En una época de boom de las historias deportivas elevadas a docuseries, la relación de Marcelino García y el Villarreal CF es susceptible de ser relatada por algunas de las grandes plataformas de difusión. El asturiano acaba de cumplir el primer año en esta segunda etapa, con el aval de sus resultados.
Mucho se ha hablado ya de lo que sucedió en agosto del 2016, cuando Fernando Roig destituyó a Marcelino a las puertas de la eliminatoria previa de la Champions League por cuestiones que fueron mucho más allá de las futbolísticas. Divorcio total. ¿Qué ocurrió, pues, en esos siete años siguientes, hasta que el presidente recurre al asturiano, en noviembre del 2023 en un momento muy delicado, ofreciéndole, además, plenos poderes para la reconstrucción del Submarino hasta junio del 2026? Aquí van una de las claves para entender tamaña transformación.
Del divorcio a la reconciliación absoluta
El trato entre Marcelino y el Villarreal (o sea, con la familia Roig, principalmente) quedó completamente rota. Además, el entrenador recaló en el banquillo de Mestalla, con lo que aquellos primeros reencuentros estuvieron caracterizados por el desafecto.
Con todo, hubo una persona empeñada en que aquella relación, que tantos éxitos habían logrado, no muriera del todo. Era José Manuel Llaneza, quien con su talante y bonhomía trataba de acercarles.
Con todo, hubo un suceso que rompió el muro que todavía separaba al asturiano de los Roig: el grave accidente de tráfico que el técnico sufrió en diciembre del 2017 (casi le cuesta la vida). Marcelino recibió el afecto sincero de su antiguo presidente y, a partir de ahí, empezaron a encadenarse gestos y detalles de unos con otros, sobre todo en fechas señaladas o ante éxitos del entrenador (la Copa del Rey que conquistó con el Valencia en 2019) o de los groguets (cómo, la Europa League en 2021).
Desafortunadamente, una desgracia terminó de acercarles, hasta el punto de retomar del todo la relación personal. Fue el fallecimiento de Llaneza, el hombre que durante un tiempo crucial, había mantenido con vida los rescoldos del antiguo vínculo. Dentro del dolor de lo sucedido en aquel mes de octubre del 2022, la familia amarilla sonrió con el resurgimiento de la complicidad entre Marcelino y Fernando Roig. Aquellos días acabaron de sentarse las bajases del retorno del entrenador al Estadio de la Cerámica, aunque todavía había que esperar unos meses.
La carambola que propicia un regreso cantado
Marcelino, quien no pudo acudir a los festejos por el centenario del Villarreal por cuestiones personales, ya se había comprometido en junio del 2023 con el Olympique de Marsella. El Villarreal, con dudas, se decantó ese verano por la continuidad de Quique Setién, gracias a un esprint final notable que les condujo a la Europa League.
Primero cayó el cántabro (septiembre), pero es que en una de esas carambolas inimaginables, Marcelino no duró mucho más al sur de Francia. Ya libre, y con un Villarreal que tampoco reaccionaba con Pacheta, llegó el momento para su vuelta a La Cerámica. No era un simple regreso, porque firmaba por lo que quedaba de ejercicio y dos más, toda una declaración de intenciones del club.
Un entrenador más accesible y humano
A Marcelino le ha acompañado la fama de ser un entrenador de rendimiento casi inmediato, cuya cara b era una rápida erosión de su figura respecto al club y el vestuario. De ahí que no durase más allá de dos o tres ejercicios en un mismo banquillo (de hecho, su estancia más larga fue en Vila-real de enero del 2013 a agosto del 2016.
Con todo, los que le han tratado, principalmente desde esa dolorosa salida de La Cerámica, hablan de que es un Marcelino muy cambiado, tanto desde el punto de vista personal como profesional.
Así, de ser considerado un técnico que sometía a su plantilla a un control exhaustivo incluso en el tiempo libre de los jugadores (controlando hasta el último de los hábitos alimentarios), ha pasado a ser un técnico mucho más accesible. Incluso sus propios homólogos hablan de esa transformación: su relación José Bordalás, del cruce de declaraciones a una amistad cordial, es un buen ejemplo.
También ha variado esa conexión con el club. Aun teniendo plenos poderes en lo deportivo, ya no es el Marcelino intransigente de antes, más allá de los habituales roces entre un entrenador y la dirección deportiva de la entidad en la confección de la plantilla.
La evolución futbolística de Marcelino
El asturiano ha demostrado una capacidad de adaptación. De su obsesión por la portería a cero a amoldarse al desequilibrio en ataque (de ahíque cargue con seis o siete jugadores en el área), dejando a un lado su habitual corsé del 4-4-2, ahora más rico en matices.
Ahí están los resultados: ha ganado 23 de los 45 partidos oficiales en los últimos 12 meses, con 13 empates y solo nueve derrotas.