Los panameños tenemos que establecer un punto de equilibrio que nos permita proteger el medioambiente mientras se fomenta el desarrollo económico inclusivo y sostenible que necesitamos. Tenemos que ser capaces de salir de nuestras trincheras ideológicas, ponernos en los zapatos de los otros y alcanzar acuerdos basados en principios con fundamento científico.
En ese contexto, los Objetivos de Desarrollo Sostenible nos ofrecen una clara hoja de ruta – que estamos obligados a cumplir – para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Démosle una mirada a los principales argumentos que ofrecen los ODS relacionados con el tema que nos ocupa.
Para comenzar, como reza el ODS 15, es imprescindible para la vida de este planeta “conservar la vida de ecosistemas terrestres; proteger y restablecer los ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras, y detener la pérdida de biodiversidad”. “Esta pérdida de los bosques implica la desaparición de los medios de subsistencia de las comunidades rurales, el aumento de las emisiones de carbono, el deterioro de la biodiversidad y la degradación del suelo”
Como si fuera poco, subraya la organización que, “un efecto irreversible de la actividad humana sobre el medio ambiente es la extinción de especies, lo que altera el equilibrio de la naturaleza y hace que los ecosistemas sean más frágiles y ofrezcan menos resistencia a las perturbaciones. Cerca de un millón de especies animales y vegetales están en peligro de extinción, en muchos casos en las próximas décadas, más que en cualquier otro momento en la historia de la humanidad”.
Estos argumentos parecen suficientes para detener cualquier infraestructura que tenga la posibilidad potencial de acabar con los ecosistemas existentes. No obstante, como señalé al inicio, la clave está en saber alcanzar el punto de equilibrio, pues también necesitamos – como reza el ODS 8 – promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos.
Sobre este asunto nos dice la misma ONU que, “el trabajo decente significa oportunidades para todos de conseguir un trabajo que sea productivo y proporcione unos ingresos dignos, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, así como mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social”.
Para alcanzar este objetivo nos comprometimos a promover políticas orientadas a mantener el crecimiento del producto interno bruto de al menos el 7% anual. Eso implica lograr niveles más elevados de productividad económica mediante la diversificación, la modernización tecnológica y la innovación, entre otras cosas centrándose en los sectores con gran valor añadido y un uso intensivo de la mano de obra.
No menos importante – y directamente relacionado con el tema que nos ocupa – es que el mismo ODS recomienda mejorar progresivamente la producción y el consumo eficientes de los recursos mundiales, y procurar desvincular el crecimiento económico de la degradación del medio ambiente.
Finalmente – y me quedo corto, pues todos los ODS ofrecen argumentos para enriquecer este debate – al adoptar el ODS 9, prometimos “construir infraestructuras fiables, sostenibles, y de calidad; promover la industrialización sostenible y fomentar la innovación”. Pero ¿cómo hacerlo sin afectar el ambiente? No es una pregunta que tenga una respuesta fácil que satisfaga a todos, pues construir infraestructuras sostenibles requiere una planificación cuidadosa y la adopción de prácticas y tecnologías que minimicen el impacto ambiental. Ofrezco, sin llegar a ser exhaustivo, algunas estrategias clave para lograrlo: como es de esperarse, antes de iniciar cualquier proyecto debe realizarse un exhaustivo y transparente estudio de impacto ambiental, que permita comprender el impacto potencial en el medio ambiente. Además, debe involucrar a las comunidades locales y otras partes interesadas para identificar preocupaciones y obtener su perspectiva. Es obligatorio evitar construir en áreas de alta biodiversidad o ecosistemas sensibles, y crear corredores ecológicos que permitan la movilidad de la fauna y conecten diferentes ecosistemas.
El diseño debe ser sostenible: optimizando el uso del suelo para reducir la necesidad de expansión y preservar áreas verdes y espacios naturales. Igualmente se debe priorizar la construcción en terrenos previamente desarrollados o abandonados para evitar la destrucción de hábitats naturales.
En relación con el transporte de materiales y la gestión de residuos, es fundamental adquirir materiales de proveedores locales para reducir la huella de carbono del transporte; planificar la logística de transporte para minimizar el número de viajes y optimizar las rutas; implementar medidas para controlar la dispersión de polvo y partículas durante la construcción, como el uso de barreras y sistemas de riego y; utilizar vehículos y maquinaria con bajas emisiones de CO2 y tecnologías que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero.
Para terminar, los invito a no olvidar que, desarrollo sostenible implica cómo debemos vivir hoy si queremos un futuro mejor, ocupándonos de las necesidades presentes sin comprometer las oportunidades de las generaciones futuras de cumplir con las suyas.
