La vuelta a la Tierra tras una misión espacial es un momento esperado con ansias por los astronautas. Sin embargo, la emoción de regresar a casa viene acompañada de una dura realidad física. El cuerpo, acostumbrado a meses sin gravedad, enfrenta múltiples transformaciones al recuperar el peso habitual. Desde problemas musculares hasta trastornos visuales, los astronautas deben pasar por un proceso de readaptación que puede durar semanas o incluso meses.
Al regresar a la Tierra, el cuerpo de los astronautas enfrenta un reto fundamental: volver a acostumbrarse a la gravedad. Según la astronauta británica Meganne Christian, incluso gestos cotidianos como entregar un objeto pueden resultar extraños. La falta de costumbre hace que olviden que los objetos ya no flotan y, en lugar de mantenerse en el aire, caen al suelo.
El astronauta Tim Peake también comentó que los primeros días después de regresar se sienten como si el cuerpo estuviera atrapado en un automóvil girando a gran velocidad. La presión de la gravedad recae sobre los músculos y los huesos, generando una sensación de peso extremo que puede durar varios días. Por esta razón, muchos astronautas son trasladados en camillas o sillas de ruedas tras su aterrizaje.
Transformaciones físicas: de la altura espacial a las “patas de tero”

El espacio produce cambios notables en el cuerpo humano. Sin la fuerza de la gravedad, la columna vertebral se endereza y los astronautas pueden ganar hasta un 3% de altura durante los primeros días en órbita. Pero el regreso a la Tierra hace que la gravedad reduzca de nuevo su estatura a la habitual.
Además, la redistribución de fluidos provoca que el rostro se hinche, dando lugar al llamado “síndrome de la cara hinchada”. Esto se debe a que, en el espacio, los fluidos se mueven hacia la parte superior del cuerpo, lo que genera una sensación similar a estar de cabeza. Al mismo tiempo, la falta de peso en las extremidades provoca lo que los astronautas llaman “patas de tero”, ya que las piernas lucen visiblemente delgadas y frágiles.
La gravedad también afecta la salud ósea. Durante un solo mes en el espacio, los astronautas pueden perder hasta un 1,5% de masa ósea, un proceso que puede derivar en osteoporosis temprana. Además, las fibras musculares se reducen en tamaño, afectando incluso a los astronautas más en forma.
Problemas de visión y redistribución de fluidos
Otro desafío al regresar a la Tierra es el impacto en la visión. Sin la atracción gravitatoria, los fluidos se acumulan alrededor de la cabeza, provocando que los ojos se aplanen y la retina se engrose. Este fenómeno, conocido como Síndrome Neuro-Ocular Asociado a los Vuelos Espaciales, puede causar problemas de visión incluso después de varios días en tierra.
Además, el impacto de los cambios de presión puede provocar molestias en la espalda. Las estadísticas muestran que los astronautas tienen un riesgo 4,3 veces mayor de desarrollar hernias discales tras su regreso, debido a la redistribución de líquidos en la columna vertebral.
Otro de los peligros a los que se enfrentan los astronautas es la exposición a altos niveles de radiación en el espacio. Aunque la Estación Espacial Internacional atraviesa el cinturón de radiación de Van Allen, el campo magnético terrestre brinda cierta protección. Sin embargo, la NASA busca limitar el riesgo de cáncer de los astronautas a lo largo de su vida a un 3%.
El retorno a la Tierra: pequeños placeres y grandes reflexiones
A pesar de las dificultades físicas, el regreso tiene sus recompensas. Para muchos astronautas, la primera comida en la Tierra es motivo de alegría. Tras meses de consumir alimentos deshidratados y rehidratados, poder disfrutar de un plato recién hecho se convierte en un verdadero placer. Tim Peake recuerda que su primera comida después de una misión de 183 días fue una pizza con cerveza fría, algo que añoraba durante su estadía en el espacio.
Además de los placeres culinarios, muchos astronautas mencionan el impacto emocional de volver a caminar en la naturaleza y sentir el aire fresco. El llamado «efecto de visión general» también juega un papel importante en su percepción. El especialista en medicina aeroespacial Michael Harrison destaca que muchos astronautas regresan con una perspectiva filosófica renovada, reflexionando sobre la fragilidad y la belleza de la Tierra vista desde el espacio.
¿El precio de la exploración?
La vida en el espacio ofrece un vistazo a lo desconocido, pero el costo físico y emocional puede ser alto. Los científicos continúan investigando cómo mitigar los efectos negativos para garantizar la salud de los astronautas en futuras misiones de larga duración. Mientras tanto, el regreso a casa sigue siendo una mezcla de alegría, dolor y profundas reflexiones personales.
[Fuente: La Nación]