nationale tunecina, como prevén los acuerdos con Italia y la UE, devueltos a tierra y después cargados en vehículos y abandonados en el desierto. «Cuando se produce una ruptura tan violenta de la fraternidad -concluye el padre Mattia Ferrari- se abre un abismo infernal de violencia, de dominio de las mafias y de derrumbe de nuestra humanidad».
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