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Ensayo invitado
Por James Carville
Carville es un veterano de las campañas presidenciales demócratas, incluida la de Bill Clinton en 1992, y asesor de American Bridge, un comité de acción política demócrata.
Pensaba que Kamala Harris ganaría las elecciones en Estados Unidos. Me equivoqué. Aunque estoy seguro de que los demócratas podemos argumentar que la derrota no fue aplastante o consolarnos un poco con nuestros resultados en la Cámara de Representantes, lo más importante para nosotros ahora es afrontar que nos equivocamos y tomar medidas sobre el “por qué” predominante.
Llevo dos meses dándole vueltas a esto en mi cabeza, a todas las variables, a todos los “y si…”, a todas las preguntas sobre las decisiones de reelección de Joe Biden y sobre qué tipo de demócrata o mensaje podría haber funcionado contra Donald Trump. Sigo volviendo a lo mismo. Perdimos por una razón muy sencilla: fue, es y siempre será la economía, estúpido. Tenemos que empezar 2025 con esa verdad como nuestra estrella polar política y no distraernos con nada más.
Aunque la economía estadounidense sigue siendo la más fuerte del mundo, con el PIB en aumento y una inflación que está remitiendo, el pueblo estadounidense no se conformó con que fuéramos mejores que los demás ni tomó eso como algo suficientemente bueno. Trump, por primera vez en su carrera política, ganó decisivamente al apoderarse de una franja de votantes de clase media y bajos ingresos centrados en la economía. Los demócratas han perdido totalmente el relato económico. El único camino hacia la salvación electoral es recuperarla. En política, la percepción lo es todo, y muchos estadounidenses nos ven como ausentes con la economía, como si no sintiéramos sus penurias o nos preocupáramos demasiado por otras cosas.
Para recuperar el relato económico, debemos centrarnos en acelerar una máquina de mensajes transformada para el nuevo paradigma político en el que nos encontramos. Se trata de encontrar formas de hablar a los estadounidenses sobre economía que sean persuasivas. Repetitivas. Memorables. Y totalmente centradas en las cuestiones que afectan a la vida cotidiana de los estadounidenses.
Esto empieza por cómo formamos nuestra oposición. En primer lugar, tenemos que dejar de hacer del propio Trump nuestro principal objetivo; no puede volver a ser elegido. Además, está claro que a muchos estadounidenses les importan las acusaciones contra Trump —aunque estén justificadas—, sus impulsos antidemocráticos o las cuestiones sociales si no pueden mantenerse a sí mismos o a sus familias.
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