El miércoles por la mañana, en la Biblioteca Principal de Miami-Dade en el centro de la ciudad, bailarinas con vestidos de colores y trenzas con cintas rojas zapateaban y hacían girar sus faldas. Los gritos mexicanos llenaban el aire, que vibraba con los sonidos de la multitud que hablaba español, inglés y criollo.
Los bailes folclóricos fueron parte del Día de Bienvenida del gobierno del condado, organizado por la Oficina de Nuevos Estadounidenses. Su objetivo es conectar a los inmigrantes del sur de Florida con proveedores de servicios legales, grupos de apoyo y recursos del condado.
Aunque algunos gobiernos locales de Estados Unidos están restringiendo los recursos y afirman que los servicios están sobrecargados debido a los inmigrantes recién llegados, los funcionarios de Miami-Dade han adoptado un enfoque diferente. El miércoles, celebraron la presencia y las contribuciones de los recién llegados al sur de Florida.
“La mitad de nuestro condado nació en el extranjero. Y así de intrincada es la inmigración en la esencia de quienes somos. Y estamos aquí para celebrarlo”, dijo Kathy Bird, directora de la Oficina de Nuevos Estadounidenses, quien presentó el evento en español e inglés junto con la alcaldesa Daniella Levine Cava.
Entre los asistentes al evento había inmigrantes recién llegados y personas que llevan décadas viviendo en Miami-Dade. Una de ellos fue Gabriela Salles, veterinaria de 44 años que llegó al sur de Florida desde Guatemala hace casi un año. La mayoría de su familia aquí ya tiene ciudadanía estadounidense y ha vivido en Estados Unidos durante años. Ella estaba en el evento buscando ayuda para validar su título de veterinaria y su formación como técnica de emergencias médicas. Los cálculos para traducir sus documentos han sido costosos.
“Me gustaría centrarme en la medicina humana”, le dijo al Herald sobre sus aspiraciones profesionales en Estados Unidos.
En el evento también se encontraron otros inmigrantes que buscaban que se reconocieran sus títulos extranjeros, entre ellos un par de veterinarios que llegaron de Venezuela hace cuatro meses y un ingeniero civil de Colombia que llegó al sur de Florida este mes. Dijo que su hermana había solicitado patrocinar su tarjeta verde en 2007, pero recientemente hace poco tiempo que su documentación fue aprobada.
Haitianos, mexicanos, hondureños y otros inmigrantes recorrieron las mesas de varias organizaciones, entre ellas grupos que ofrecen servicios legales gratis y de bajo costo, como Church World Service y Miami-Dade Legal Aid. También estuvieron presentes el Miami Workers Center y la Farmworker Association of Florida, así como el Opera Atelier, que ofrece clases de arte y música para personas mayores.
Varios participantes dijeron que vinieron para recibir asistencia legal con sus casos de inmigración, entre ellas una mujer que quería solicitar la ciudadanía y obtener asistencia para pedir la residencia de su esposo. Dennis Hernández, de 51 años de la ciudad venezolana de Maracay, fue de mesa en mesa buscando abogados. Ingresó a Estados Unidos hace 10 días usando la aplicación CBP One que ofrece citas con las autoridades fronterizas. Ya está trabajando duro para establecer su nueva vida en el sur de Florida.
“Me siento como un niño que empieza a gatear”, dijo. “Pero estoy feliz porque quiero ayudar a mi gente que dejé atrás en Venezuela”.
El menú del evento contó con pastelillos y pasteles de Venezuela, Haití y Jamaica, mostrando las diferentes variaciones de pastelillos hojaldrados rellenos de queso, pescado picante y carne que existen en la región.
Bailarines tailandeses con brocados y flores rosas en el pelo subieron al escenario, seguidos por un intérprete de Bharatanatyam del sur de la India que interpretó una brillante canción de cuna, un reflejo de la pequeña población asiática del estado que ha traído su cultura. una Florida.
Una banda haitiana con sombreros de paja iguales cantó Ayiti Cheri, una canción patriótica basada en un poema considerado como el segundo nacional no oficial de la isla. El guitarrista de la banda encabezó una caravana de música criolla. Haitianos, guatemaltecos, indios, tailandeses e inmigrantes de todo el mundo se balanceaban de un lado a otro en fila y cantaban juntos.
“Este es el sabor de Miami. De esto se trata nuestra comunidad”, dijo Bird.
