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Migrantes haitianos en Springfield, Ohio, recurren a la religión ante el miedo a ser deportados

Autor: Administrador

SPRINGFIELD, Ohio, EE.UU. (AP) — Después de finalizar su servicio dominical, el pastor de la Primera Iglesia Evangélica Haitiana de Springfield, en Ohio, le pidió a los miembros y músicos de la iglesia que formaran un círculo a su alrededor mientras se arrodillaba para orar.

Muchos fieles se habían presentado para recibir su bendición y escuchar sus consejos sobre cómo lidiar con los agentes federales en caso de estar involucrados en las redadas que han sido parte de las estrictas medidas en materia migratoria que ordenó el presidente Donald Trump. Otros feligreses prefirieron quedarse en casa ante el creciente temor e incertidumbre.

“Le pedí a Dios que proteja a mi gente”, dijo el reverendo Reginald Silencieux sobre su última oración. “Oré en particular por la comunidad haitiana, y también pedí por Estados Unidos, porque Trump es nuestro presidente. Como iglesia, tenemos la obligación de orar por él, porque es nuestro líder político en este momento”.

Algunos de los cerca de 15.000 haitianos que se calcula que viven en Springfield buscan consuelo e intervención divina en sus iglesias o en las tiendas que venden productos espirituales. Los líderes comunitarios dicen que muchos de ellos están sobrecogidos por el miedo de que Trump ponga fin o permita que expire el programa de Estatus de Protección Temporal (TPS con sus iniciales en inglés) que les permite permanecer legalmente en Estados Unidos.

“La comunidad está en pánico”, dijo Viles Dorsainvil, líder del Centro de Ayuda y Apoyo a la Comunidad Haitiana de Springfield. “Ven por televisión los arrestos en otras partes del país y no saben qué va a pasar”.

“La mayoría de los inmigrantes que están en Estados Unidos no son criminales, son personas trabajadoras”, agregó. “Cualquier gobierno con sentido común preferiría trabajar con este tipo de inmigrantes en lugar de deportarlos”.

El año pasado Trump lanzó acusaciones falsas contra los haitianos que viven en Springfield de que se comían a los perros y gatos de sus vecinos. Los rumores falsos exacerbaron la división y el sentimiento antiinmigrante en una ciudad donde la mayoría de sus 59.000 habitantes son personas de raza blanca y clase trabajadora.

En las semanas posteriores a sus comentarios, las escuelas, edificios gubernamentales y residencias de funcionarios recibieron decenas de amenazas de bomba.

“Antes teníamos otro tipo de miedo —era miedo a una represalia, ya fuera de la extrema derecha, de los Proud Boys”, dijo Jacob Payne, un líder de la comunidad haitiana y propietario de Milokan Botanica, una tienda religiosa que vende productos espirituales haitianos.

“Ahora hay un miedo a ser deportados. Eso ha hecho que mucha gente prefiera no salir y ha provocado que muchas personas se hayan ido”, dijo, señalando hacia una plaza comercial usualmente concurrida en la que se encuentra su negocio y que ahora estaba más tranquila de lo habitual.

Entre la venta de velas religiosas y ungüentos espirituales, Payne asesora a sus clientes con sus formularios de inmigración, tarjetas de autorización de empleo y preguntas sobre sus solicitudes del TPS.

Brutus Joseph, de 50 años y que trabaja instalando paneles solares, indicó que se presentó en el local en busca de alivio espiritual. Pero también quería expresar su opinión.

“No me siento para nada bien. Hay muchas cosas que quisiera decir”, dijo Joseph en creole a través de un intérprete. “Mi esposa y yo ni siquiera podemos dormir de la preocupación. Somos ciudadanos de bien, lo único que hicimos fue ser haitianos. Jamás pensamos que fuéramos a recibir este tipo de trato por parte del gobierno. Le pido a Dios que el presidente cambie de opinión”.

A Joseph le preocupa en particular el futuro de sus cinco hijos, incluido uno que está en último año de secundaria en Springfield y planea asistir a la universidad este año.

“Si me voy de aquí, no hay futuro para mis hijos. Si me envían de regreso, pueden violar o asesinar a mis hijos, así que tengo todo que perder”, comentó, haciendo un llamado a Trump como otro hombre de familia que está casado con una inmigrante.

El reverendo Philomene Philos, uno de los pastores de la Primera Iglesia Evangélica Haitiana, lamentó que menos personas de lo habitual se hayan presentado al servicio dominical.

“No tienen que tener miedo. Tienen que estar alerta”, declaró. “No deberían tener miedo al grado de no venir a la iglesia”.

Las preocupaciones en materia migratoria entre miembros del clero y de la comunidad general de Springfield son las mismas que las de muchos otros líderes religiosos en distintas partes del país. En ciudades como Nueva York, Filadelfia y Portland, Oregón, grupos interreligiosos discuten las opciones para brindar seguridad y apoyo a los migrantes de sus comunidades, incluidos aquellos que no tienen autorización legal para vivir en el país.

Durante su primer mandato, Trump utilizó un lenguaje soez para preguntar por qué Estados Unidos tendría que aceptar a inmigrantes de Haití y de países africanos “de mierda”. Su campaña de 2024 giró en buena medida en torno a la inmigración ilegal, refiriéndose a menudo en sus discursos a los crímenes cometidos por migrantes.

Miles de migrantes temporales procedentes de Haití han llegado legalmente a Springfield en los últimos años gracias al programa TPS, luego de que la prolongada inestabilidad en su país de origen ha dado paso a las violentas pandillas que controlan las calles.

“Todo cambió porque Trump es presidente. La gente ahora tiene miedo. La mayoría se quedan en sus casas; no quieren salir”, dijo Romane Pierre, de 41 años, quien se estableció en Springfield en 2020 en virtud del programa TPS después de huir de la violencia en Haití.

“Amo mi país, pero allí no se puede vivir, la situación actual es terrible”, dijo Pierre, quien trabaja en el Rose Gaute, un popular restaurante haitiano en Springfield. “Entonces, ¿a dónde regresas?”.

El año pasado, su hija de 8 años enfermó a mitad de la noche. Los disparos resonaban en el vecindario de Puerto Príncipe en el que vivían y la madre de la pequeña decidió que la situación era demasiado peligrosa como para llevarla al hospital. La niña falleció a la mañana siguiente frente a la entrada del hospital. Pierre no pudo conseguir a tiempo un permiso para volver a Haití y estar presente en su funeral.

“A veces, la vida es difícil”, dijo pensativo durante un descanso en el trabajo.

El TPS, bajo el cual él y miles de personas más tienen permiso legal para permanecer en Springfield, expira en febrero de 2026. Pierre aún conserva la esperanza de que Trump tome en cuenta la violencia que atraviesa Haití y renueve el permiso..

“Piensen en los haitianos, porque en este momento Haití no es un lugar al que se pueda regresar”, explicó. “Dios, habla con el señor Trump y haz algo por los haitianos”.

El presidente del consejo de transición de Haití, Leslie Voltaire, expresó estas mismas preocupaciones, al indicar que las decisiones del gobierno de Trump de suspender los programas de asistencia, deportar a migrantes y bloquear el ingreso de refugiados serán “catastróficas” para Haití.

Las declaraciones de Voltaire fueron parte de una entrevista con The Associated Press el sábado en Roma, después de sostener una reunión con el papa Francisco en el Vaticano.

El pontífice y Voltaire discutieron la situación crítica que atraviesa Haití, donde las pandillas han matado a civiles y operan con impunidad en toda la nación caribeña. La mitad de los 11,4 millones de habitantes de Haití atraviesan hambre, según Voltaire, y perder la entrega de asistencia humanitaria empeorará drásticamente la situación.

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La cobertura de religión de Associated Press recibe apoyo a través de la colaboración de la AP con The Conversation US, con fondos de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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