El mundo periodístico de Estados Unidos saltó por los aires este viernes cuando se conoció que The Washington Post no apoyaría a ningún candidato a la presidencia por primera vez desde los años ochenta. El respaldo de los medios a un candidato, conocido como endorsement en inglés, es una práctica habitual en Estados Unidos. La decisión de no publicar el editorial de respaldo a la demócrata Kamala Harris llegó cuando ya estaba escrito. Fue el dueño de la histórica cabecera ―y segundo hombre más rico del mundo― Jeff Bezos, quien frenó la publicación con el argumento de que el diario no apoyará ni ahora ni en el futuro a ningún aspirante. Desde entonces, las críticas a la decisión se han multiplicado: tanto en la redacción, como por parte de leyendas de la cabecera de la talla de Bob Woodward o Carl Bernstein, que destaparon el escándalo del Watergate, una de las grandes investigaciones de la historia del periodismo. Uno de los primeros en reaccionar duramente contra la decisión de Bezos fue Martin Baron (Tampa, Florida, 70 años), director del Post durante la primera Administración de Trump y cuando Bezos se hizo con el control del periódico.
En el momento de la conversación con EL PAÍS, el viernes por la mañana, aún no se conocía la decisión de The Washington Post, pero Baron, retirado desde que dejó la cabecera en enero de 2021, ya apuntaba que el anuncio de Los Angeles Times de no respaldar a ningún candidato era una muestra de la debilidad del periodismo ante la posibilidad de que el expresidente regrese a la Casa Blanca tras las elecciones del 5 de noviembre. Terminada la videollamada, remite por correo su opinión sobre la decisión del periódico que dirigió.
Pregunta. ¿Qué le ha parecido que The Washington Post no vaya a respaldar a ninguno de los candidatos?
Respuesta. Es una cobardía, un momento de oscuridad con la democracia como víctima. Donald Trump verá esto como una invitación a intimidar, aún más, a su dueño, Jeff Bezos ―y a otros dueños de medios―. Inquietante cobardía en una institución famosa por su valentía.
P. Ocho años después de la primera victoria de Trump y ante un posible nuevo triunfo, ¿cree que el periodismo en Estados Unidos pasa por un buen o mal momento?
R. Hay pruebas de debilidad, de temor entre algunos sectores de la prensa, y otras que señalan que los medios han hecho buen trabajo: han indagado en el equipo de Trump, en la manera en que quiere poner en marcha sus propuestas. Hay pocos votantes que no sepan la personalidad, el carácter, o los planes de los dos candidatos. Se ha contado todo. Es increíble, porque hay muchos críticos que dicen que no hemos hecho nuestro trabajo lo suficientemente bien. Sin embargo, la mayor parte de lo que sabemos es porque se publicó, en particular, en dos medios: The Washington Post y The New York Times. Hay que reconocer sus logros, pese a que hay muchos críticos, principalmente en la izquierda, que echarán la culpa a la prensa tradicional si Trump gana.
El problema es que no nos ponemos de acuerdo sobre cómo determinar los hechos, porque todos los elementos que utilizamos se han devaluado: la educación, la experiencia, los conocimientos y, sobre todo, las pruebas. No es solamente un problema de la prensa, sino de la sociedad. ¿Cómo vamos a progresar como sociedad si no nos podemos poner de acuerdo sobre cómo determinar un hecho? Solo el 8% de los adultos en Estados Unidos considera a The New York Times como una de sus principales fuentes de información; un 3% en el caso de The Washington Post. Menos del 10% de los lectores del Times se consideran conservadores. Lo cierto es que los seguidores de Trump no están informándose por esos medios. Lo hacen por Fox News, sobre todo y por las redes, Truth Social o Twitter [actualmente X]. El propietario de Twitter [Elon Musk] ha estado apoyando a Trump, le aporta 45 millones de dólares mensuales y promueve su campaña todos los días y casi todo el día. Él representa el principal distribuidor de fake news en todo el mundo. Siempre está difundiendo teorías conspirativas sin fundamento.
P. ¿Cómo cree que ha influido Elon Musk en esta campaña?
R. Creo que ha tenido mucho impacto, ha sido eficaz para Trump. Tiene 200 millones de seguidores en Twitter, todos los usuarios reciben sus publicaciones. No hay otro ser humano que pueda hacer llegar su opinión a tanta gente. No solo ha tenido gran impacto, sino que tendrá un papel bastante importante en la Administración de Trump si gana las elecciones.
P. ¿Qué diferencia ve entre las coberturas de esta elección y las anteriores?
R. Cuando Trump se lanzó a la presidencia en 2015, era un candidato diferente a todos los que habíamos visto antes. No estábamos acostumbrados a alguien que criticara a la prensa todo el tiempo, que amenazara con imputar a sus supuestos enemigos políticos y, por encima de todo, alguien que estaba mintiendo todo el tiempo, engañando a la gente. En aquel momento éramos reacios a hablar con tanta franqueza, porque no estábamos acostumbrados. Creo que todo ha cambiado, porque es obvio que Trump sigue mintiendo, sabe que no dice la verdad y que dice algunas cosas para obtener una ventaja política. Trump intenta crear un ambiente en el cual los votantes no sepan distinguir entre la verdad y la mentira, y seguirá intentando socavar la credibilidad de la prensa si regresa a la Casa Blanca.
P. ¿Qué no se ha sabido hacer entonces desde los medios?
R. Es un tema complicado. El nivel de aprobación de los medios había bajado antes de la llegada de Trump a la política. Y se aceleró durante su Administración, principalmente por sus críticas incesantes sobre la prensa. Hay mucha gente que piensa que él es su voz, que las élites no han hecho lo suficiente por ellos, no han prestado atención a sus problemas, a sus expectativas. Están preocupados por la alta tasa de inflación, que afecta a todo el mundo, o por los altos precios del combustible; también hay mucha gente que piensa que Estados Unido está gastando demasiado dinero en la guerra en Ucrania. Opinan que Trump entiende mejor sus vidas. Y, como en otros países, en Estados Unidos hay una alarmante disminución del apoyo a la democracia. Y sí, creo que tenemos que hacer autocrítica también. Cometimos el error, antes de que Trump se lanzara a la presidencia, de no entender suficientemente bien el ambiente político en el país. No entendíamos las preocupaciones de una gran parte del pueblo estadounidense. No entendíamos que guardaban tanto rencor y tanto agravio contra los medios tradicionales. No anticipamos un candidato como Donald Trump. Creo que tenemos que pensar en profundidad sobre ese fallo. Tenemos la obligación de cubrir a toda la gente, entender sus luchas. También en algunos rincones de los medios tradicionales hay demasiado activismo por parte de los periodistas, y es importante que evitemos el desprecio o ser condescendiente con la gente.
P. Ante lo que parece una constante cobertura negativa de Trump por su comportamiento, ¿cómo cree que se puede evitar un falso equilibrio con Harris y ser injustamente negativo con ella?
R. Los votantes tienen derecho a saber las políticas de los dos candidatos, a saber su historia. Ningún candidato debería lanzarse a la presidencia sin esperar un análisis, una investigación de su desempeño. Todos los políticos deben rendir cuentas. Sebastian Junger, el periodista que escribió La tormenta perfecta, dijo que un verdadero periodista debe sacrificar sus propias opiniones por los hechos. Tenemos la obligación de desenterrar los hechos, sin importar el candidato y sin importar nuestras preferencias políticas. Debemos mantener nuestra independencia y ser fieles a los valores troncales de nuestra profesión. No debemos ser aliados de un partido, sino de la verdad, de los hechos. Y tenemos la obligación, obviamente, de ponerlos en contexto. Al pueblo le corresponde tomar la decisión sobre el futuro del país. La prensa no tiene el control sobre el futuro del país. Tenemos la obligación de darle al público la información que necesita y merece saber. Sin embargo, hay una gran diferencia entre los dos candidatos. Hay una candidata que cree en el sistema democrático y otro que ha trazado líneas políticas de naturaleza autócrata; no hay ninguna duda de que es un aspirante a autócrata. Él admira a los dictadores de otros países, como Orbán, Erdogan, Putin.
P. ¿Cómo de cerca puede estar Estados Unidos de perder su democracia si Trump vuelve a ganar la presidencia?
R. Hay un gran peligro porque tenemos que pensar en lo que Trump ya ha hecho. Incitó a una turba insurrecta el 6 de enero de 2021. Irrumpieron en el Capitolio, un símbolo de la democracia en los Estados Unidos, para revertir los resultados de las elecciones. ¿Y qué hizo Trump? Nada, con la excepción de incitar a sus seguidores. Una nueva presidencia podría poner en jaque la democracia de Estados Unidos.
P. ¿Cómo recuperar la confianza en el periodismo con líderes que no quieren saber nada de los hechos?
R. Es un problema que no se va a resolver a corto plazo. Tenemos que cubrir con honestidad, imparcialidad y de una manera independiente a toda la gente. Nunca deberíamos tener desprecio a nadie, ni condescendencia. Sin importar sus posturas políticas. Necesitamos una política de transparencia radical en nuestro trabajo. Es decir, que cuando nos referimos a un documento judicial, deberíamos dar al público ese documento para que puedan ver que no lo sacamos de contexto. Lo mismo con un video, con un audio, o el origen de los datos. Tenemos que mostrar a los lectores que tienen el derecho y la oportunidad de comprobar nuestro trabajo. Tenemos que mostrar, no solamente contar.