Este es un caso que conmueve el alma, que toca el corazón humano e interpela al discurso religioso producto de su efecto y poder en el ser humano, uno que llevó a este maldito “teólogo” a construir una red de pedofilia y profundos abusos utilizando una pseudoapariencia de “Fe y bondad”.
Hace pocos días la contingencia de nuestro país tuvo que presenciar una triste y degradante noticia, esa que colocó a una parte del sector religioso asentado en nuestro país bajo el ojo del huracán.
Un pseudo líder “cristiano” habría resultado ser el nuevo anatema que manchaba la fe cristiana sometiendo a su hijastra para que fuera violada por más de una década por diferentes hombres desconocidos, una aberración. Pero más aún, tras pesquisar los hechos comprendidos, se dio a conocer que detrás todo esto también existía una red de violación y pedofilia, con la menor en el centro, creada y comandada por una mente “religiosa” e ilustrada, la de un maldito “teólogo”, llamado “Miguel”.
Para nadie es un misterio que la Fe a momentos suele ser motivo de excesos si ella no ha sido bien pensada, o sea, todo feligrés tiene la obligación de mantener un equilibrio entre la razón y la espiritualidad que abraza, de lo contrario se corre el riesgo de “mirar” al invisible a través de discursos y narrativas religiosas dislocadas, aberrantes y con fuerte sentido de manipulación, replicadas una y otra vez desde espacios de poder. Tal es el caso del líder de una nueva secta, el llamado “teólogo Miguel”.
Fueron 16 mil fotografías y 130 videos de pornografía infantil lo que encontró Fiscalía deteniendo a 14 individuos. Quien reflejaba una apariencia de “bondad” resultó ser nada más y nada menos que la “neurona” que maquinaba una red de explotación. Por otra parte, en instancias como estas el carácter persuasivo, las grandes “reglas” y lineamientos religiosos resultan ser una herramienta perfecta de un líder espiritual, casado y padre de tres hijos profesionales, sin duda, todo un “ejemplo” para nuestra cotidianidad chilena.
Tras la pulsión dislocada que evidencia este caso se encuentra un parafílico, adicto a prácticas sexuales retorcidas y de forma sistemática, quien ostenta dos licenciaturas, magísteres y un doctorado en psicología a medias, rudimentos que, lamentablemente, le sirvieron de insumo para trazar una manipulación y violación a su hijastra desde los 8 años, y mantener este abuso por más de 10 años. Y es que muchos ya comparan la vida de este “teólogo” con la de un líder sectario, esto, producto de sus “ideas”, aprensiones y estilo de vida que aparentaba un exceso de “bondad”.
El medio Bio-Bio Chile reseña parte del testimonio de la víctima (viernes 13 diciembre 2024) apuntando lo siguiente:
“Camila dice que el 13 de septiembre de 2022 fue el día peak. Camila no es Camila. Ella misma pidió que no dijéramos su nombre ni expusiéramos su rostro. El tribunal también lo prohibió. Las razones, ante todo éticas, son obvias: es la víctima […] Lo siguiente fue un caos. Los policías entraron a la casa, despertaron a la madre y le explicaron que tanto ella como Miguel estaban detenidos. Camila, por su parte, tendría que acompañarlos al cuartel para declarar.
La dejaron cambiarse el pijama y la sentaron en el sillón mientras incautaban todos los notebooks y celulares, incluido el de ella. Le hicieron firmar un consentimiento de que pasó voluntariamente los aparatos. Se la llevaron al cuartel sin poder avisarle a nadie. Días después se enteró que sus amigas pusieron una denuncia en Carabineros porque pensaron que estaba desaparecida. Sentada frente a los policías, ese mismo 13 de septiembre, pensó que la mejor idea era culparse.
-Miguel me dijo que tenía que echarme la culpa. Entonces dije cosas para defenderlo, para que no le pase nada. Yo me tengo que estar siempre echando la culpa”.
Terrible, conmovedor, desgarrador y angustiante por decir lo menos, estamos en presencia de un relato (segmento) digno de llanto, reflexión y que nos invita a una relectura de eso que llamamos religión, autoridad y poder.
Las fotos y respaldos digitales de este caso, a modo de evidencia, fueron encontradas en primera instancia por un informático que habría recibido la computadora de “Miguel” por voluntad de este último, quien le habría pedido arreglar temas relativos a software y respaldar archivos varios.
Para el llamado “teólogo” Miguel, lo que aconteció no eran delitos, sino “errores”, de ahí que estemos frente a un seductor que intenta justificar sus reales intenciones sin el mínimo escrúpulo. En el transitar de “Camila”, tuvo que recibir perversiones de otros hombres por indicación de “Miguel”, sin embargo, en la actualidad señala que es muy creyente en Dios y con terapia ha podido continuar adelante, ya que después que Miguel fue detenido, Camila volvió con su padre biológico para estar más protegida y tratar de suturar su vida, emociones y terribles recuerdos de abuso y manipulación.
“Religión” y poder parecen ser una obligación in situ. De ahí que nos preguntemos lo siguiente. ¿Será el caso de Camila el último que veamos en el espacio público chileno? ¿Qué tanto peso tiene la religión en las actitudes y proceder de las personas? ¿Es Chile un país que hace justicia a las víctimas? ¿Deberíamos instalar nuevamente la pena de muerte en aquellos casos donde exista abuso y manipulación en victimas sexuales?
¿Qué dirá la iglesia cristiana ante los hechos suscitados? ¿Mantendrá la receta de siempre, esa de ayuno y oración, o bien, colocará el acento en el efecto que puede tener el discurso religioso sobre las personas y, por consecuencia, hará una relectura de ese poder que muchas veces tienen pastores, obispos, lideres laicos y otros tantos sobre gente débil emocional y racionalmente hablando?
Este es un caso que conmueve el alma, que toca el corazón humano e interpela al discurso religioso producto de su efecto y poder en el ser humano, uno que llevó a este maldito “teólogo” a construir una red de pedofilia y profundos abusos utilizando una pseudoapariencia de “Fe y bondad”.