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- Autor, Redacción
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Marine Le Pen, líder de la extrema derecha en Francia, fue declarada este lunes culpable de malversación de fondos europeos para financiar su partido, Agrupación Nacional (RN).
Un tribunal la inhabilitó para ejercer cargos públicos durante cinco años, con efecto inmediato, lo que significa que no podrá presentarse a las elecciones presidenciales francesas de 2027.
Además, Le Pen fue condenada a cuatro años de prisión, dos de los cuales serán suspendidos, y también recibió una multa de 100.000 euros (US$108.000).
Así finaliza para Le Pen -al menos por ahora- un viaje de más de una década con el que llevó a su partido a convertirse en la formación más votada de Francia.
En el trayecto, ella puso un rostro femenino a la ultraderecha en su país y logró dar un nuevo barniz al discurso a menudo racista y antisemita que hacía que para buena parte de los electores fuera indigerible su partido, entonces conocido como Frente Nacional y cuyas riendas tomó en 2011.
Más de una década después muchos pensaban que Le Pen tendría en 2027 su mayor oportunidad de ganar la presidencia de Francia.
Pero para ella todo se derrumbó este lunes cuando un juez la declaró culpable junto con más de 20 miembros de su partido por malversar fondos de la Unión Europea.
Le Pen podrá conservar su puesto actual como diputada del Parlamento francés por Pas-de-Calais, pero no podrá presentarse de nuevo a futuras elecciones parlamentarias mientras dure su inhabilitación para ejercer cargos públicos.
El partido ahora tendrá que decidir quién la sustituirá en la próxima carrera presidencial francesa.
Pero ¿cómo fue la estrategia de Marine Le Pen para lograr, en poco más de 10 años, que su partido pasara del ostracismo a ser la formación más votada de Francia?
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“Matar al padre”
Cuando el Frente Nacional fue fundado en 1972 por Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, junto a otros colaboracionistas nazis y negacionistas del Holocausto, se le consideró un partido periférico.
Hoy, después de una década bajo el mando de Marine Le Pen, más de un tercio de los votantes ven a Agrupación Nacional como una opción de la que no hay que avergonzarse.
En este viaje, Marine no dudó en “matar al padre” -como metafóricamente describió la prensa francesa su cambio de rumbo-, en romper amarras con la vieja dirección y aspirar a lo más alto.
Le Pen logró dos veces pasar a la segunda vuelta de las presidenciales francesas, en 2017 y 2022, donde en sus carteles, con el eslogan “Marine presidenta”, ni siquiera aparecía el apellido Le Pen para borrar asociaciones con el pasado.
En ninguna de las dos ocasiones logró su objetivo contra un preparadísimo Emmanuel Macron, maestro en el debate y en los datos. Pero cada vez se acercó mucho más de lo que hizo su padre en 2002, cuando se disputó con Jacques Chirac la presidencia y solo obtuvo menos del 17% de los votos.
Aquella llegada de Jean Marie a la segunda vuelta de las presidenciales causó conmoción en Francia. Hoy es la norma y la ultraderecha ha llegado muy cerca del poder.
En 2024, Le Pen fue la vencedora en las elecciones europeas donde obtuvo el 31,37% de los sufragios, más del doble que la siguiente formación. Y en la primera vuelta de las legislativas que siguieron mejoró el resultado: 33,15% de los votos.
“Marine Le Pen hizo su misión cambiar la imagen del Frente Nacional: desdemonizar (dédiaboliser, en francés) el partido ante la percepción pública. Se rodeó de un grupo de líderes que no se parecen a los colaboracionistas de Vichy, colonialistas a ultranza y neofascistas que lideraron el partido en sus primeros días”, explicó a BBC Mundo James Shields, experto en política francesa de la Universidad de Aston, en Reino Unido, cuando Le Pen logró pasar a la segunda ronda en 2017.
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El viraje
Hasta la llegada de Marine Le Pen a la cúspide del partido en 2011, el Frente Nacional se había asociado de forma indisoluble a la figura de su padre: un veterano de las últimas guerras coloniales francesas, proclive a la provocación y condenado en varias ocasiones por sus comentarios antisemitas.
“No digo que las cámaras de gas no existieran. Yo no las vi. No he estudiado especialmente la cuestión. Pero creo que es un detalle en la historia de la II Guerra Mundial”, dijo en una entrevista en 1987.
Desde entonces, Jean Marie volvió a mencionar “el detalle” de las cámaras de gas en repetidas ocasiones.
Hasta que en 2015 le costó la expulsión del partido y el distanciamiento de su hija, que desde entonces no ha compartido imagen pública con él.
Las acusaciones de antisemitismo habían sido una de las principales armas arrojadizas de sus rivales políticos. Un punto débil frente al que la defensa era difícil.
“Marine Le Pen intentó enérgicamente alejarse del legado de su padre. Se esmera en proyectar una nueva imagen inclusiva, niega todo tipo de ánimo antisemita o racista y hace constantes acercamientos a la comunidad judía francesa y a las nuevas generaciones de ascendencia norteafricana”, señala Shields, quien también es autor de “El nuevo FN, los viejos hábitos del populismo”.
El viraje fue más lejos. En ciertas cuestiones sociales, Marine Le Pen también trató de matizar la imagen tradicionalista de su partido: suavizó su posición frente al aborto y en 2013 se desmarcó de las masivas protestas contra el matrimonio de personas del mismo sexo.
De hecho, Le Pen se rodeó entre sus colaboradores de personas abiertamente homosexuales, que también ocupan las bancadas del RN en la Asamblea Nacional.
“Consiguió tomar y vampirizar ese discurso inscrito en los genes de la ideología republicana, pero para ponerlos al servicio de un único combate: el combate contra el islamismo radical y el fundamentalismo”, afirmó Shields.
Sin embargo, pese a la evolución del discurso del partido en los últimos años, el nacionalismo acérrimo pasó de padre a hija y sigue siendo una de las señas de identidad de Agrupación Nacional.
Imagen moderada
Su política de inmigración y de dar prioridad a la vivienda y el empleo de los franceses sigue siendo de extrema derecha, pero la imagen que transmite la líder de la renovada Agrupación Nacional es moderada y cercana al populismo.
Le Pen ha aparecido, por ejemplo, a menudo en las redes sociales con sus gatos, una pasión que hizo pública en las últimas presidenciales y que ha contribuido a suavizar su imagen. Al parecer, incluso ha regalado a muchas de las crías a otros diputados de la Asamblea, donde se había incluso creado una lista de espera para adoptarlos, según “Le Parisien”.
Cuando la politóloga Chloé Morin preguntó a un grupo de votantes de Lille en 2021 cuál era la imagen que tenían de ella, destacaron los gatos. Después de todo, se preguntaban, ¿quién no confiaría en una mujer con gato?
Podría parecer más moderada, pero las políticas que defiende no son menos radicales que antes en materia de inmigración, nacionalidad e islam.
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Despertar político
Su despertar político llegó muy temprano, en 1976, cuando solo tenía 8 años y logró sobrevivir a un atentado contra su padre que dañó gravemente el apartamento de la familia Le Pen en el centro de París.
En su autobiografía cuenta que estaba con sus dos hermanas mayores y describe la escena con detalle escalofriantes: “Estábamos de rodillas temblando, cogidas de la mano… cuando oímos la voz de nuestro padre gritando: ‘niñas, niñas, ¿están vivas?’”.
A las compañeras de colegio de la pequeña Marine les pidieron que no se acercaran a ella, relata: “se creó un cordón sanitario a nuestro alrededor: no se acerquen a los Le Pen”.
A los 16 años, su madre Pierette se fugó con el biógrafo de su padre. Para una Marine adolescente, fue un momento traumático que la acercó a su padre.
“Durante un mes y medio vomité todos los días. Era incapaz de alimentarme”, escribió en su autobiografía de 2011.
Esos años de formación le dieron el aspecto duro que la caracteriza. La sonrisa que muestra a los fotógrafos suele desaparecer con rapidez.
“Después de todo lo que pasó en su juventud, se construyó una coraza”, declaró a la BBC su amigo Steeve Briois, que sigue siendo un aliado incondicional como alcalde de Hénin-Beaumont, en el norte de Francia, feudo de RN.
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Abogada de migrantes irregulares
Graduada en una de las mejores facultades de Derecho de París a principios de los 90, trabajó como abogada de oficio para aquellas personas que no podían permitirse un abogado, a veces migrantes irregulares. Cuando le preguntaron sobre este detalle años más tarde, Le Pen aseguró no ver contradicción alguna: “son seres humanos, tienen derechos, no vas a culparles de la política de inmigración”.
“Admiraba cómo conservaba la calma y era capaz de mantener relaciones profesionales normales a pesar de la notoriedad de su padre”, declaró a la BBC el abogado Basile Ader.
Su carrera como abogada no prosperó, en parte por el boicot a que otros letrados la sometían por las ideas de su padre.
De esta forma, en 1998 abandonó la abogacía para ocupar un alto cargo en el departamento jurídico del Frente Nacional.
En 2004, logró un escaño en las elecciones europeas, donde permaneció 13 años.
Desde Bruselas y tras la derrota de su padre en los comicios de 2007, donde solo obtuvo un 10% de los sufragios, Marine Le Pen se hizo con las riendas del partido.
Pese a la renovación de los dirigentes y sus esfuerzos por desdemonizar la formación, financiar a la extrema derecha seguía siendo un asunto tóxico en Francia.
Le Pen acudió entonces a Rusia para obtener 11 millones de euros en préstamos el mismo año en que Vladimir Putin invadió el este de Ucrania. Incluso apoyó la votación organizada por el Kremlin sobre la anexión de Crimea, considerada una farsa por gran parte de la comunidad internacional.
Le Pen se centró en las amenazas percibidas contra la vida francesa: la “islamización”, la globalización, la UE y el euro. Obtuvo un meritorio tercer puesto en las elecciones presidenciales de 2012.
Para 2017, el Frente Nacional estaba dirigido por jóvenes profesionales que gestionaban canales de YouTube y atraían apoyos en toda Francia. El partido había ganado las elecciones locales, europeas y regionales y contaba con seguidores judíos y musulmanes.
Tras el fiasco del Brexit, Le Pen abandonó su idea de convocar un referéndum sobre la pertenencia de Francia a la Unión Europea, aunque su partido sigue situándose en la órbita del euroescepticismo y prioriza la soberanía nacional.
Ahora el partido tendrá que decidir quién sustituirá a Le Pen en la próxima carrera presidencial francesa en 2027.
Algunos creen que Jordan Bardella, de 29 años, el joven presidente del partido y miembro del Parlamento Europeo sería la principal alternativa.
Pero aunque goza de popularidad entre los votantes, se considera que tiene poca experiencia política.
Tras conocer el veredicto de este lunes Bardella escribió en X:
“No solo Marine Le Pen ha sido condenada injustamente: es la democracia francesa la que ha sido ejecutada”.
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