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La población migrante de los centros de acogida de Nueva York ha disminuido constantemente, pero la postura del presidente electo Donald Trump en materia de inmigración traerá nuevos retos.
Tras dos años de afluencia de solicitantes de asilo, los líderes de la ciudad de Nueva York se muestran cautelosamente optimistas ante la posibilidad de que la crisis migratoria haya empezado a disminuir.
Están llegando menos inmigrantes desde la frontera sur de Estados Unidos. Cada semana son más los que abandonan el sistema de albergues de la ciudad, lo que podría allanar el camino para el cierre de algunas de esas instalaciones.
Y, además de la desaceleración, las amenazas de deportaciones masivas del presidente electo Donald Trump han agregado una gran dosis de incertidumbre a la situación.
Si los dos últimos años se definieron por la forma en que el alcalde demócrata Eric Adams logró acoger a más de 223.000 nuevos inmigrantes, los próximos cuatro años bien podrían centrarse en cómo es que la ciudad lidiará con los esfuerzos de deportación de Trump.
La situación podría volverse tensa ante la posibilidad de que las autoridades de inmigración intensifiquen sus esfuerzos por detener a inmigrantes indocumentados en Nueva York, una ciudad santuario con leyes que limitan su cooperación con los funcionarios federales para deportar a las personas que no son ciudadanos.
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