En las últimas décadas, el panorama religioso en los Estados Unidos ha experimentado un cambio significativo con el notable crecimiento de los llamados “nones”, término que se refiere a aquellas personas que se identifican como no afiliadas a ninguna religión organizada.
Este grupo incluye a ateos, agnósticos y personas que simplemente se describen como “nada en particular” cuando se les pregunta sobre su religión.
Según investigaciones recientes, los nones representan aproximadamente el 30% de la población adulta en los Estados Unidos, lo que los convierte en uno de los grupos más grandes y de mayor crecimiento dentro del espectro religioso del país.
El aumento de los nones
El ascenso de los nones puede atribuirse a múltiples factores sociales, culturales y generacionales. En primer lugar, la secularización creciente de la sociedad estadounidense ha debilitado la influencia de las instituciones religiosas tradicionales.
En particular, los jóvenes son menos propensos a identificarse con una religión específica, optando en su lugar por explorar creencias espirituales personales o rechazar completamente la religión organizada.
Además, los cambios en las normas culturales, como el aumento del apoyo a los derechos LGBTQ+, el matrimonio igualitario y la igualdad de género, han llevado a muchas personas a alejarse de las religiones tradicionales, especialmente aquellas que mantienen posturas conservadoras sobre estos temas.
La percepción de que las instituciones religiosas son demasiado políticas o dogmáticas también ha contribuido al crecimiento de los nones.
Otro factor clave es la influencia de la educación y la globalización. Las generaciones más jóvenes están expuestas a una variedad de perspectivas culturales y filosóficas que les permiten cuestionar y, en muchos casos, rechazar las creencias tradicionales.
Impacto generacional.
El crecimiento de los nones es particularmente evidente entre los millennials y la Generación Z.
Mientras que las generaciones mayores, como los baby boomers, tienden a mantener vínculos más fuertes con las religiones organizadas, los jóvenes adultos muestran una inclinación hacia la independencia espiritual. Esto no significa necesariamente que sean menos espirituales, sino que su espiritualidad no se alinea con las estructuras tradicionales.
Curiosamente, aunque el número de nones ha aumentado, la mayoría de ellos no son ateos o agnósticos declarados. Muchos mantienen creencias en algún tipo de poder superior o se describen como “espirituales pero no religiosos”.
Este matiz refleja un cambio en cómo los estadounidenses conceptualizan su relación con lo trascendental, alejándose de las instituciones y rituales formales hacia prácticas más personales e individualizadas.
Consecuencias para las religiones tradicionales
El crecimiento de los nones plantea desafíos significativos para las religiones organizadas en los Estados Unidos. Las iglesias cristianas, en particular, han experimentado una disminución en la asistencia y el apoyo financiero.
En respuesta, muchas han intentado modernizarse, adoptando estilos de culto más informales y ofreciendo programas para atraer a los jóvenes. Sin embargo, estas estrategias no siempre han tenido éxito, ya que no abordan el cambio más profundo en las actitudes hacia la religión en general.
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