Prólogo
La migración en las Américas no es nueva, pero la creciente intensidad de este fenómeno nos plantea un desafío que requiere una acción colectiva urgente para salvar vidas y compartir el esfuerzo que supone gestionarlo.
El número récord de personas migrantes en tránsito y retornadas en nuestra región muestra que a pesar de la búsqueda de soluciones para promover una migración ordenada y segura, en línea con los principios del Pacto Mundial sobre Migración, las políticas restrictivas no han reducido los flujos migratorios ni los riesgos que enfrentan las personas migrantes, la mayoría de los cuales buscan la reunificación familiar o huyen del cambio climático, la pobreza, la violencia, la inestabilidad política y los conflictos armados.
Mientras prevalezca este escenario, no se espera que la migración se detenga; la asistencia humanitaria y la protección seguirán siendo urgentes, y la mejora de las condiciones en los países de origen seguirá siendo indispensable pero no suficiente. De ahí que las soluciones para responder a la migración deban ser multidimensionales y estar interconectadas, al igual que lo están sus causas e impactos.
Para hacer frente a un reto humanitario de esta envergadura, debemos actuar desde la ética, guiados por el imperativo humanitario y la colaboración estratégica, pero también desde la toma de decisiones basada en pruebas. Este estudio ofrece exactamente eso: datos sobre las necesidades sanitarias de las poblaciones migrantes, identificados por los gobiernos, los organismos humanitarios y las organizaciones de la sociedad civil, así como basados en lo expresado por las propias personas que migran. Estos datos son fundamentales para diseñar soluciones informadas, eficaces y dignas que satisfagan realmente las necesidades en cuestión.
El acceso a la asistencia sanitaria es un derecho humano básico y una piedra angular de la dignidad humana. Sin embargo, para muchas personas migrantes, éste y otros derechos siguen siendo difíciles de conseguir. A lo largo de las rutas migratorias, a menudo peligrosas, el acceso a servicios sanitarios esenciales se ve gravemente restringido, agravado por barreras jurídicas, culturales y logísticas que profundizan las desigualdades y agravan las vulnerabilidades presentes y futuras.
Las personas migrantes, independientemente de su estatus, se enfrentan con frecuencia a necesidades sanitarias insatisfechas, desde la atención médica básica hasta cuestiones más complejas como las enfermedades crónicas, la salud mental y los servicios para personas con discapacidad. El enfoque de la IFRC reconoce esta complejidad y aboga por una asistencia sanitaria y humanitaria integradoras, equitativas y que respondan a las diversas y cambiantes necesidades de las personas en movimiento.
Los hallazgos presentados en este estudio ratifican la pertinencia de nuestra visión y destacan la urgente necesidad de ampliar los servicios integrales de salud para las personas migrantes en las Américas.
También revela que, a pesar de los esfuerzos en curso, siguen existiendo importantes lagunas para garantizar que las soluciones sanitarias en los países de destino y a lo largo de las rutas migratorias satisfagan las necesidades de esta población vulnerable, que a menudo teme ser deportada y sufre discriminación, exclusión y obstáculos administrativos y culturales.
Nuestra respuesta a estos retos debe ser multidimensional, coordinada y contar con la financiación adecuada. También, debe ir más allá de los conocimientos médicos y promover una profunda comprensión de los singulares contextos sociales, culturales y políticos en los que se produce la migración.
Es aquí donde la red de la IFRC, con su alcance incomparable y su presencia de confianza en los países de origen, tránsito y destino, desempeña un papel fundamental. A través de nuestro Programa Mundial de Migración por Ruta, proporcionamos seguridad, dignidad y bienestar a los migrantes en 22 países de América, donde prestamos servicios que salvan vidas, brindamos protección y abogamos por los derechos de los migrantes.
En el centro de estos esfuerzos está nuestro compromiso con la protección, el género y la inclusión, garantizando que los servicios sean accesibles, respondan a la discriminación y la violencia de género y se adapten a las necesidades específicas de la niñez, las mujeres, la población adulta mayor, las personas LGBTIQ+ y las personas con discapacidad.
Trabajar de la mano para garantizar una inversión previsible, flexible y sostenida en asistencia sanitaria para las personas migrantes no es sólo un imperativo moral, sino también pragmático: al garantizar el acceso a la asistencia sanitaria, podemos compartir tareas, reducir el riesgo de enfermedades transmisibles y fomentar comunidades más resistentes e inclusivas. Cientos de miles de vidas dependen de ello.
Subsanar las carencias de datos sanitarios señaladas en este informe es otra acción concreta y poderosa que podemos emprender colectivamente para aumentar el impacto de nuestras intervenciones actuales y futuras. Pero, por encima de todo, los gobiernos, los donantes y los socios clave del ámbito humanitario deben dar un paso adelante para desmantelar todas las barreras que impiden a las personas migrantes acceder a la asistencia sanitaria.
Esperamos que este informe ayude a sus organizaciones y equipos a reforzar la prestación de asistencia sanitaria integral a las personas migrantes, y les animamos a unirse a los esfuerzos de la IFRC en este ámbito. Nuestro trabajo se basa en la certeza de que los derechos de las personas deben ser respetados en todas las circunstancias y que todo ser humano, independientemente de su sexo, edad o procedencia, merece ser tratado con dignidad, tener acceso a servicios esenciales, participar de manera significativa en las decisiones que le afectan y estar a salvo de cualquier daño.
